Si alguien me hubiera dicho que iba a casarme con mi jefe, probablemente me habría atragantado con el café (como casi siempre lo hago cada mañana gracias a él).
Pero aquí estoy. Vestida de blanco. Con un ramo en la mano. Y un contrato de matrimonio que tiene más cláusulas que mi contrato laboral.
Adrien Davido Ferrari —mi jefe, mi tormento, el hombre que corrige hasta mis comas— está de pie frente a mí, tan serio como siempre, ajustándose el reloj suizo y fingiendo que no está a punto de cometer el error más grande de su vida.
Yo sonrío. O lo intento. Porque si no sonrío, me desmayo.
“Recuerda, solo por doce meses”, me susurra.
Claro. doce meses fingiendo que soy la esposa perfecta del hombre más insufrible del planeta. ¿Qué podría salir mal?
La respuesta corta: todo.
Y lo peor de todo es que, aunque jure que lo odio… una pequeña parte de mí no puede dejar de mirar sus ojos y pensar que este desastre apenas comienza.
#1087 en Otros
#70 en Aventura
#152 en Joven Adulto
jefe y empleada, jefe empleada enamorados besos, matrimonio bajo contrato
Editado: 15.10.2025