Nicolás.
Le mentí a Mariana para poder ir a mi cita médica, la verdad si tengo miedo, la última vez que estuve en un hospital las cosas no salieron bien, entré con una sonrisa y salí sintiendo que el mundo se caía sobre mí, tal vez solo estoy siendo paranoico.
Me llaman al consultorio y mi cuerpo se pone tenso de inmediato, me levanto limpiando mis manos con el pantalón y entro en el consultorio sin más rodeos.
El doctor se porta amable conmigo me pide que le diga mis síntomas, desde cuando vengo sintiendo aquello, me pregunta si como bien, le digo que trato de comer bien, pero hay algunos días en los que por el trabajo se me escapa.
El doctor no me reprocha, la verdad se esfuerza porque la tensión se vaya de mi cuerpo y lo agradezco, me realiza unas preguntas más y me pide que vaya al primer piso para un examen rápido, le hago caso, de hecho, hasta corro porque no quiero tardar demasiado y que luego Mariana se preocupe.
Me piden que me quite la ropa y me coloque una bata, supongo que esto debe ser una tomografía según mis conocimientos más básicos de la medicina, lo hago todo rápido, al terminar el examen veo mi reloj y es un poco tarde, pero confío en que la cita de Mariana se demore un poco más.
Vuelvo al consultorio del doctor, según lo que me dijeron estos exámenes se envían en ese momento al doctor que los pidió y ruego porque sea así, toco la puerta del consultorio y el doctor me indica que pase.
Lo veo serio no como al inicio de la consulta y de inmediato la tensión vuelve a mi cuerpo, me pongo recto.
-Mira no te voy a mentir, tuve una breve idea con tus síntomas, quiero que escuches todo lo que voy a decir que no te alteres, estas a tiempo para tomar el tratamiento es la ventaja de que acudieras al doctor y no dejaras pasar tanto tiempo, lo que tienes es un tumor en tu cerebro- Lo dice tan lento o simplemente yo lo escucho así ¿tumor?, se escapa una risa irónica de mí.
Vaya definitivamente los hospitales no me quieren, me quedo sin saber ni que decir por un largo tiempo, no sé en qué momento salí del consultorio camino por allí sin rumbo, ¿un tumor?, sigo sin poder creerlo, comienzo a caer en cuenta lo que tengo y comienzo a tocarme la cabeza con desesperación, lágrimas corren por mis mejillas mis ojos se nublan, me apoyo en una pared, no me importa si alguien me ve de esta manera. ¿Es que acaso no puedo ser feliz?
Siento unos brazos a mi alrededor, me asusto, pero ese aroma solo lo tiene una persona, sé que es Mariana, no me pregunta nada, solo me abraza y lloro en su pecho como un niño pequeño, no soy consciente del tiempo, pero me he quedado sin lágrimas y comienzo a sentir un dolor en mi espalda por la posición.
Poco a poco me muevo, Mariana se hace a un lado, pero no se aleja del todo, la miro y veo que sus ojos también están rojos, ¿lo sabe?, ¿sabe que me pasa?
Me levanto y camino hacia la salida, ella viene detrás de mí, no tengo ganas de hablar con nadie, ni de moverme, solo quiero dormir, ella entiende que estoy cansado y me pide las llaves del auto, se lo agradezco mentalmente, lo haría con una sonrisa, pero mi mundo se volvió a derrumbar.
Todo el camino estamos en silencio, veo que toma su teléfono y llama a alguien yo solo me apoyo más en el asiento y cierro mis ojos volviendo a escuchar las palabras del doctor.
No sé cuánto tiempo pasa, pero al volver a abrir los ojos Mariana está viéndome, no sé dónde estamos, seguimos en el auto, pero no veo la casa, me giro a mirarla.
-Mira Nico tal vez no sea la persona que quieras ver en este momento, sé que quieres estar solo o al menos eso es lo que creo, sé lo de tu tumor y no, no soy entrometida, pero si necesitas un hombro o algo, estoy aquí puedes pedírmelo y antes de que pienses que lo que siento es lastima estás equivocado- me habla con determinación, no veo lastima en sus ojos, todo lo que dice lo hace de verdad, lo siente desde el fondo de su corazón, le doy una pequeña sonrisa.
-Hay una oportunidad Nico, debemos tomarla- lo dice con una convicción que hasta yo le creo- no te preocupes por Lucas le dije a Sebastián que hiciera algo para distraerlo, lo más gracioso fue que lo llevo a su trabajo y su jefa lo adora.
Es una de las cualidades de Lucas es fácil de amar y a él le encanta ser amado, me acomodo un poco más en el asiento y me doy cuenta de que Mariana me colocó una manta encima.
- ¿Cómo lo supiste? - es la pregunta que ha estado rondando mi cabeza, estuvo ahí abrazándome y sabe que es lo que tengo.
-Bueno terminé mi cita y no te ví afuera, entonces te empecé a buscar y luego te ví entonces te perseguí y luego me encontré a una enfermera que me hablo de tu situación, lamento haber sido imprudente- se vuelve a acomodar en el asiento del piloto y enciende el auto.
-La verdad solo le había comentado a Sebastián que me sentía un poco mal, pero me alegra que te enteraras- lo digo en serio si algo me llegara a pasar al menos sé que Lucas no se quedará solo, este pensamiento aprieta mi corazón de tal manera que me duele, pero en estos casos siempre hay que ser honestos.
Siento un apretón en mi pierna- vamos a superar esto Nico- me dice todavía mirando al frente.
Veo que se estaciona junto a una heladería, puede ser que ella sea grande pero aún actúa como una niña, se baja y la veo hacer fila, no sé si sea una señal del destino o algo, pero en momentos como estos se me olvida que no estuvimos juntos por años, la veo regresar con un bote entero de helado, seguramente napolitano, su favorito.