Mi ladrona

Capítulo 33: Recaudando información

Aún es de día y no tenemos idea de cuál es la ubicación exacta de Natalia, ni sabemos si ya ataco a los humanos, necesitamos un plan.

—Llamas mucho la atención —Le digo a mi guardián viéndolo.

—¿Por qué tienes ropa de hombre? —Me pregunta cuando le entregue un pantalón de mi padre.

—No seas celoso, es de Miguel, este no lo destruyeron —explico dejándolo solo para que se pueda vestir. A penas segundos después le vi salir con el pantalón puesto.

—¿Y bien? ¿Cómo me veo? —Bromea dando una vuelta sobre su eje.

—Me sorprende que puedas estar tan relajado en una situación como esta —Admire de Alexis y le vi sonreír.

—No puedo alterarme, si lo hago, tú lo harás y estaremos jodidos.

Salimos de la casa y nos introdujimos al bosque en dirección al pueblo. Caminamos lo más cautelosamente posible. Escuchamos voces después de que caminamos unos dos kilómetros. Nos escondimos y nos preparamos para atacar a quienes sea que se están acercando.

Son dos personas, dos hombres, uno mayor que el otro, las voces me son familiares. Los emboscamos antes de que se dieran cuenta de nuestro olor; yo caí encima del menor de los dos y Alexis se encargó de inmovilizar al más grande. Los hombres intentaron removerse, pero fue inútil, ellos son humanos y nosotros no.

—¿Antoni? —pregunte confundida cuando le di la vuelta al chico que tenía debajo de mí.

—Así es preciosa, el mismo al que le robabas hace menos de dos meses —No puedo creerlo, el chico que está debajo de mí, es el cuatro ojos con dinero.

¿Quién es él? —pregunta Alexis mentalmente.

—Es un chico del que me aprovechaba —explico brevemente.

Levanto a Antoni y el no puso mucha resistencia, cuando veo el hombre que Alexis sostenía en la misma posición que yo sostengo a Antoni, maldije en voz baja. Es el viejo, mi empleador, el hombre que me dio trabajo como ladrona.

—¿Tú también estás aquí viejo Martínez? —Suelto viendo como el hombre se retuerce intentando liberarse del agarre de Alexis.

—Creí que habías muerto maldita —Me espeta con fiereza y yo rodé los ojos.

—Si aprecias tu brazo cuidaras tu lenguaje con la señorita —Amenaza Alexis a punto de romper su brazo, el viejo gordo, que en realidad no es viejo, soltó un grito de dolor.

—Entonces ¿Me pueden explicar que hacen ustedes dos juntos y por estos lugares? —pregunte a ambos intercalando miradas con ellos.

—Vete al diablo —El grito desgarrador del viejo nos llenó los oídos cuando Alexis le rompió el brazo porque me había mandado al diablo.

—Te dije que cuidaras tu lenguaje.

—Mejor te hubieras quedado callado —dice Antoni dejando se hacer fuerza para liberarse.

—¿Serás más cooperativo niño? —pregunta mi guardián al menor de todos.

—Vamos sabes que no dudare en hacerte daño a ti también —Susurre al oído de Antoni y note como sus palpitaciones aumentaron, ver a su compañero retorcerse del dolor de tener un brazo partido le está persuadiendo.

—Nosotros estamos haciendo las rondas, asegurándonos de que no quede ningún humano cerca de los que escaparon —Comenzó a decir con la voz temblorosa.

—¡Antoni cállate! —Le ordeno el viejo.

—Antoni sigue hablando —Ordeno esta vez Alexis partiéndole un dedo al viejo Martínez, veo como Antoni dudaba.

—Vamos, Antoni, puedes decirme, no te hare daño —musite dulcemente en su oído aflojando el agarre que tenía sobre el—. ¿Qué es lo que ha pasado en estos días? —Alexis le tapó la boca a Martínez para que no interrumpa a Antoni.

—No puedo decirte —Note como la voz del chico se quebraba.

—¿Por qué no puedes decirme? —Le di la vuelta a Antoni y quede frente a él, mis ojos se tornaron rojos y creo que algo cambio en Antoni.

—Tienes los ojos muy bonitos —Fruncí el ceño por su comentario que no tiene nada que ver con lo que estamos hablando—. No puedo verlos —Antoni intentaba quitar su mirada de la mía.

—¡No! Layla, que vea tus ojos, deja que los vea —Pidió Alexis mentalmente.

Tome a Antoni de los hombros y le obligue a mirarme, el intenta no mirar mis ojos, pero al final no pudo hacer otra cosa más que quedarse quieto y observar mis orbes rojos. Algo cambio dentro de Antoni, no sé el que, pero algo cambio en su mirada, antes era apagada, pero ahora tiene un brillo especial. Incluso su olor cambio.

—¿Layla? —Antoni está temblando y lágrimas caen de sus ojos. Se ve desorientado y confundido. Mire a Alexis y él no tiene idea de lo que está pasando.

—Hey, Antoni ¿Estas bien? —pregunte intentando hacerlo reaccionar.

—Hice cosas malas y muy feas Layla —dijo Antoni sollozando.

Hace unos meses me hubiera parecido ridículo e incluso asqueroso que el este llorando, pero ahora, luego de todas las cosas que me han pasado, ahora que tengo a Riana que es un cumulo de todo las emociones que yo nunca tuve, siento lastima por Antoni, creo que incluso quiero protegerlo.

—¡Eres un inútil! ¡Nunca más volverás a ver a tu familia Antoni! —En un acto de impulso protector abrace a Antoni y lo escondo con mi cuerpo en un intento de que no escuche las palabras que dice Martínez.

—Creo que hablaste suficiente —Escuche decir a Alexis antes de ver como el cuerpo de Martínez caía inerte en el piso.

—¿Él está... esta mue...

—No, el está durmiendo —dije rápido interrumpiendo al chico y mirando a Alexis esperando la confirmación de que sí está durmiendo.

—No te preocupes, está durmiendo —Confirma Alexis.

Siento a Antoni temblar en mis brazos; él es solo un adolescente, creo que ni siquiera ha cumplido la mayoría de edad y aun así yo le robaba descaradamente.

—Ella tiene a... yo lo siento... Layla... yo... —Antoni se aleja de mí, sus manos temblaban y yo las tome para que se tranquilice.

—Tranquilo, Antoni, tienes que calmarte —Pido al joven y vi como respiraba profundamente.

—¿Lo notaste? —pregunta Alexis en mi mente.

—¿Qué cosa?




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