Mi ladrona (versión actualizada)

Capítulo 4: Su versión de la historia.

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Ángel Dalas.

Lo único que siempre he querido es encontrar a mi pareja destinada, después del abandono de mi padre lo único que me impide dirigir la manada es no tener a mi compañera. El Beta de mi padre se está haciendo cargo hasta que yo pueda hacerlo, estoy un poco agradecido con él por eso, pero eso no puedo evitar sentirme un poco frustrado.

Mientras tanto aproveche la oportunidad de trabajar en el extranjero con mi mejor amigo, y Beta Marcos, a los veinticinco años, ya tenemos diez años aquí y estoy ansioso por volver.

—Ángel, ya me voy, mi vuelo sale unas horas —La voz de mi Beta me sacan de mi ensimismamiento levantó la vista y lo veo entrar a la oficina para despedirse.

—Está bien, cuídate —Le digo parándome de mi silla para darle un abrazo de despedida

—Recuerda que no te puedes ir hasta el miércoles y que tenemos la reunión el jueves a primera hora —Asiento con la cabeza estando de acuerdo con él.

—Vete en paz —Le digo sonriendo.

Luego de unos minutos más hablando de cosas banales, él se fue. Mis ojos viajan al calendario dónde está encerrado el día de mañana lunes con un círculo rojo.

—Tenemos que ir —Mi lobo, John, hace acto de presencia y yo pongo los ojos en blanco dispuesto ignorarlo—. El lunes hay Luna Roja, quizás es la oportunidad de encontrarla —Añade.

—No, hay que quedarnos a trabajar —Tomo asiento una vez más intentando convencerme de mis palabras.

—Ángel, llevamos aquí veinte años y nuestra pareja está allá afuera esperándonos y yo estoy perdiendo la paciencia —John gruñe molesto.

—Solo tenemos diez años aquí —Aclaro ignorando lo demás que me dijo.

—¡Eso no importa! Lo único importante es nuestra Mate, nuestra manada necesita más a su Luna que el dinero estúpido que estamos ganando aquí —John tiende a ser más de emociones que otra cosa.

—John, cálmate por amor a la diosa Luna —Pido agarrando el puente de mi nariz.

—La diosa Luna lo que debería hacer es darnos una Mate —Gruñe otra vez—, una que quiera tener muchos cachorritos.

—No voy a volver a hablar esto contigo —digo cortando la comunicación y centrándome en completar algunos documentos.

Al terminar el día y llegar al departamento que comparto con Marcos, me doy cuenta de la soledad que se respira en el aire; Marcos siempre me ha acompañado, pero…

—Marcos conseguirá a su Mate y luego ¿Qué? Cuando lleguemos estaremos solos, justo como ahora, tenemos que encontrarla Ángel —La voz de mi lobo suena un poco necesitada.

De mis labios sale un bufido molesto, pues sé que tiene razón. Camine hasta mi computadora y busque los vuelos para volver a mi ciudad natal, ya era domingo y la Luna Roja es mañana, tenía que tomar un vuelo hoy en la noche.

—¿Qué haces? —Pregunta luego de unos segundos.

—Reservo un vuelo —respondo con obviedad.

—¿Para qué? —John a veces puede ser un poco lento.

—Para tomarle fotos —respondí con sarcasmo.

—¿Vamos a volver? —Su cabeza parece volver a funcionar— Dime que sí, Ángel, para eso estás reservando el vuelo ¿Verdad?

—Sí, genio, para eso lo hago —Luego de un rato tengo todo listo—. Bien hay un vuelo disponible en cuatro horas.

—Pues vámonos ¿Qué esperas? —La realidad me golpea de repente y mi semblante se entristece.

—John, no podemos ir —susurro.

—¿Y eso por qué?

—No podemos irnos así como si nada, tenemos trabajo ¿Lo olvidas? —Le recuerdo antes de confirmar el vuelo.

—¿Y eso qué? Eres el vicepresidente, no se va a caer la empresa porque faltes unos días, además hace mucho que no vamos a visitar a tu madre, seguro que nos extraña —Su voz me hace pensarlo de nuevo.

—Está bien —Sonrió con complicidad.

«¿Qué es lo peor que podría pasar por ir a mi país natal?»

Aparte el vuelo y salí del apartamento, llevaba una pequeña maleta, el resto de ropa la puedo comprar allá. Ya han pasado diez minutos y aún no pasaba ningún taxi; mi cuerpo empezó a calentarse y mi corazón a latir más rápido, siento salir un ligero vapor. Sé lo que John quiere, pero me niego.

—John, no me voy a transformar —dije deteniendo el vapor que salía de mi cuerpo.

—Hace mucho que no lo hacemos, además debemos llegar temprano, toma un riesgo por primera vez, hazme caso por primera vez —Pide en tono dramático.

—No lo haré, es muy arriesgado —Sentencie—; además ahí viene un taxi.

[…]

Y aquí me encuentro, en mi ciudad natal, después de horas en el avión y unas cuantas más en bote, al fin llegue, ahora me voy a dirigir a la manada antes de que caiga la noche, ya casi comenzará a anochecer.

Frente a mi se impone el hermoso bosque que recubre gran porción de mi isla natal, de alguna manera está dividida perfectamente para las cuatro especies: humanos, licántropos, vampiros y brujas. Estás últimas encargadas de que los humanos no sepan de nuestra existencia en un silencio pacto que se hizo hace más tiempo del que se puede registrar.

—Vamos para allá —sugirió mi lobo, el vapor comenzó a emanar de mi cuerpo, mire en la dirección que me señalo mentalmente.

—¿Estás loco John? A esa dirección está el territorio de los humanos —digo como si fuera razón suficiente para mantenerse alejado.

—Lo sé, pero debemos ir para allá, tengo un buen presentimiento —Me pide.

—Definitivamente estás loco.

—Por favor, nunca hacemos lo que yo quiero hacer, sólo iremos, echamos un vistazo y volvemos, podemos hacerlo antes de que caiga la noche —Suspiro dejándome llevar por él una vez más.

—Está bien, por esta vez haremos lo que tú quieras.

Inmediatamente termine de decirlo, mi cuerpo se comenzó a transformar y segundos después ahora John tenía el completo control. Comenzó a trotar en una velocidad normal, pero luego aumentó la velocidad, el olor a humano se empezó a notar. Habíamos avanzado unos kilómetros cuando repente John se detuvo.



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En el texto hay: mate, secretos, licántropo

Editado: 13.09.2022

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