Mi jefe, Mi dueño

Entre emociones y algo más

No tuvo mucha comunicación con su jefe y eso le tranquilizaba, ya que desde que escuchó su voz algo en su interior se estremeció, no sabía que era, sin embargo, de lo que sí estaba segura era de que tendría que mantenerse lo más alejada posible o tal vez le traería recuerdos que no quería volver a vivir.

Su jefe parecía ser de los que piensan que los demás están a sus pies y que las mujeres hacen lo que ellos quieren, pero ella no se iba a mostrar débil e iba a tratar de ser lo más indiferente posible.

Salió de su apartamento a paso rápido como solía andar. Se dirigió a la parada de bus y al tiempo que llegó, el bus se detuvo frente a ella. Se subió y para su suerte encontró un puesto libre justo al lado de la ventana.

Llegó a la empresa y saludó con una sonrisa a la que la atendió el día anterior, y ella correspondio igualmente, subió por las escaleras ya que no era muy amante de los ascensores y prefería caminar.

Llegó a la empresa. Saludó con una sonrisa a la que la atendió el día anterior y ella le devolvió el saludo. Se dirigió al tercer piso por las escaleras ya que no era muy amante de los ascensores y prefería caminar. Al llegar se topó con su jefe que acababa de bajar del ascensor, él la observó y al darse cuenta de que su secretaria había usado las escaleras en lugar del ascensor, le brindó una sonrisa burlona.

 —Buenos días, señorita Dickham.

 —Buenos días, señor Parker —saludó lo más sería posible, ya que esa sonrisa la había dejado embobada.

 —Sígame, por favor.

La joven dejó sus cosas en su lugar de trabajo, luego se dirigió a la oficina sintiendo que con cada paso que daba iba perdiendo la fuerza. Cuando ella ingresó, lo encontró recostado en el escritorio y con una mirada que lo único que hacía era desconcertarla. Ella sentía que se iba a desmoronar en cualquier momento, intentó tranquilizarse, pero era en vano.

 —Señorita Natalie, ¿qué tal le ha parecido el trabajo? —esa pregunta la logró tranquilizar un poco.

 —Bien, no tiene muchas complicaciones.

 —Me alegra, ahora vayamos al punto —y su mirada se tornó oscura, se aproximó, dejó sus labios a un centímetro de los de ella.

Natalie se quedó petrificada, su interior era un caos, sentía calor en sus mejillas y no sabía cuánto iba a resistir esa tentación. Sin embargo, a los ojos de Nick, ella se veía tranquila, no se inmutaba, eso lo sorprendió, ninguna mujer lo había rechazado de esa manera.

 —Señorita, ¿por qué no me besa?, no se tiene que resistir, todas caen al final ante mis encantos —y su voz se tornó arrogante.

En ese momento, ella sintió una ira recorrer todo su cuerpo, sin embargo, no podía dejarse dominar, él era su jefe y podía perder su trabajo.

 —Me disculpa señor Parker, pero estoy aquí para trabajar, no para aceptar propuestas no laborales, ahora si me disculpa, tengo trabajo que hacer —y se retiró dejando a su jefe ideándose formas de hacerla ceder ante él.




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