Layla Carter.
Nos bañamos los dos en el agua, al principio intenté no mojarme mucho, pero había dejado cualquier cosa que se pudiera dañar o romper en el auto. Cuando él está en su forma lobuna, es muy cariñoso conmigo, pasamos un buen rato del día en ese bello lugar. De vez en cuando me lamía el cuello y reía por sus caricias, no paro de acariciarlo cuando salimos del agua por unos minutos, su pelaje es tan suave.
—Grrr —Lo escucho gruñir gustoso por las atenciones que le doy y yo rio por lo bajo, escuché un movimiento extraño a lo lejos y sé que él también lo escucho— Grrr —Esta vez gruñó con molestia, se puso al frente de mí, como si me protegiera.
—Hey —Intenté llamar su atención con mi mano en su lomo y lo conseguí— Solo son cazadores ilegales o personas curiosas.
—Grrr —No se notaba muy a gusto.
—Sabes que no entiendo el idioma lobo —Sonreí y sé que él lo hizo, internamente— Vámonos de aquí.
Nuestros cuerpos aún están húmedos, al menos el mío, porque el calor que sale de su cuerpo calienta como el sol. Exprimo mi pelo un poco para que no gotee tanta agua, y me debato mentalmente si ir a buscar mi vehículo o ir a mi casa; me decido por la segunda opción.
Veo el cuerpo del lobo acostarse en el suelo en una clara invitación para que me suba a su lomo.
—Vamos a mi casa —Le digo cuando estoy arriba de él rascando levemente su cabeza—, tengo que cambiarme de ropa.
Comienza a correr siguiendo mis indicaciones y mientras sentía el viento en mi rostro, una ligera voz susurrante hace eco en mi mente.
«Mate»
Ángel Dalas.
Mi lobo está tan deseoso y desesperado por marcarla que estoy haciendo casi lo imposible porque no lo haga, sigo preguntándome cómo sabe respecto a nosotros. Me sorprendió mucho que ella escuchará el ruido casi inaudible, ella no es una humana común.
Me fue indicando el camino a su casa y al llegar el presentimiento de haber estado aquí antes me invadió, ella se bajó de mi lomo y saco una llave de una maceta, abrió la puerta y entró, yo estaba a punto de entrar cuando ella me bloquea el camino, o eso intenta.
—Ni pienses que vas a entrar en mi casa en esa forma —Yo me senté y ella lo pensó unos segundos— Espera aquí —Entró y me cerró la puerta en el hocico.
—Voy a romper la puerta y la marcaré —Mi lobo empezó a rasguñar la puerta.
—John, si haces eso ella nos va a rechazar —Solo tuve que mencionarle esas palabras y ya se calmó, la puerta se abre y aparece ella, mi Mate, con ropa en la mano.
—No sé tu talla, pero supongo que esto te puede quedar —explicó dejando la ropa en el suelo, iba a protestar, pero me volvió a cerrar la puerta en el hocico.
—¿Por qué ella tienen ropa de hombre?, ¿Quién más ha vivido con ella? Ningún hombre se puede acercar a ella, ella es mía, tenemos que marcarla para nadie más se acerque a ella.
No le respondí, los lobos se pueden poner un poco histéricos o posesivos con este tema de los Mates, simplemente terminé de cambiarme y entre a la casa no sin antes cerrar la puerta, su olor estaba por todo el lugar, pero también había otro aroma muy ligero, como si ya casi ni existiera y me parecía familiar, la ropa que tenía puesta también me parecía familiar y el olor que desprendía de ella me hacía recordar a alguien que ya no está conmigo.
—Te cambiaste rápido —Su voz hizo eco en mis oídos y sentí mi lobo queriendo tomar el control de mi cuerpo, no puse mucha resistencia.
Layla Carter.
Sus ojos se volvieron amarillos y fue cuando supe que su lobo había tomado el control de su cuerpo. En un parpadeo lo tuve frente a mí y el calor de su cuerpo me llegó de golpe. Una de sus manos se colocó en mi cintura y la otra se dirigió a mi nuca haciendo un poco de presión para que me acerque a él.
—Tu eres mía —Un gruñido sale de su garganta a la vez que dice esas palabras y mi cuerpo casi se vuelve a gelatina por eso.
—No —respondo firme recomponiéndome; la confusión y tristeza en su rostro fue evidente— No me llamo Mía —Una sonrisa burlesca se posó en mis labios, dicha sonrisa fue reflejada en su rostro y se apartó un poco de mí, soltando mi cuello.
—Ese fue un mal chiste —dice relajándose un poco—; pero de todas maneras me pertenecerás —Su cuerpo se pegó al mío otra vez y sentí que se me fue el aire.
—No le pertenezco a nadie —digo en un hilo de voz, intentando mantener la cordura y firmeza en mi posición.
—Eres mi Mate, todo lo que es tuyo me pertenece y todo lo que es mío te pertenece a ti, no por eso te quitaré tu libertad, tú me perteneces y yo te pertenezco a partes iguales —Me sorprendí ligeramente ante sus palabras.
—¿Esas palabras vienen de ti o de tu lobo? —Pregunto con curiosidad al ver que sus ojos habían vuelto a su color negro normal.
—Un poco de ambos —Siento como me vuelve a acercar a él, está vez con delicadeza, su calor penetra por mis poros.
Mis ojos viajan a sus labios un poco carnosos y sus dedos delinean mis labios pidiendo un permiso que no dudé en acceder.
Rozo su boca con la mía con suavidad apretando mi cintura y yo terminé de fundir el contacto, sus labios se movían con destreza y yo le seguía el paso, sentí que una fuerza dentro de mí que desconocía se hizo cargo de mi cuerpo, mis manos viajaron a su pelo y me sorprendió lo sedoso que es, la mano de él que estaba en mi cintura siguió bajando, y me apretó, gemí en su boca y sentí su sonrisa sobre mis labios.
Sus dos manos bajaron a mis muslos y me levanto sin romper el beso, sin ser consciente de mis actos enrede mis piernas en su cintura y él choco mi espalda con la pared más cercana, el aire empezó a hacer falta y ambos nos separamos apenas unos centímetros para respirar. Abrí los ojos y los de él me estaban mirando fijamente, sus ojos amarillos me atravesaban y su voz algo agitada resonó en mis oídos.
—Tus ojos… tus ojos están rojos.
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Editado: 13.09.2022