Por Yadiel Miguel Parra Vásquez
Había una vez en un pueblo muy lejano una niña llamada Eustaquia. Un día ella se levantó de su cama y dijo:
—¡Buenos días, pajaritos!
Eustaquia era muy amiga de los pajaritos que cada mañana se posaban en su ventana. Después de saludarlos, se lavaba los dientes, se bañaba, se peinaba.
—Eustaquia, ¿no vas a desayunar? —pregunta su madre.
Eustaquia era muy distraída y casi se le olvidó desayunar. Luego de desayunar, se fue para la escuela.
Eustaquia era muy buena estudiante, tenía buenas notas y buen comportamiento, pero aun así no tenía amigos. Un día intentó hablar con unas chicas, pero le dijeron:
—No podemos ser tus amigas porque tu nombre es muy feo.
Eustaquia estaba muy triste, pero un día llegó un chico nuevo a su escuela y le dijo:
—Hola, Eustaquia. Me llamo Pedro, ¿crees que podríamos ser amigos?
Eustaquia estaba muy feliz porque por fin tenía un amigo. Después de dos meses, se convirtieron en mejores amigos.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.