Mi ladrona

Capítulo 1: Introducción

Humanos. Son tan comunes, simples, no tienen nada de especial, aunque no debería ser correcto que lo diga yo, al fin y al cabo, soy una humana.

Pero soy diferente a todos los humanos. ¿Por qué? Bueno, digamos que ser criada por un ser sobrenatural tiene sus ventajas.

Nunca conocí a mis padres biológicos, a mí me crio un hombre lobo, me crio un Alfa de linaje puro, ese hombre lo era todo para mí, él murió hace unos años cuando tenía quince, dio su vida por una humana, por mí.

Me enseñó todo lo que sé y también me entreno como si fuera de su misma raza, eso me hace diferente de todo y de todos.

Cuando mi padre murió, me dejó la casa donde vivíamos, es una cabaña muy hogareña de dos pisos, aquí él me crio y me enseñó todo lo que sé, ya llevo cinco años viviendo sola aquí y me adapte bastante rápido, mi padre me enseñó a vivir como una «loba» solitaria.

[...]

Lunes, querido y adorado lunes, y lo digo enserio, no me caen tan mal los lunes ya que tengo que ir a conseguir mi comida de la semana y lo hago haciendo lo que más me gusta ¿Cómo? Fácil: robando.

Sí, lo sé, puede ser algo deshonesto, pero mi padre me crio con muchas habilidades y sé con quién meterme.

Un pantalón Jean, una camisa verde a cuadros oscuro y mis tenis Nike negros forman mi vestimenta, amarre mi pelo largo y castaño en una coleta alta, no me puse maquillaje, no lo necesito; pase por la cocina y cogí una barra de chocolate. Amo el chocolate, pero solamente me gusta el chocolate blanco, el negro no me gusta tanto.

Me asegure de que todo este apagado, antes de salir me coloqué mi chaqueta de cuero y mis guantes de medio dedo, el viento frío del otoño se hizo presente en mi rostro, cuando deje a mi casa a mis espaldas, entre en mi auto, un Chevrolet trucks de 1993, color rojo, que ya necesita mantenimiento, tiene más de dos décadas.

Al norte de mi casa a más quince kilómetros, se encuentra una pequeña cuidad y a unos diez kilómetros al sur está el territorio de hombres lobo; mi padre vivió un tiempo en esa manada, estoy consciente de que no debo acercarme al territorio de los hombres lobos, por eso nunca entro en demasía al espeso bosque que está detrás de la casa.

Cuando salí del espeso bosque me fui a la izquierda mientras una canción sonaba en la radio, unos minutos después vi coche se averió y tuve que estacionarme a una esquina de la calle; afortunadamente una de las personas de la ciudad me ayudo, tenía pinta de tener dinero, tal vez vaya a su casa esta noche.

Me dirijo al centro de la ciudad, en dirección a una mansión estilo Agreste al entrar por el portón, luego de dejar mi auto estacionado afuera y colocarme mis audífonos, comienza a sonar: «Imperfecto» de Porta. Empecé a tararearla mientras subo por las escaleras y observo los cuadros.

Varios hombres de guardaespaldas, todos con recortadas formales y aspectos intimidantes, lentes ocurso y trajes marrones al igual que sus cabellos, me dan la bienvenida cuando entro a una de las habitaciones; el hombre que está sentado detrás de una mesa de caoba me mira con desaprobación, ignoro eso y tomo asiento al frente de él mientras escucho la canción.

—¡¿Qué rayos haces llegando a estas horas?! ¿¡Dónde estabas?! ¿¡Por qué llegaste ahora?! —Se notaba a leguas que estaba exaltado.

—Relájate —respondí con tranquilidad quitándome los audífonos blancos para prestarle mi atención al cien por ciento—. Hoy vine de buen humor, así que dame un pez gordo al que le pueda robar.

—Hoy no hay peces, querida —dijo fumando un cigarrillo, y con esas palabras mi buen humor se tiró por la ventana y mi mal humor tocó la puerta.

—¿¡A qué te refieres con que no hay peces viejo gordo?! —Ahora soy yo la exaltada, el cuello de su camisa se arrugó por la fuerza que impuse cuando lo tomé, sus guardaespaldas no se dieron cuenta de en qué momento ocurrió mi movimiento.

—Calma querida, calma, el miércoles vendrá un pez gordo —Afloje el agarre e intente calmarme, sus hombres se pusieron en alerta—; va a venir el secretario del Vicepresidente de una empresa en Inglaterra —Lo solté y me tire en la silla.

—¿Un secretario? —pregunté mientras soltaba una pequeña risa cínica— ¿¡Me crees con cara de robarle a un secretario?!

—No, tú tienes mucha experiencia, puedes robarle hasta el presidente —Tiene razón—, pero este mes no han habido muchos peces en el lago, desde que los peces locales dejaron de nadar solos es más difícil que muerdan el cebo.

—¿Crees que no lo sé? —La razón por la que ahora las personas importantes en esta ciudad tienen más seguridad, es porque le he robado casi a todos.

—Sé que lo sabes —Observe como le daba otra calada a su cigarrillo y me levanté de la silla dispuesta a irme.

—¿Dijiste que viene el miércoles? —pregunté antes de salir.

—Sí, el miércoles vendrá, el secretario se llama... —Lo interrumpí.

—No me interesa su nombre, ni la empresa de donde lo envían —Abrí la puerta dispuesta a irme—. Nos vemos el miércoles —Cerré la puerta y todavía escuchaba sus gritos.

—¡Aún no haces el papeleo! ¡Layla! ¡¡Layla!!

Llegué hasta mi auto y me senté en el asiento del piloto, prendí el radio de mi auto y estaba sonando la canción de José José, esa que dice: «Ya lo pasado, pasado, no me interesa». Me gusta la canción, así que la deje, mi teléfono comenzó a sonar y mire quien era.

—«Cuatro ojos con dinero» —Eso decía la pantalla, sonreí con malicia y puse el teléfono en mi oído.

—Ho...hola Layla —Dijo el chico al otro lado de la línea— Soy...soy Antoni.

Una sonrisa maliciosa se dibujó en mis labios y pensé: «¿Por qué no aprovecharse del chico rico que está enamorado de mí para sacarle dinero?»

—Antoni hace mucho que no nos vemos, me gustaría pasar el día contigo hoy ¿Te apetece?




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