Mi ladrona

Capítulo 20: Comienza a aclararse el pasado

No estoy segura de haber hecho lo correcto.

—Así se hace joder —Mi loba, por otro lado, está eufórica y está de más decir que se encuentra deseosa de ver a Ángel y que yo le cuente de esta gran hazaña.

—Mate de Ángel —La voz del actual Alfa de esta manada hace que me detenga en la mitad del pasillo que lleva a las escaleras, dichas escaleras llevan al tercer piso y de allí a la habitación de Ángel.

—Mis disculpas, creo que no presente correctamente —digo ante la verdad, y el recuerdo de presentarme ayer solamente como mate de Ángel me invade.

—No te preocupes —Sus pasos hacen que se acerque más a mí para estrecharme la mano y no me pasa desapercibido que me acaba de tutear, cosa que en realidad no me molesto.

—Layla Carter, a sus servicios —Me presente formal y educadamente estrechando su mano, una sonrisa se planta en su rostro y mi ceño se frunce ligeramente al recordar que ayer me llamo por mi nombre, sin antes habérselo dicho.

—No hace falta formalidades Layla, sé que tienes preguntas para mí, estoy seguro de que sabes quién soy o al menos lo sospechas —Sus palabras me dejan sorprendida; deje caer mi mano y una sonrisa también se plantó sobre mis labios. Iba a habar cuando la voz de mi mate llega a mis oídos.

—Es él, ya llego —Suspira mi loba enamorada— ¡Vamos a decirle lo que hicimos!

—No —Sentencie; a veces la actitud de adolescente enamorada, característica de las lobas me molesta—. Es más importante hablar con Christopher.

Pero... —Lloriquea.

—Sin peros Riana —Sentencio con rudeza—. Hay cosas más importantes.

Levanto mí vista en dirección a Christopher, debido a que la tenía en el piso. El hombre me sonríe, como si supiera que acabo de pasar por una breve discusión con mi loba.

—¿Podemos hablar en un lugar... más privado? —pregunto ante la evidencia de que estamos en el pasillo.

—Por supuesto —Me dice comprensivo—Vayamos a mi oficina.

Le sigo los pasos hasta dicho lugar en silencio. Antes de desaparecer por completo en el pasillo escucho la voz de Natalia y de los perros que venían con ella, espero que no convenzan a Ángel de que hice algo malo. En el camino no pude evitar pensar en todas las opciones y preguntas que le voy a hacer, no sé qué tan dispuesto este a colaborar, así que mis interrogantes deben ser objetivas.

Antes de poder darme cuenta ya me encuentro en su despacho, sentada al frente de Christopher quien está detrás de su escritorio negro. Su oficina es toda cerrada, ni siquiera una ventana, parece más un cuarto de cárcel que otra cosa.

—Voy a ser breve, no sé cuánto tanto tiempo tenemos —Avise mientras recogía mi pelo detrás de mí oreja, ya que una ráfaga de viento lo había alborotado.

—Primero dime qué es lo que sospechas y luego te digo cuales son mentiras y cuales son verdad —Propone y yo accedo.

—Bien, esto es lo que sospecho —Comienzo a decir—, tú eras el Beta del padre de Ángel, quien era el Alfa de esta manada, por eso ahora es que tú eres el Alfa y no Ángel ¿Cierto? —pregunte con un poco de nerviosismo a equivocarme.

—Cierto.

—Bien —El alivio me invadió—. El padre de Ángel, conocido como Miguel, dejo la manada para criar a una humana, o sea, a mí, pero eso no tiene sentido ya que yo no soy humana ¿Puede explicarme esa parte? —Pido con curiosidad picando en la lengua.

—Lo único en lo que fallaste fue en la parte de humanos —Estoy atenta a cada una de sus palabras y recién hasta ahora me entero de Riana no ha vuelto a hablarme, me encargare de eso después—, la bebé con la que Miguel escapo eras tú, no tenías ni un año de vida cuando te sacaron de esta manada, tu vida corría peligro, tienes en tu sangre algo por lo que muchos matarían.

—¿De qué hablas? —Tengo las palabras atascadas en la garganta, yo de verdad era de esta manada— Pero ¿Y mis padres? No puedo creer que Miguel sea mi padre biológico —Una mueca de asco se dibujó en mi rostro al pensar en Ángel y yo como hermanos y Mates a la vez.

—No, no, tranquila —Pequeñas risas se escaparon de su garganta, para luego volver a ponerse serio—. Tú y Ángel no son hermanos —Sentí que me quitaron un peso de los hombros.

—Entonces ¿Mis padres?..

—Tus padres eran los científicos del pueblo y también los médicos; ellos se encargaban de hacer las medicinas y estudiar el comportamiento licántropo —Toda mi atención está puesta una vez más, en su relato—. Tu padre no se podía convertir en lobo, por una deformación genética —explica brevemente y yo trague en seco—, pero de todas maneras tenia las ventajas de una hombre lobo.

—Mis padres intentaron cambiar eso ¿Verdad? Intentaron hacer que mi padre se pueda transformar —pregunte aún más curiosa que antes.

—Más o menos, ellos al principio intentaron hacer que el lado lobo surgiera, pero luego pensaron en... suprimirlo por completo, hacer que el lobo no exista, por así decirlo, que solo este el humano, para eso necesitaban a muchos conejillos de Indias.

—Yo... soy uno de esos conejillos —digo más como afirmación que como pregunta sintiendo una presión en mi pecho.

—No solo fuiste un conejillo Layla —Le vi levantarse de la silla y acercarse a mí—, tu eres la prueba viviente del resultado de sus experimentos.

—¿Cómo? —pregunto aturdida.

—Layla ¿Cuándo fue la primera vez que hablaste con tu loba?

—Hace menos de dos semanas —respondo sin dudar.

—Por casi dos décadas tuviste a tu loba en tu interior, pero no lo sabias, por casi dos décadas tenías suprimida a tu loba dentro de ti ¿No lo entiendes? Tú tienes la cura.

—¿La cura contra qué o qué? —Me dio miedo preguntar.

—La cura contra la licantropía.

 




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