Mi insólito matrimonio - El rescate de Gaia -

La esposa y la búsqueda. La pequeña demonio Libia. Seguimos en el bosque. Mikonos y los demás continúan sin mí. -

La esposa y la búsqueda. La pequeña demonio Libia. Seguimos en el bosque. Mikonos y los demás continúan sin mí. -

No solo hay vida, aquí, la hay en otros lugares remotos, tan cercanos y tan lejanos. Y todos al final coincidimos en que somos una humanidad.

La pequeña estaba allí, un tanto temerosa. Su color rojizo, era increíble. Y su rostro parecía de una dulce niña. Llevaba un atuendo, como el que usa una doncella en la edad media. Un vestido que llegaba a sus pies, y un listón en su cuello. Zapatos marrones cual botas, y una cadena como collar en su antebrazo. En su cabeza un gorro circular en formato de boina podía verse como un cuerno en su cabello. No podía dejar de pensar que estaba, frente a un extraterrestre vestido de cenicienta, ¿pero que había de extraño? Gaia, también lo es, y Luna. Mikonos, Tristán, y vaya saber también otros que haya en el planeta tierra. En fin, estoy aquí, y estoy atrapado en un orificio oscuro, profundo entre rocas, hay otro

agujero. Arriba hay unos gusanos, más arriba hay otro monstruos. Y aquí, me hace compañía una niña de color piel roja, y cabello plateado ¡Vaya aventura!

- Sigue disparando Gregory – Le dijo Mikonos corriendo a su par,

hasta que llegaron a la zona libre. La barrera aún no se había activado.

61

- ¡¡Debemos regresar, por Júpiter!! – Manifestó gritando,

¡Gregory! Está en peligro. - 

- No te preocupes por él, tiene la lanza. Es la mejor arma para

alejar estos monstruos. –

- ¡¡¡Pero, Júpiter, es solo un civil, historiador!!! – Expresó con

enojo. Mikonos lo observó como si no importase.

- Júpiter, no es un ser ordinario. – Le dijo con una risita –

Mantente tranquilo, estará bien. Luego lo localizaremos. ¡¡¡Vamos por allá – Señaló entre unos árboles. Allí se encontraban., las aves Grimorias.

- ¡¡Rayos!! ¿Qué es eso?

- Son las aves Grimorias. Los insectos les temen.

- ¡¡Perfecto, pero….!!

- Son amigables, en cierto punto, sino te metes con sus huevos,

y crías.

- ¡¡Nada me deja tranquilo en tu planeta!! -

- ¡No te preocupes, sigue corriendo, falta poco!

- Josefina por aquí – Tristán, la llevó de la mano a donde unas

malezas.

- ¡¡No puedo correr!!, ¡¡Mi pie!!

- ¡¡Haz un esfuerzo!! – Gritó Tristán – ¡¡Debemos abrir camino!!,

¡¡En esa dirección!! - Y señaló a las montañas. Un escarabajo los embistió delante de ellos. Tenían a la gran bestia en su frente. Tristán sacó su espada, y fue directo a él cortando parte

de su cuerpo. Josefina intentaba dispararle como podía. –

Josefina, huye de aquí, a donde señalé. Huye para las montañas, yo lo mantendré.

62

- ¡¡No voy a dejarte con esa cosa Tristán!! – Grita Josefina en la

desesperación y la calamidad. Un golpe de un monstruo desparrama a Tristán contra el suelo de la tierra.

- ¡¡Tristán!! – Grita con miedo Josefina. -- ¡¡Tristannnn!!!..... –

Unas lágrimas de desesperación se escaparon.Todo se tranformó en un escenario difuso.

- ¡¡Vete de aquí!! – La bestia arremetió contra éste. Una luz

amarilla lo atravesó desde el medio de su estomago, cayendo al suelo desplomado. El humo de las quemaduras y el estruendo se transformó en una nubosidad que no permitía ver el panorama – ¡¡Josefina!! ¿Dónde estás?.. ¡¡Demonios!!-- ¡¡JOSEFINA!!. – La visibilidad se fue aclarando al dispersarse la neblina de humareda. Ella estaba firme de pie, delante. Entre la bestia moribunda y Tristán. - ¿Josefina?

Los ojos de ella brillaban con un destello, y sus manos delante como en un conjuro, y luego cayó rendida al suelo.

- ¡Josefina!, - Tristán recogió su espada, para concluir el peligro

que ya había pasado. Fue la decisión de ella la que lo salvó, y él, la abrazó.

- ¡Vámonos de aquí! – Ordenó sonriendo, y se desmayó. Él,

devolvió la sonrisa. Y la llevó de brazos. Cargándola. El estruendo había hecho desaparecer el peligro, y Tristán se preguntaba ¿Qué fue lo que hizo?

Cada cual iban por un camino diferente al pueblo de Gaia, y al palacio.

Los problemas se habían avecinado con una velocidad extrema. Por un lado Júpiter se había perdido en el fondo de un gran agujero que lo absorbió y se vio frente a la gran colmena de los Alendes, los gusanos gigantes, que por suerte carecían de inteligencia como para

63

poder presentar una batalla digna, que pudiera ocasionar la muerte, al escapar de ellos se encontró frente a una menor, muy parecida a un humano, pero con una piel rojiza. Mikonos y Gregory se escaparon por el sitio de Arkadia hasta los páramos de los pastizales. Tristán y Josefina de camino por las montañas. Tres grupos divididos, y al mismo tiempo unidos por una misma misión. -

Esa niña me estaba poniendo un tanto, como decir: nervioso. Aún continuaba en el suelo. El dolor cintura era como una amiga de esas que te sorprenden y te abrazan por detrás. No te dejaré nunca. ¡¡Me duele!!... Bien, no puedo seguir quejándome. Ante ello resolví interponer mi misión por Gaia al dolor. No era que fuera como Rambo, ya que al más mínimo moretón, lloro como un crio. Pero debo ir por ella. Debo rescatarla. La pequeña aún observaba y contemplaba cada movimiento de mi parte sigilosamente. Me había dado porenterado de que estaba vigilando todos mis movimientos e incluso mi dolor de ciática o espalda. En su mente a lo mejor formaba una posible amenaza. Un monstruo de otro planeta. Bueno tampoco, ella es una belleza a la cual admirar y no temer. Resolví levantarme del suelo. Al hacerlo el polvo estelar, o lo que fuere se esparcía.

- Hola – Saludé levantando mi mano.

Ella me vio y se escondió.

- Hola. ¿Me entiendes? – Pregunté – ¡Yo… !- Y comencé una

mímica con mis manos – ser Júpiter …Ser terrícola de la tierra

Ella apenas se asomó.

- Yooo..ser.. Jup…¡Va!…¡¡Al demonio!!..Me siento como un idiota




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.