Mi Imbécil Favorito

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CAPÍTULO 9. TE ENAMORARÁS

 

Cada vez es más notable que esta institución hace de los chicos unos seres completamente idiotas y atontados. Sin ir más lejos, Jake lleva persiguiéndome para intentar "arreglar las cosas" como él lo dice, desde hace un par de días. Es decir, desde que nos mandaron a dirección y ninguno de los dos se presentó.

Y por otra parte está Nick, el johnson más plasta y cretino de todos. Por lo general solo hablo con él en las comidas, ya que nos sentamos en la misma mesa de la cafetería. No entiendo cómo lo hacemos, pero siempre terminamos sentados el uno al lado del otro...

La cuestión, ahora mismo estoy en un ascensor encerrada con él y perdiéndome la primera clase del día. ¡Genial! Hace diez minutos que el ascensor había dejado de bajar. Habíamos tocado más de cincuenta veces el botón de la campanita a ver si alguien se dignaba a rescatarnos de aquí dentro. O al menos, a rescatarme de esta incomodísima situación. Me giro para mirarle. Hace unos minutos noté como su mirada se clavaba en mí, así que ahora mismo los dos nos estamos mirando. Cada uno desde una punta del ascensor. Muerdo mi labio. Me siento rara. Él se muerde el labio también y da un paso hacia mí. Por instinto me pego todavía más a la pared del ascensor. Una sonrisa aparece en sus labios ante mi reacción y da otro paso más. Su lenta cercanía me está poniendo de los nervios, pero no me molesta que se acerque a mí. Ni siquiera el silencio es raro. Lo realmente extraño es que no nos estemos gritando ni peleando por alguna estupidez.

— No sabía que te ponía tan nerviosa — susurra, aunque nadie más puede oírnos. No digo nada, me limito a observar cada uno de los movimientos que hace. Espera un par de segundos más, esperando una respuesta que no va a llegar.

Pasa delicadamente su mano por mi brazo, deslizándola de arriba a abajo de una forma tan... sensual. De repente siento sus húmedos y gruesos labios sobre los míos. No me aparto, pero tampoco le devuelvo el beso. Bueno, al menos durante los primeros dos segundos. Ese es el tiempo exacto que me lleva procesar la situación y lo que Nick está haciendo. Le devuelvo de igual manera el beso. Un beso apasionado y sexi. Nos separamos para coger aire. Sus ojos azules se clavan en los míos. Me veo reflejada en su pupila y me doy cuenta de lo bonitos que son sus ojos claros. Tiene unas pequeñas pecas en sus mejillas, tienes que fijarte para verlas, pero le hacen ver tan tierno que es monísimo.

— Pensaba que no tendrías nada conmigo ni aunque fuera el último chico en la faz de la Tierra — las puertas del ascensor se abren dejándonos ver al tío de mantenimiento. Debido a la presencia de aquel hombre no puedo replicarle nada a Nick. Por eso y porque este sale del ascensor sin esperar siquiera mi ingeniosa respuesta — . ¡Nos vemos, princesa! — ya estamos con el apodito ese... ¡Puf!

 

Camino sin prisa por el pasillo. Cuando llego a mi taquilla la abro con dificultad. Todavía no me acostumbro a esta vieja y oxidada cerradura. Dejo todas mis cosas y solo cojo el libro de biología y un diminuto estuche que dejo siempre en mi taquilla para los días en los que haya dormido poco. Entro rápidamente al aseo para ponerme antiojeras y salir corriendo hacia clase.

— Tu pequeña obsesión conmigo empieza a darme un poquito de miedo — las risas de unos chicos se oyen cuando la puerta del baño se abre. Me giro hacia la persona que me ha hablado, con él hay un chicos más, Sean. Miro detrás de Nick y veo el maldito cartel del baño donde marca que es el de chicos.

¡Genial Nora! ¡¿No podía haberlo visto antes?!

— Vete a la mierda — recojo todo e intento salir de allí lo antes posible. Después de la escena del ascensor lo último que quería era encontrarme con Nick Johnson. Menos en el baño de chicos.

Sean entra a uno de los cubículos y quedo frente a frente con Nick, que parece que se ría de mí.

— No hace falta que te pongas mil potingues en la cara. Al natural ganas más — afirma Nick. Sería un comentario monísimo y super tierno si viniera de otro, pero desgraciadamente sale de sus labios. Los mismos labios que hace apenas una hora besaban y mordían los míos... Da igual, el tema es que como las ha dicho él pierden toda la magia.

— ¿Esta es tu forma de ligar? Porque es un asco.

— ¡Que tierna! ¿Crees que intento ligar contigo? — una muy amplia sonrisa llena su rostro. Estupendo, su ego acaba de subir diez niveles de golpe.

Acerca su cara a la mía hasta que noto su respiración chocar contra mis labios. Sus ojos tienen un brillo divertido todavía, y la comisura de sus labios tiene una leve inclinación hacia arriba. Está feliz, deduzco. Pega su boca la mía. Cierro los ojos en un acto reflejo, y al instante su cara vuelve a estar a una distancia considerable de mí. Al abrir los ojos veo la forma tan ruin en la que se acaba de burlar de mí. Le miro lo peor que sé y me voy del baño.

— Te enamorarás de mí — Me coge del brazo y me detiene un segundo. No le miro. Tengo la mirada fija en el pomo de la puerta —  , ya te tengo aquí — de reojo veo como me enseña la palma de su mano. Si claro, va listo si piensa que sería tan idiota como para fijarme en él.

— Adiós — salgo de aquellas cuatro paredes con la cara como un tomate.

 

— ¿Por qué no has venido a primera hora? ¿Te has quedado sopa? — Paris acaba de empezar con su interrogatorio. Lo único que no  me apetece es relatarle a la hermana del chico de mis pesadillas lo que ha ocurrido con el susodicho y conmigo esta mañana.



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En el texto hay: adolescentes, amor, apuestas

Editado: 24.07.2021

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