Mi ladrona

Capítulo 26: Alexis (Parte 3)

—Así que tú eres Alexis —Es lo primero que digo luego de amenazar a mi loba para que se calle y recupere sus fuerzas, me molesta que ella intente hablar cuando claramente no puede.

—Sí ¿Y tú eres? —pregunta intentando dar un paso, no lo logra y se queda apoyado a la pared.

—La persona que te salvo —respondo simple avanzando a él con cautela.

—¿Esta persona tiene un nombre? Tu olor me hace pensar que eres...

—¿Que soy? —pregunto una vez que note que no iba a completar la frase.

—Layla —Mis ojos se abrieron de par en par y el tal Alexis lo noto— ¿Eres Layla? —Antes de responder ya sus brazos me rodeaban y yo no pude alejarme, o mejor dicho, no quería alejarme— Eres Layla, mi Layla —Sus manos acogieron mis mejillas y una de ellas quito mi mascara— mi Lala, estas viva, no puedo creerlo —Volvió a abrazarme e inhalo mi aroma, por increíble que suene no me quise apartar de él, me sentía a gusto, en casa—. Sabía que estabas viva, lo sabía.

—¿Qué? —pregunto saliendo de mi ensoñación.

—Oh, perdóname por todo por favor, perdóname por no estar contigo —No tengo la más remota idea de a qué se refiere.

—¿Qué? ¿A qué te refieres? —Me sujeta de los hombros y me mira a los ojos.

—¿No me recuerdas? —La tristeza está en su voz.

—No, yo... no —respondo sincera.

—¿Tienes una loba? —pregunta sorprendido, yo asiento— ¿Ella me recuerda?

—¿Riana? ¿Lo recuerdas? —pregunto a mi loba.

—No con exactitud. Pero podemos confiar en el —Me dice con un poco de dificultad.

—No del todo, lo siento —Me disculpo sosteniéndole y viendo como su sangre mancaba mi chaqueta.

—Está bien, solo tenías meses de edad la última vez que nos vimos —Mi ceño se frunció y lo vi apoyarse a mi desde un costado, pasando su mano por mis hombros.

—¿Qué?

—Después hablamos de eso, ahora salgamos de aquí —Mi brazo pasa por su cintura y a pasos lentos comenzamos a caminar para salir de donde estábamos.

Alexis sostiene mi careta y yo lo sostengo a él, realmente está débil, la sangre sigue saliendo de su cuello, hasta que no se desinfecten sus heridas no podrán cerrarse. Yo sentía mis nudillos curarse por completo, agradecí a Riana.

—Te ensucie con mi sangre, perdón por eso —Se disculpó y yo le reste importancia.

—No te preocupes. Mi loba confía en ti —digo mientras nos alejábamos del lugar frío donde estábamos y comenzaba a sentir un poco de calidez.

—Es lo lógico —Le miro de soslayo y el me mira a mi... Momento incomodo... desvié la mirada y mire el camino.

—La última persona en la que confiamos fue en nuestro Mate —Sentí su cuerpo tensarse.

—¿Ya encontraste a tu Mate? —Creo que escuche molestia en su voz.

—Sí, y me rechazo —Mi loba suspira con un rastro de dolor y en mi voz impregne desinterés.

—No te rechazo —Siseo—, y si lo hace lo mato —Ignoro momentáneamente su amenaza.

—¿Por qué dices que no me rechazo? —pregunto intrigada, según yo, él ya me había rechazado.

—Tus pupilas siguen normales —Comenzó a explicar—, cuando te rechazan tus pupilas desaparecen por así decirlo, solo se quedan tus iris.

—¿Se ponen como tus ojos? —pregunto observando sus peculiares ojos, parecen los de una serpiente, filosas pupilas rojas y una blanca esclerótica.

—No, Lala, no se ponen como los míos, mis ojos están de esta forma por tu culpa —respondió con una sonrisa y yo obvie la forma en la que me llamo.

—¿Por mi culpa? —Comenzaba a filtrarse la luz de afuera ya que nos acercábamos a la entrada.

—Te explicare luego —Tiene que explicarme muchas cosas.

Salimos de aquel lugar por el orificio que hice y con cuidado de no tropezarnos con las piedras también salimos de la oficina de Chris. Caminamos por los pasillos deshabitados con la única compañía de la luna.

—¿Dónde están las personas de esta casa? —pregunta mientras caminamos a la habitación de Ángel, sigo esperando que no esté ahí.

—No lo sé, cuando me libere y salí no había nadie.

—¿Estabas encerrada? —Vuelve a preguntar, esta vez está un poco alarmado.

—Sí —contesto simple.

—¿Quién te encerró? ¿Te torturaron? ¿Te hicieron daño? Voy a matar a los desgraciados que te hicieron eso —Le miro confundida por su arrebato y suspire.

—No sé quién me encerró —Lo escucho suspirar pesadamente mientras nos acercábamos a la habitación— ¿Qué es lo que tienes con matar a las personas que me han hecho daño?

—Creo que no lo entiendes, mi propósito en la vida es protegerte y te pido perdón por no haber estado a tu lado antes —El me mira, con esas pupilas rojas y yo sonrío.

—No sé de lo que hablas, pero no te preocupes, tal vez estas delirando por la falta de sangre —digo y el niega con la cabeza. Entramos a la habitación y seguía vacía, lo lleve al baño— ¿Crees que puedas ducharte solo sin morir?

—Sí, creo que puedo hacerlo —responde con socarronería.

—Bien, yo iré a preparar comida, estaré abajo —El asiente y yo bajo a la cocina.

Antes de salir me quite la chaqueta ya que es la única que se ensucio de sangre y me quede con la camisa. Dentro de mi ser tengo el sentimiento de que lo conozco, de que es alguien importante. Prepare comida para ambos, mucha comida, en serio... mucha comida.

Layla —Me llama mi loba.

—Hola, Riana ¿Te sientes mejor?

Sí, descansar me sirvió.

—Te lo dije, por cierto gracias por curarme —Agradezco viendo como mis nudillos se encontraban en perfecto estado.

No hay de que —Hubo silencio por unos segundos en los que comencé a servir un jugo que encontré en la nevera, esperando que no esté dañado— ¿También lo sientes verdad?

—Sí, el sentimiento de hogar con estamos con él, es extraño.

—¿De dónde crees que lo conozcamos?




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