Mi ladrona

Capítulo 14:La manada (Parte 1)

—No —respondo con un nudo en la garganta e intentando separar el abrazo.

—Pero... hueles como una —Sus brazos me aprietan con más fuerza sin llegar a lastimarme.

Antes de darme cuenta Ángel ya me estaba olfateando el cuello, inhalando mi aroma como si de una droga se tratase; mis piernas flaquearon al sentir su lengua debajo de mi oreja. Debo admitirlo, esto es muy excitante. El olor a chocolate blanco se está haciendo muy presente.

Son sus feromonas —Mi loba está deseosa y yo también, sinceramente.

—Tú no hueles como una humana —Su voz se escuchó profunda cerca de mi oído—. Eres una licántropa.

Esa no fue una pregunta, él lo está afirmando. Se separó un poco de mí, lo suficiente como para juntar su frente con la mía. Sus ojos conectaron con los míos y los vi con rasgos amarillos. Rozó su nariz con la mía y pude sentir su respiración agitada, esta iguala a la que me pertenece, mis sentidos ahora más agudizados, también notaron su corazón palpitante, igualando el mío, que latía desbocado.

—Debería... estar enojado contigo...

Difícilmente pronunció esas palabras acercándose cada vez más a mí. Mis manos arrugaron la camiseta que tiene puesta desde ayer, dicha camiseta es de mi padre.

—¿Por qué nuestro Alfa está molesto? ¡Pregúntale! —exige Riana en mi cabeza.

—¿Por qué? —pregunto en un susurro.

—Porque —Su aliento rozaba mis labios— no me dijiste... que eras... una... mujer loba.

En cada pausa que tomaba me daba un casto beso. Escucho a mi loba gruñir de excitación. Y antes de darme cuenta ya estaba sobre la mesa, con los labios de Ángel en mi cuello.

—Justo aquí quiero marcarte —dijo antes de morder levemente en dicho lugar.

Mi cuerpo respondía a su tacto como si yo fuera una cría y los ruegos de mi loba por dejarme marcar tampoco ayudan. Sinceramente no sé cómo había podido mantener las piernas cerradas para que él no se colara en ellas.

—Vamos... Abre las piernas para TU ALFA.

Con esa frase mi cuerpo cedió a su petición y mi loba gimió en mi interior. Su cuerpo se coló entre mis piernas y escuché un gruñido de su parte, eso me hizo soltar un suspiro. Él no tiene planes de detenerse.

Y yo tampoco —Gruñe mi loba.

—Tú no te metas, aún me debes muchas explicaciones Riana —dije un poco molesta a mi loba por nuestro enlace.

—¿Por qué no me lo habías dicho antes? ¿Por qué ocultármelo? —pregunta Ángel suplicando respuestas en su voz.

—Porque yo no... —Reuní valor y decidí decírselo— yo no lo sabía.

Ángel P.OV

—¿¡Qué!? Eso es imposible —Gruñe mi lobo frustrado.

—¿Cómo es eso de que no sabías? ¿Cómo es posible? —Le interrogue alejándome un poco de ella.

—Yo me enteré hace menos de una hora —Confiesa bajando la mirada.

No, no la bajes, me gusta verte. —Pensé, mas no lo dije.

—Vaya —Cielos no sé qué decir—, debió... ehh... ser ¿Complicado?

—¿En serio? ¿De verdad dijiste eso? —Se queja mi lobo.

—¿Qué se supone que se debe decir en estas situaciones? —interrogue a mi lobo sabiendo que no obtendría respuesta.

—Oye —Su meliflua voz me trajo de vuelta— ¿No deberías volver a tu casa?

—¿Nos está echando? —pregunta mi lobo, mientras veíamos como ella se bajaba de la mesa y se separaba de nosotros.

—¿Me estás echando? —Mi ceño fruncido acompaña a mi pregunta.

—No, no, no, no, es solo que, debe ser extraño que... pues... alguien como tú, desaparezca por varios días, sin dejar rastro, deben estar preocupados —Menciona moviendo las manos intentando explicar.

—Layla, me estás echando y esa no fue una pregunta —Comento casi seguro de lo que decía.

—¿Por qué crees que te estoy echando? —Si pudiera levantar una ceja lo haría, pero como no tengo esa movilidad, opte por obviar su pregunta.

—Tu loba ¿Qué dice al respecto? —pregunto refiriéndome al hecho de que ella me está echando, me acerque a ella, pero se alejaba mientras más me acercaba.

—Ahora mismo la estoy ignorando —responde poniendo los ojos en blanco.

—No deberías —Sé que ella sabe que tengo razón.

—¿Tú eres el Alfa de tu manada no? Tu Beta debe estar preocupado y toda la manada también —Sigue intentando echarme.

—Mi Beta sabe dónde estoy —Reí internamente al recordar su expresión cuando le di mi teléfono y todos mis objetos para ir tras Layla.

—Tu Beta Marcos —dijo sonriendo pícaramente como si recordada algo gracioso.

—¿Cómo ella conoce a Marcos?

—Aún me pregunto cómo y por qué sabes su nombre.

—Yo lo conocí el lunes, un pelirrojo ¿No? —Esa sonrisa pícara otra vez.

—¿¡Qué como ella conoce a Marcos!?

—Quiero que me digas todo lo que pasó. Mi lobo está celoso —Mis palabras salieron en un gruñido.

—¿Solo tú lobo está celoso? —pregunta coqueta, yo le ignore, vi que su rostro volvía a estar serio— Pero eres Alfa de tu manada ¿Verdad?

—Es complicado —digo rascándome la nuca.

— ¿Por qué? Tu eres un Alfa de linaje puro, los que son así, siempre son los Alfa de las manadas, a menos que alguien más fuerte esté en el puesto, alguien como tú padre.

—Mi padre se fue desde que tenía quince, se fue a criar una humana —espete conteniendo la furia—, prefirió a una humana, en vez que a su manada.

—Mi padre también me dejó a los quince, él murió salvándome —Presté atención a lo que decía.

—¿Cómo murió? ¿Qué pasó?

—Es complicado —dice sonriendo, imitando lo que yo había dicho hace unos segundos.

Aunque en realidad, ella tiene razón, me he pasado casi 3 días fuera desde que llegué, mi mamá debe estar preocupada y debo bañarme.

—Si tanto insistes en echarme, me iré —Vi un atisbo de culpabilidad en sus ojos, pero no dijo nada.

—Que te vaya bien —musita. Camine en dirección a la puerta y Layla me siguió.




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