Mi ladrona

Capítulo 27: La historia

Alexis P.O.V

La tengo en mis brazos. Por fin, después de tanto tiempo. Mi Lala, mi hermosa Lala, ahora que te tengo no te dejare ir. Me devolviste la vida, cuando creí que había muerto.

[...]

—Karina, mi amor ¿Dónde estás? —Recuerdo lo extraño que me pareció no encontrarla, yo ya había marcado a mi Mate.

—Hola Alexis —Tremendo susto que me pegue en ese momento.

—¡Por la Diosa! No me des esos sustos —Mi mano derecha la tenía en el pecho, mi corazón latía con rapidez, no era específicamente por el susto, Karina, mi Mate, estaba diferente—. Estas diferente ¿Te hiciste algo en el pelo? —pregunte con mi característico humor.

—Tenemos que hablar —Su voz ya no era dulce como estaba acostumbrada a escuchar, era fría, monótona.

—¿No se supone que eso estamos haciendo? —Sus ojos mandados al cielo con fastidio me hicieron darme cuenta de que había algo mal.

—Me canse de ser la Mate de un hombre lobo sin rango —Esas palabras dieron a mi corazón.

—¿Qué? Pero mi amor... —Yo intente acercarme a ella, pero ella no me dejo.

—No te me acerques, ahora eres un ser inferior a mí —Recuerdo que, solo en ese entonces me di cuenta de lo que había cambiado, mi marca ya no estaba en su cuello, lo que representaba nuestro amor ya no estaba, su olor había cambiado, su fresco olor a vainilla fue remplazado por el fétido olor a bruja.

—¿Qué fue lo que hiciste? —No me respondió.

—Yo, Karina, te rechazo a...

—¡¡ALTO!! —Le detuve y en ese entonces hice lo que jamás creí que haría... suplique: — No lo hagas, por favor, te lo suplico —Recuerdo sentir el piso en mis rodillas cuando me arrodille frente a ella—, por favor, no lo hagas, haré lo que sea, cambiare, pero te lo suplico no me rechaces.

—¿Me ayudaras con mi venganza? —Estaba dispuesto a decirle que sí, pero mi lobo, quien siempre ha sido reservado grito en mi interior.

—¡¡NO!! ¡No te atrevas Alexis!

—Pero ella nos rechazara y la perderemos.

Nos tendremos el uno al otro, no podemos ayudarla, ella no es nuestra Karina, yo... no siento a su loba —El impacto que tuvieron esas palabras me impulsaron a levantarme del suelo y a limpiar las lágrimas que habían brotado sin autorización.

—¿Qué hiciste con tu loba? —pregunte directamente.

—Eso no tiene que ver contigo.

—¡¿Karina, qué hiciste con tu loba?!

—Yo, Karina, te rechazo a ti, Alexis, como mi Mate, ahora y para siempre —Esta vez no la detuve, sentí mis ojos arder y mi interior resquebrajarse, mi lobo aulló con dolor y antes de que mis sentidos se nublen por completo pude escuchar cómo se carcajeaba de mi sufrimiento.

—Karina —Intente llamarla inútilmente, en ese entonces era tan iluso.

—Ya no soy Karina, esa mujer débil murió, ahora soy Natalia y yo busco venganza por los científicos que me hicieron esto.

Creí que esa sería la última vez que la vería... me equivoque.

[...]

—Oye Alexis, ya puedes soltarme —Layla intenta separarse de mí, pero yo no quiero. Sin embargo tengo que hacerlo.

—Sí, lo siento —Me separo de ella con el dolor de mi corazón, la vi sonreírme con un poco de incomodidad.

—Está bien, vamos a comer algo —Mi hermosa Lala me hizo de comer, ya puedo morir feliz, mis ojos se iluminaron y asentí feliz.

—¿Cuándo aprendiste a cocinar Lala? —El apodo me salió sin autorización, tengo que recordar que ella no se acuerda de mí, eso nos pone triste a mi lobo y a mí.

—Cuando era más joven —Contesta simple y con evidente incomodidad, decidí dejar las preguntas para después y concentrarme en comer.

Recuerdo todo de ella, todo el tiempo que pasamos juntos...

—Mmm ¿Dónde estará mi pequeña Lala? —Canturreaba mientras me paseaba por la sala, podía ver sus piecitos por debajo de la cortina.

Luego de ser rechazado, la Diosa Luna me dio la oportunidad de volver a vivir, a sabiendas que Karina, ahora bajo el nombre de Natalia vendría por venganza, me hizo guardián de la pequeña Layla, que en ese entonces no había nacido. Durante meses entrene para dejar de ser un debilucho, con el propósito de proteger a Layla.

Cuando Layla nació fue cuando sentí que la vida me volvía, mis ojos cambiaron a unas filosas pupilas rojas y a mí me dedico la primera sonrisa. Sus padres, científicos reconocidos, siempre estaban trabajando y a pesar de que ellos fueron los que dañaron a Karina, bueno... a Natalia, ellos no me importan en lo más mínimo, el único ser que me importa es Layla.

—Creo que nunca podré encontrar a mi pequeña Lala —Escucho como trata de ocultar sus risitas.

Ella es increíble, apenas tiene meses de edad y ya es como si tuviera cinco años, nunca estuve de acuerdo con los tóxicos que le mezclaron cuando ella estaba en la barriga de su madre. Layla con solo siete meses ya puede caminar, correr, esconderse, puede hacer tantas cosas, menos hablar.

—¿Estará Lala detrás de... —Escuche sus latidos aumentar— la cortina? —Grite la última palabra a la vez que abría la cortina, allí estaba ella, soltó un gritillo y se pegó a mi pierna.

Entre risas, la levante en mis brazos y ella me abrazo por el cuello, camine con ella en brazos y me senté en uno de los sillones.

—¿Cómo me encontraste? —Una de las cosas que más amo de ser su guardián, es que puedo hablar con ella mediante una conexión especial, sin la necesidad de emitir las palabras.

—Tengo mis medios —Conteste sonriente y ella saco algo se su bolsillo.

—Yo también tengo los míos —Me refutó mostrándome un bombón de chocolate blanco.




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