Al mirar los ojos de esas dos aves que se mantuvieron a mi lado y al ver este nuevo yo, dieron algunos pasos atrás de mí, mi mente se perdió, me vi a mi mismo en un mundo en llamas sentado en un trono de huesos con una pila de cadáveres ensangrentados bajo mis pies y esas dos aves encima de todos, sin vida.
El pensamiento abarco por completo mi mente y de mis ojos comenzaron a brotar gotas de agua que acariciaban mis mejillas y de alguna manera me hacían sentir mejor; me senté y lance mi espada algunos metros a un lado agache mi cabeza y colocando mis brazos hacia delante con las palmas hacia arriba dije sin mirarles: “No quiero ser, aquello a lo que le temen ahora…” Ambas aves se acercaron un poco a mí, subieron por mi mano sin decir una palabra, algunos segundos después rojo empezó a hablar.
No les respondí, al menos no con palabras, me levante y coloque a ambas aves sobre mis hombros, regrese a tomar mi arma y me acerque a aquel dragón posando mi mano sobre su hocico aun cubierto por completo de hielo.
Al hacerlo el hielo comenzó a deshacerse a una gran velocidad y el cuerpo del dragón junto con él, pero aunque podrían pensar que estaba todo aún más ensangrentado y horrible, no fue así. El cuerpo del dragón se comenzó a hacer color plateado, el hielo se fundía y mezclaba con su piel causando esta reacción, todo el cumulo de agua se conservó girando lentamente en el aire y al terminar con todo subió rápidamente al cielo y una lluvia de agua normal con agua plateada comenzó a caer, las llamas que cubrían todo el reino fueron lentamente apagadas por esta lluvia y posteriormente y juro por mi vida que no fui yo quien lo hizo… Las estructuras de todos los edificios se empezaron a reconstruir, los escombros subían y se volvían a unir en los edificios de donde provenían, la tierra regresaba a su forma original, las carretas se reconstruían, las herramientas, ¡todo!
Aka, Rojo y yo estábamos completamente embobados mirando como todo esto ocurría y nos mirábamos ocasionalmente preguntándonos con la mirada: ¡¿Fuiste tú?! Y respondiéndonos haciendo girar la cabeza rápidamente; todos los edificios fueron reconstruidos a la perfección y la ciudad se veía igual que siempre pero… Sus ciudadanos no regresaron junto con los edificios, la ciudad estaba reconstruida pero estaba completamente sola, aquellos que murieron parece ser que no regresarán jamás, aunque eso era de esperarse, tengo entendido que solo existe una magia capaz de dar vida, pero lejos de darla solo la intercambia, y los humanos eran los únicos que podían utilizarla, y solo queda uno, y dudo que quiera sacrificarse para traer solo a uno de mis amigos porque como dije: esa magia intercambia vida, no la regresa. Comencé a caminar hacia mi casa, Aka y Rojo dijeron que mirarían los alrededores para verificar, pues era posible que hubiera algún sobreviviente, después de agradecerles simplemente me marche. Al llegar a mi casa pude ver en la mesa una nota en una hoja arrancada de mi cuaderno de “aventuras” La letra era espantosa y difícilmente leíble, y esto solo me hizo sentir feliz pues esa nota fue hecha por aquel elfo idiota hijo del rey, mi mejor amigo y decía lo siguiente: “Sé que mañana es tu cumpleaños y quería sorprenderte, pero no me he aguantado las ganas. Hace unos días viaje hacia un reino distante cuyo nombre no te diré pues sé que odias quedarte con la duda, y eso me hará divertirme, en este reino encontré a un sujeto que afirmaba ser el mejor herrero del mundo y al mirar su trabajo supe de inmediato cual sería tu regalo. Sé que odias las armas pero te aseguro que esta es diferente, solo mírala, la he escondido en algún sitio de tu propia casa, si la encuentras es tuya, de lo contrario regresare por ella pues me he enamorado de ella. Solo espero haberla escondido muy bien ¡Porque no te la quiero dar!, Feliz cumpleaños, Atentamente: Mhelow”
Lo que no sabía ese elfo idiota es que la nota misma era el mejor regalo que cualquier persona me hubiera podido regalar… Un último recuerdo de mi mejor amigo y a quien espero algún día volver a encontrar, sino en este mundo en algún otro. Afortunadamente mi casa no era muy grande por lo que encontrar aquella arma no sería muy difícil y justo como lo mencione no lo fue, justo en una esquina del techo por encima de una viga de madera un brillo tenue pero visible alcanzaba a mirarse a la perfección, di un salto y llegue a la viga y frente de mi vi algo que me hizo ver que este elfo idiota me conocía mejor que nadie, incluso que yo mismo… Ahí estaba una espada azul hecha completamente de hielo, era realmente bella en la empuñadura tenía una rosa azul que sobresalía y se acoplaba perfectamente con la vaina, al tomarla la abrace fuertemente pues era el símbolo de una amistad que debió haber durado muchos años más… Salí de la casa con esa espada en la mano y vi a Aka y Rojo justo frente a la casa volando bajo, ninguno quería mirarme a los ojos.
Al decirlo fue como si ambos pudieran volver a respirar, ya suponía que no habría ningún sobreviviente… Después de todo el dragón estuvo haciendo destrozos durante más de un día completo y los Elfos de esta tierra son orgullosos y tan valiente como estúpidos, ninguno de ellos siquiera intento huir mucho menos esconderse. Me quede mirando todo el sitio por una última vez.