La esposa. Retorno y nuevas personas que llegan a mi vida por motivos curiosos.
Feliz vida de casados, no olvide, besar a la novia. -
Al otro día el timbre sonó de una forma que parecía que explotaría del sonido. El perro de la casera que habita la planta baja comenzó a ladrar. Estaba plenamente dormido y mis ojos se abrieron rápidamente, como me incorporé de forma fugaz. El ruido sí que era terrible para la audición. No dudé en ir directo a la puerta. Debía terminar con ese alarido musical del ¡¡¡Ring!!!
- ¡¡¡YA VA!!! – Manifesté con mi peor voz de borracho carraspeando. -
Al abrir la puerta, una figura con un vestido floreado y gafas de sol esperaba impaciente cruzada de brazos y tarareando con su pie derecho aprovechando su zapato el suelo con movimiento continuo. De ser así, me dije que debía ser muy ansiosa. Su cara parecía la de la típica persona que espera una hora que venga su pareja.
- Hasta que te dignaste a abrirme la puerta ¡¡Mmm!! ¡¡¡Querido!!! No es saludable hacer esperar una dama – Dice señalándome con su dedo de la mano derecha gesticulando la molestia por la espera.
- ¿Tienes una idea de la hora que es? – Acto seguido de decirle eso, bostecé. Claro que me pidió que me tape la boca con la mirada.
- ¡Ya déjame pasar! Traje el desayuno. -
- ¿En serio? ¡Eres genial! – Aún seguía un tanto dormido. -
- ¡Claro que lo soy! – Se dijo así misma. -
- ¡Qué modesta! – Ironizo con gesto muy desdeñado – ¿Y tus cosas? ¿Solo esa maleta?
- Pienso comprar todo. Aquí solo tengo unas prendas.
- Bueno, puede usar lo que precises. Estás en tu casa – Le sonrío –
¡Haré café!.............
- ¡Gracias!... - Ella ingresa. Nuevamente, y observa el ambiente. Parecería que leyera todo el alrededor milimétricamente. Podía verla desde la cocina.
- ¿Ocurre algo?
- ¡Te faltan algunas cosas!
- Eso es tener habilidad para el descubrimiento. Es que no he tenido tiempo de hacer compras.
- Tampoco eres un gran decorador.
¡Estemm!..¡Bueno!..¡No es mi fuerte!........... – Éstos cumplidos de mañana son alentadores como para tirarse de un precipicio me dije. -
Esta mujer, tiene una energía. Ni siquiera el sol había salido, y ella estaba aquí re-planeando la vida de casados. Y me duele la cabeza por cierto. Tengo una ligera sensación de que las reglas de convivencia van a ser bastante arduas.
- Bien veamos. ¡Te faltan cosas eso es seguro! ¿No veo el refrigerador?
- ¡De hecho no tengo! – Expliqué con delicadeza
- ¡¡¡¡¿Cómo que no tienes refrigerador?!!!!
- Bueno, a decir verdad, soy un poco descolocado con estos temas domésticos. -
- ¿Tampoco televisión?, ¿Y usas un móvil bastante viejo? Te preguntaría si eres de esos que aman el minimalismo, y la vida fuera de lo material. Pero no lo haré, no soy quien para juzgar, si hay que hacer reformas en tu vida.
- El material inunda el alma de elementos inútiles. ¿Para qué dije eso? ¡Ah! Es lo que siempre aclaró cuando ocurren estas situaciones. -
- ¡No seas payaso cariño!, ¿Y seguro me dirás que compramos basura que no necesitamos? Te conseguiré lo necesario. ¡Dios! ¿Cómo fue que sobreviviste?
- ¡No! Claro que no. Bueno, sí. ¿Puedo desayunar primero?
- Permiso concedido – Y colocó un rostro siniestro. Me serví un café, y le serví a ella. -
- Bueno, haremos lo que quieres – Dije sin dudar – ¡Esta mujer sí que sabe convencer!
- ¡Claro qué se convencer! – Se enfada – Y no es lo que quiero, es lo conveniente para ambos. – Señala con el dedo hacia mí extendiendo el brazo– Júpiter, hay que cambiar, de eso se trata. Recuerda, solo tienes una vida. -
- ¿Otra vez me oíste? ¡Cielos! Me da pánico -
- Si no quieres que te oiga, no hables en voz alta lo que piensas.
- Bueno resulta convincente. Aunque la cuestión es que siempre he vivido con pocos objetos.
- Apuesto que tienes un pantalón único. Dos camisas, un par de zapatillas. Y lo que sobra de la comida, lo guardas al otro día, y las sobras de las sobras de la sobra hasta que tenga vida.
- Ésta mujer parece vidente. – Pienso.
- No lo soy. Es fácil detectarte. He aprendido bastante de los registros.
- ¿Otra vez me escuchaste? ¡Estemm! ¿Registros?
- ¡Ay! Información, tú sabes.
- ¡Debe tener experiencia en noviazgos, o casamientos! – Fruncí el ceño. Ahora su rostro se puso como el color de sus ojos. – Bueno, prometo modificar todo para bien.
- ¡Lo haremos juntos! Si hay algo que moleste, solo dilo ¿Sí?
- ¡Mm! ¿No lo sé? No conozco mucho de ti.
- Te puedo decir mucho de mí. Me encantas los cielos rosados, el aroma de las cascuelas. Vacacionar en las Plegades internas ¿Qué más?
Mi rostro se modifico de alegre ¿A qué rayos está diciendo?
- ¡Danna! ¿Por qué me miras así?
- No, no es nada. Me interesa eso de las cascuelas. ¿Danna?
- ¡Ahh! Te encantarán. ¡Ah! – Y se queda pensativa ella. Olvida lo que dije. Danna, es sinónimo de cariño en mi tierra. Son locuras mías. Cuando haya algo que no comprendas. No intentes discernir, solo haz de cuenta que no oíste nada ¿Enterado?
- ¡¡¡Siii!!! ¡¡Vaa!! No importa, no está de más un poco de fantasía.
- ¡¡Sí!!, ¡¡claro!! – Confiesa mirando hacia otro lado.
- Bien, te prepararé café. ¿Qué te parece? Y vamos por un refrigerador
- La primera opción es satisfactoria y la segunda imparto mi orden.
- ¿Eh?
- Que quiero café, y el refrigerador es por mi cuenta.
- No, pero no estaría bien.
- Silencio – Y se coloca como en posición de defensa –
- ¿Ocurre algo?