Mi jefe, mi esposo y otros desastres

Capítulo 13

Algo cambió aunque no quiere admitirlo

Desperté con los ojos hinchados y el corazón hecho un nudo.

La noche anterior había sido un desastre… o tal vez algo peor: una sacudida.

Intenté no pensar en su voz, en la forma en que me miró cuando dijo “confío en ti”.

No tenía derecho a decir algo así.

No después de todo lo que me hizo pasar.

Me duché, me vestí con el primer conjunto que encontré y salí rumbo a la oficina. El aire frío de la mañana me golpeó la cara y me hizo recordar que, a pesar de todo, la vida seguía.

Y que él seguiría ahí.

Cuando llegué, todos parecían más callados de lo normal.

Las miradas se cruzaban sobre mí, algunas con curiosidad, otras con lástima.

—Genial —murmuré entre dientes—. Otra vez soy la comidilla del día.

—Savannah —la voz de Emily, una de mis compañeras, me sacó de mis pensamientos—. ¿Todo bien?

—Sí. ¿Por qué no lo estaría?

—No sé, solo… Adrien llegó hace rato. Está raro.

Raro.

Esa palabra parecía describirlo desde que lo conocí.

Tomé aire y caminé hacia mi escritorio, intentando ignorar la sensación de que todos me observaban.

Cuando entré en su oficina para entregarle unos documentos, él levantó la vista.

—Buenos días, señor Ferrari —dije con toda la frialdad que pude reunir.

—Buenos días, señorita Johnson.

Ni una sonrisa, ni un comentario sarcástico. Nada.

Solo su voz grave, contenida.

Eso, curiosamente, me irritó más que sus burlas habituales.

—¿Algo más? —pregunté.

—Sí. Cierra la puerta.

Mi pulso se aceleró, pero obedecí.

Él se levantó y apoyó las manos sobre el escritorio.

—No debí ir a tu casa anoche.

—No. No debiste.

—Pero tampoco me arrepiento.

Mi garganta se secó.

—¿Y eso qué significa?

—Significa que no voy a presionarte más. La decisión es tuya.

—Vaya, qué amable.

—No es sarcasmo, Savannah. Si dices que no, lo respetaré.

—¿De verdad? Porque no pareces alguien que acepte un no.

—Tal vez contigo hago una excepción.

Sus palabras me dejaron sin respuesta.

Hubo un silencio incómodo, pero no frío… sino extraño, denso, casi eléctrico.

Su mirada bajó un instante hacia mis labios antes de apartarse.

—Puedes irte —murmuró.

—Encantada.

Salí rápido, pero el corazón me latía como si hubiera corrido un maratón.

Durante el almuerzo, Mi mejor amiga me llamó por videollamada.

—¿Estás viva o ya te casaste con tu jefe multimillonario? —bromeó.

—Cállate.

—¿Qué pasó anoche?

—Nada. Fue a mi casa. Hablamos. Discutimos. Me hizo llorar.

—Clásico. ¿Y ahora?

—Ahora se comporta como si nada hubiera pasado.

—Eso, querida, se llama manipulación emocional.

—No… —suspiré—. No sé si esta vez sea eso.

Em levantó una ceja.

—No me digas que te está empezando a gustar.

—¡No! —respondí demasiado rápido.

—Claro…

—Solo digo que… hay algo en él que no encaja con el monstruo que yo pensaba.

—Sav, cuidado con eso. Los hombres como Adrien saben parecer heridos para que bajes la guardia.

—Lo sé, . Pero, ¿y si no es el caso?

Ella me miró en silencio un momento, luego sonrió.

—Estás perdida.

La tarde se alargó más de lo habitual.

Cuando por fin salí, Adrien estaba en la puerta del edificio, hablando con alguien.

Un hombre alto, de cabello castaño, con una sonrisa traviesa y un parecido innegable.

Cuando me vio, el desconocido sonrió más.

—Así que tú eres Savannah. He oído demasiado sobre ti.

—Y tú eres…?

—Luca Ferrari, su hermano. El favorito, por supuesto.

Adrien bufó.

—Ignóralo.

—No lo haré —dije, cruzando los brazos.

Luca me miró con curiosidad.

—Vaya, ahora entiendo por qué estás tan insoportable, hermano.

Adrien lo fulminó con la mirada.

Yo simplemente di media vuelta y caminé hacia la calle, mientras escuchaba la voz de Adrien detrás de mí.

—Savannah, espera.

—Buenas noches, señor Ferrari.

No me giré.

Pero lo sentí.

Su mirada siguiéndome hasta perderme entre la multitud.

Y por más que quisiera negarlo, algo dentro de mí ardía.

No de odio.

Sino de algo que me asustaba mucho más.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.