—¿¡De qué diablos estás hablando!? —pregunta, sin creer lo que digo; le mire con una ceja alzada.
—¿Con ese vocabulario te vas a dirigir a mí? —Quise saber de forma burlona para aligerar el ambiente.
—No estoy de bromas —Lo sabía, se notaba en su rostro.
—Ya no juegues con ella, vas a tener que contarle —dijo mi lobo en tono cansado, aún estaba un poco agotado.
—Te voy a contar todo lo que sé —Camino a la sala y estoy consciente de que ella me esta siguiendo, busque un retrato en específico.
—¿Qué haces? —Sigue igual de curiosa.
—Sigues igual de curiosa que ante Lala —Le hago saber, recordando todas las veces que jugamos en esta sala, está totalmente cambiada, lo colores, las cortinas, los muebles, todo cambio.
—¿Por qué me llamas «Lala»? —Le mire de reojo y veo como puso comillas al rededor del apodo.
—Ya lo sabrás —Sigo buscando la foto hasta que la encontré, la tome con mi mano y la acerque, me decepcione levemente al darme cuenta de que me borraron de la foto—. Te gustara ver esto.
Camino hasta un sillón individual y me siento, mire a Layla quien también se acerca a pasos cuidadosos, si tengo en cuenta que fue Miguel quien la crio ella no me dará su confianza. Palmeo mis piernas para que siente en ellas y ella se carcajea.
—¿Piensas que me voy en las piernas de un extraño? —pregunta entre risas.
—Antes siempre lo hacías —Finjo un pequeño puchero y ella rueda los ojos, no dice nada por unos segundos donde supongo hablaba con su loba.
—Me da igual —La veo ponerse de rodillas al lado de donde estaba sentado, vio la foto y por su expresión supe que ella ya la había visto.
—¿Reconoces a algunas personas de esta foto? —pregunto dejando la foto enmarcada en sus manos.
—Sí, él es Miguel, el hombre que me crio —dice apuntando a dicho hombre—, ella es Yudith, la madre de Ángel —Asiento dándole la razón—, creo que es Ángel en su adolescencia —Sonreí por eso, que efectivamente es cierto.
—Bien ¿Quién es la pareja que tiene la bebe en brazos? —Su ceño se frunció y una sonrisa amarga se posó en mis labios.
—No lo sé —Confeso sincera.
—Son tus padres.
—Pudiste decirlo con un poco de tacto —Sugirió mi lobo bufando, yo le ignore.
—Si claro, como no, ellos son mis padres ¿Y quién se supone que es la bebe que está en sus brazos? ¿Yo? —Su voz es sarcasmo puro.
—Pues sí, de hecho eres tú —Le veo carcajearse de nuevo.
—¿Y quieres que me crea que ellos dos son mis padres, pero que fui criada por Miguel como una humana, luego de que mis padres me abandonaran? —Su voz comenzó a sonar histérica y ella se levantó del suelo mientras se sujetaba la cabeza.
—De hecho las cosas son un poco más complicadas —Deje la foto en la mesita del frente con un sabor amargo.
—Pues descomplicalas —Sus brazos cruzados me recuerdan a su madre cuando exigía algo.
—Has hablado con Christopher, lo que significa que te contó algunas cosas, de todas maneras te voy a contar como era la vida aquí hace años...
»Tu padre, Alan Smith, un hombre lobo de linaje mestizo que tenía un defecto genético, lo que impedía que se pueda transformar en lobo, él tenía todas las ventajas de ser un hombre lobo solo que su olor era menos intenso y no se podía transformar. Sin embargo eso no impidió que conociera a tu madre Mariana, una mujer loba de linaje puro; tus padres se conocieron de manera natural, y a tu madre no le importo que tu padre tuviera ese desorden genético.
»Ambos fueron los mejores científicos licántropos, llegaron a lugares que nadie había llegado. Tu padre adoptivo, Miguel Dalas, el licántropo más astuto y calculador que he conocido, fue el Alfa de esta manada; junto a su Beta, Christopher, el licántropo más fuerte, y Alan, tu padre, el tercero al mando, llevaron a esta manada a la prosperidad, todo era maravilloso.
»Pero... la curiosidad de tus padres les llevo a lugares de la ciencia no muy bonitos. Se preguntaban: «¿Podrían haber más personas como Alan? ¿Podríamos llevar a los licántropos a la misma 'condición' de Alan, ganando los beneficios de la licantropía sin tener que pasar por la dolorosa transformación? ¿Se podría aumentar las ventajas de esta 'condición'?»
»Fue increíble la aceptación de sus propuestas, resulta que a muchos les gustó la idea de no tener que transformarse; incluso se preguntaban: «¿Podrían hacer que dejemos de escuchar la voz de nuestros lobos? » Es increíble como los licántropos ya no querían a sus lobos, solo querían su poder. Tus padres investigaban, lo hacían por mera curiosidad, hasta que surgió la pregunta: ¿Se puede obtener la «cura» contra la licantropía?
»Comenzaron los experimentos, muchos licántropos se ofrecieron por voluntad propia, de echo para evitar problemas, tus padres les hacían firmar un contrato, con testigos y todo, no querían problemas, solo respuestas. En esta misma casa se hicieron los experimentos, esta casa está llena de túneles secretos, pero ya no queda rastro de los experimentos que se hicieron hace años.
—¿Estaban de acuerdo? ¿Miguel y Christopher estaban de acuerdo? —Levanto mi vista la cual se había mantenido fija en la foto, la vi sentada al frente mí en un sillón individual intentando procesar todo.
—Al principio sí, luego ya no tanto, pero no quisieron intervenir, todo era legal.
—No puedo creer que existan licántropos que no quieran todo esto —Layla mira a sus manos negando—, como quisiera transformarme —Frunzo mi ceño.
—Puedes transformarte —Sus ojos conectaron con los míos cuando escucho mi afirmación—, no de la misma manera que todos pero puedes hacerlo.
—Explícate —Exigió.
—Continuare contándote, luego respondo tus preguntas —No deje que me contestara y seguí hablando—. Hubo alguien en especial que quería callar a su lado lobo, ese alguien no quería hacerse más fuerte, tampoco quería dejar de transformarse, ella quería ser humana, quería la cura, pero aún no estaba lista.
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Editado: 08.08.2022