Mi héroe de armadura

capitulo 5 quién ese hombre que ha pagado el tratamiento

Narra Sade

Casi al finalizar mi horario de trabajo recibo una llamada a última de hora de mi madre. Frunzo mi ceño pensando en mi sobrina y si le ha ocurrido algo.
Al escuchar la voz tranquila y dulce de mi madre espiro hondo aliviada, hablamos sobre el estado de Valeria y lo que le han dicho los médicos.
Siento un peso en mi corazón de pensar en que algún día mi sobrina se vaya para siempre de mi lado.
Sin embargo, la esperanza es lo último que se pierde, y debo de agradecer a ese hombre misterioso de haber donando un cheque para el tratamiento de mi sobrina.
Sonrió entre lágrimas, pues no me puedo creer que tantos años de lucha, siga habiendo gente humilde que se preste ayudar en los momentos difíciles.
Mi madre no me ha dado muchos detalles quien es exactamente ese gen hombre que gracias a su fundación y ayuda mi sobrina recibirá un nuevo tratamiento y si las pruebas salen con éxito, poco a poco podrá hacer una vida con normalidad dentro de sus posibilidades.
Con una sonrisa dibujada en mi rostro salgo de mi trabajo para ir a mi casa, me siento agotada, ha sido un día algo difícil para mí, y más tener que esforzarme en tratar de evitar a Leonardo.
Respiro hondo cada vez que lo veo, evito mirarlo para no crear falsos rumores entre mis compañeros, y en cierto modo, quiero conocerlo más a fondo, incluso en ocasiones me imagino como sería probar el sabor de sus labios, que sus manos rocen las mías..
Es simplemente una fantasía, una emoción que ha nacido sola y prende fuego mi cuerpo al sentir su cercanía, su mirada puesta en mí me hace de sentir torpe, es un bello hombre que tiene todas las cualidades de un príncipe con armadura de bondad y gentileza.

Después de unos minutos, llego a mi casa y nada más entrar, me voy directamente a mi habitación, me pongo mi pijama y me tumbo enseguida en mi cama y comienzo a pensar en una frase que dice: Alguien misterioso puede entrar en tu vida y cambiarla por completo.

A la mañana siguiente temprano, decido apresurarme para ir hacia la parada de taxi y, para mi suerte, no hay mucha gente a estas horas. Paro un taxi y me subo y le indico a taxista que me lo lleve al hospital y comienza a conducir hasta el hospital y cuando llegamos, me dice la cantidad que le debo pagar, lo cual hago y luego me bajo del taxi .
Al entrar en la habitación, veo a mi madre tomando un café con la mirada perdida. Mi presencia la asusta, me hace gracia, nos abrazamos y le pregunto por Valería. Intrigada, me dispongo a hacerle una pregunta, pero como si me leyera la mente, mi madre comienza a hablar sobre el hombre que estuvo visitándola ayer. Lamentablemente, somos interrumpidas por una enfermera y mi madre no logra darme todos los detalles. La enfermera se va y me acerco a Valentina veo que sigue dormida, le acaricio la cabeza

Así que es mejor que me vaya a trabajar. Me despido de mi madre y, al salir, camino hacia la empresa.

Al entrar a mi oficina veo unas hermosas flores encima de mi mesa con una notita que dicen así

La belleza de estas flores es igual a la belleza que hay en ti

Espero que estas flores hagan tu día un poco más brillante

Me quedo asombrada mirando y salgo de mi oficina . Pregunto a una compañera, pero ella solo me responde que ha visto al repartidor.
¡Vaya, qué sorpresa! ¿Quién me habrá mandado flores? ¿Será...que... Leonardo tenga algo que ver?
Esbozo una sonrisa dulce imaginándome que haya sido el,
¡Con las ilusión que me había hecho!

En ese momento Leonardo pasa por mi oficina

Al entrar, me pregunta por las flores, dejando claro que había sido un admirador secreto. Sin embargo, veo que sonríe. Luego me pide que hablemos, pero antes me pregunta.

—Quiere un café? — Propongo mientras él toma asiento y yo dejo las flores en otro lugar. Son preciosas, las palabras me han llegado al corazón, me hecho ilusiones pero... ¿Para qué?

Me siento enfrente uno del otro, donde Leonardo comienza a contarme el proyecto que debo hacer.
A decir verdad, no presto mucha atención a sus explicaciones, sus labios, esa manera de morder el bolígrafo cuando se queda pensativo, u manera de mirarme fijamente hace que todas mis células se pongan alerta, mi corazón salte de alegría y mi cerebro no se pone de acuerdo con mi cuerpo de lo agitada que me encuentro creando imágenes en mi cabeza no aptas para menores.
Me levanto de la silla buscando una botella de agua, necesito refrescarme, ¡Qué calor! ¿Que me ha sucedido?
Leonardo se preocupa.

— Sade, ¿Estás bien?¿Necesitas un médico? — Un médico dice, lo necesito a él, anhelo probar unos de sus besos, percibo que está tan cerca mío por el olor a su fragancia.
¡Ay, no! Necesito poner distancias o yo misma acabaré por quemarme con el ansiado calor de su cuerpo.

Le digo que no necesito un médico de inmediato, seguimos hablando.

Trato de concentrarme en sus
palabras me hacen perderme mirándolo directamente a los labios y veo como él sigue mordiendo su labio interior otra vez por supuesto sin darme cuenta estoy mordiendo mi labio interior .

Lo que me pone más nerviosa es tenerlo tan cerca de mí, resulta imposible. Siento una oleada de calor recorrer todo mi cuerpo, llegando a estremecerme con su tacto. No sé si es su forma de mirarme, la cual eventualmente me hechizara algún día, especialmente siendo tan guapo. Este hombre me está volviendo loca .

Al terminar de hablar, Leonardo se retira de mi oficina y espero unos minutos. Salgo de mi oficina tan sofocada y buscando el baño. Una vez dentro, me lavo la cara con agua fría, intentando bajar la temperatura de mis mejillas ardiendo.

¿Qué me está pasando? Me doy pequeños golpes en la frente. Regreso a mi lugar de trabajo pensando en Leonardo y en lo que acaba de suceder, luego comienzo a trabajar hasta la hora de irme.

Agarro mi bolso y salgo de la empresa. Recibo un mensaje de mi compañera de diciéndome que está en nuestro restaurante cerca de trabajo
En cierto modo, necesito una escapada, no es mala idea quedar con ella . Después de leer su mensaje, comienzo a caminar hacia el restaurante. Al llegar, busco a Lucía y la veo sentada en una mesa pequeña, en un rincón al fondo y, por supuesto, mirando algo en su teléfono. Al sentarme frente a ella, la saludo en cuanto me ve pero noto que ocurre algo




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