Mi insólito matrimonio

La esposa. La verdad detrás del casamiento (primera parte). La ayuda al salón Hades. -

 

La ignorancia es una manera de ser feliz. Es mejor no darse por enterado, pero no hay remedio a la verdad, y la realidad. -

 

 

 

 

Al llegar a mi trabajo, no crucé a Riff, y por suerte a Clark, si a Rigel la dama de coletas que estaba regañando a una de nuestras compañeras Origima Nashira Deneb. Una chica un tanto tímida, de cabello castaño, ojos color té claro, baja estatura. De ropa informal simple. Vestido, y zapatillas, joven de veinte años. Mi compañera nueva. Según el viejo don Evans. -

    • Buenos días soldado Júpiter, veo que aún no está informe. ¿No revisaste el salón?
    • Estuve cubriendo la planta baja, el sector de ciencias naturales.
    • Era lo debido, pero debiste verificar luego de ello. Estamos con los tiempos muy apresurados como para que se pierdan.
    • ¿Podría ayudarme, otra persona?
    • No lo veo necesario. Según tu legajo. Llevas tiempo de experiencia.
    • De todas maneras, no puedo preparar un informe tan severamente. Es un trabajo de equipo, no individual – Recordé a Gaia en ello – mis capacidades se limitan, ¿Me entiende Rigel? – Le expresé irónicamente como para que englobe todo la situación sin menos preciar. Fue inútil.
    • ¡Esperen! ¡No..no..! – Origima quería expresarse entre nosotros, pero era inútil. -

 

    • Para ti, supervisora. Tu forma de meditar el problema no llega a ningún lado. – me dijo de forma tajante. Tanto que hería con su mirada. Escuché que ya había tenido inconvenientes con otros compañeros y compañeras. A decir verdad, la trajeron para que el trabajo salga en tiempo y forma, no obstante sus métodos agresivos con dos días de trabajo no eran efectivos.
    • Le recuerdo que somos seres humanos. Y el estrés que produce un mobbing psicológico puede ser contraproducente para el grupo
    • Sabía que tus capacidades mentales eran bajas, pero no me imagine que tanto
    • ¿Capacidades mentales? – Me dije. Estaba pensando en contestarle pero me genera molestia el tiempo que voy a perder en maldecirte - Mis capacidades son tan efectivas como su manera de trabajar situaciones. Ergo: intento parecerme a mis superiores en un 100 %. Se llama efectividad – Le sonreí. Origima, lanzó una leve risita, y se dio vuelta para no ver el rostro de Rigel.
    • ¡Grrr! – El ladrido estaba listo, pero tomó un respiro – ¡Bien! – Hoy deben ingresar a esa sala, y hacer una revisación. Quiero el informe para estos días. – Ordena Rigel.
    • ¿Ingresar? – Pregunta Origima –
    • ¡Lo que oyeron! - Se retiró dando la espalda. –

 

Ambos permanecimos pensativos. Quería evitar ir solo, sin embargo con Origima no era muy satisfactorio. Mi idea era que fuéramos varios a realizar el inventario.

El punto de vista de Origima era que debíamos ir a realizar el inventario en un principio.

    • ¿Qué haremos? – Pregunta
    • Lleva el anotador portátil de la tablet, e iremos clasificando todo.

 

Entonces nos dirigimos al corredor, allí el ascensor, y luego las escaleras amplias de subida hasta el pasillo oscuro. No me había percatado de que las ventanas estaban llenas de telas de arañas, y una opacidad que hacía pensar que el cielo del otro lado desde la altura estaba nublado. El camino a la puerta principal de la sala, generaba ruidos incesantes entre chirridos de baldosas flojas. Origima estaba detrás de mí con cierto pánico.

    • No te preocupes. Es un lugar lúgubre, pero no por ello maldito – Aclaré para dar seguridad, y de ello darme valor ante las creencias mundanas de leyendas lugareñas de edificios o sectores abandonados. – Estuve aquí. Sé que es un sitio tenebroso, aunque es parte de la mente. solo ello.

 

 

Al llegar al recorrido final. Estábamos parados frente a la Puerta principal. Recordé aquel miedo, que era distinto a todos ellos. A todos los miedos. Era el gélido ambiente, y añejo aroma del encierro, del olvido y la perdición.

Al abrir las puertas. Una sala inmensa llena de cajas y artículos dispersos. Primero ingresé, y luego detrás de mi Origima que temblaba como si fuera un terremoto interno. Mi corazón estaba bien, latía normal como siempre. Pero a medida que íbamos a lo profundo todo se pronunciaba como una cueva desterrada de la humanidad. Intenté encontrar el interruptor de luz, pero entre el barullo de los elementos esparcidos parecía que todo estaba en una gran licuadora que mezclaba todo. Estábamos casi a la mitad de recorrido utilizando la luz del celular. De ello encontré un velador viejo con una lámpara. Verifique con la poca luminosidad que tenía en mi móvil si el foco estaba en condiciones. El tungsteno estaba completo. Debe funcionar. Allí a la punta de una pared le pedí a Origima si podía acercarse e iluminar para ubicar un lugar donde enchufar dicho aparato.

    • ¡Estás loco! No pienso acercarme allí –

 

    • Debemos iluminar el lugar, de lo contrario no podremos realizar nada aquí. Mientras más rápido mejor

Suspiro ella, y fue caminando sigilosamente al horror de encontrar alguna alimaña.

    • Me da bastante miedo
    • A lo único que hay que temer es a los ratones o ratas que no te muerdan por alguna enfermedad.
    • Y los fantasmas
    • Deja de decir idioteces. – Claro que también temía a ello. –




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