Me quedo mirando aquella foto totalmente impactada. Ese hombre es mi padre, el que dio su vida por mí ese día, cuando ella vino por mí; la persona que se encuentra en esa foto es la misma persona que me crio y ahora que lo pienso, también me mintió diciéndome que era humana.
—Mi amor —Escucho la voz de Ángel y todos mis sentidos van hacia él y la mujer que está a su lado—, ella es mi madre —Aquella señora es la misma que está detrás de Ángel en la foto, confirmando mis sospechas de que es la madre de Ángel.
—Hola, soy Layla —Me presento antes de que Ángel pueda hacerlo, camino a la mujer y me vuelvo un manojo de nervios al formular preguntas en mi mente.
¿Cómo la voy a saludar?, ¿Debería darle un abrazo o estrechar su mano? Aunque no me gusten las muestras de afectos a personas desconocidas sin un fin monetario, ella es la madre de mi Mate. Ella resolvió esa interrogante al abrazarme fuertemente.
—¡Por la diosa! Eres bellísima, se nota que es saludable —Le dijo a Ángel mientras revisa y toca ciertos puntos de mi cuerpo—, seguro que tendrán muchos bebes —Esas palabras me caen como balde de agua fría, haciendo que me aleje de ella al menos medio metro, Ángel nos mira divertido.
—Muy bien señora, relájese y deje de tocarme, no sé su nombre y ya me está tocando, ni siquiera a su hijo le dejo tocarme —espeto con un poco de rudeza en mis palabras y la señora esa me mira enternecida.
—Oh cielito, mis disculpas, no me presente de forma adecuada y encima en estas fachas —Ella se ríe un poco y yo miro extrañada a Ángel, preguntándole con la mirada porqué no interviene—. Soy Judith, la madre de Ángel, quien tengo entendido es tu Mate ¿Cierto? —dice luego de quitarse el delantal.
—Un placer —expreso aún con un poco de desconfianza, le recorro con mi mirada.
—Mamá discúlpala —Interviene Ángel, por fin—, ella es muy desconfiada, te sorprendería lo que me costó darle un beso —Siento gracia en sus palabras y lo confirmo al ver una risita salir de su labios—, y Layla, disculpa a mi madre, ella tiende a ser muy confianzuda —Imito la sonrisa que se había posado en Ángel y me acerco un poco a la señora.
—Mis disculpas, me crie prácticamente sola, no estoy muy acostumbrada a las demostraciones de cariño físicos —Me excuso sonriendo un poco.
—¿Y tú manada? —Pregunta la señora Judith y yo intercambie miradas con Ángel.
—Me crie solamente con mi padre —digo intentando no entrar en detalles.
—Lamento escuchar eso —La mano de la señora Judith apareció en mi hombro brindándome un poco de aliento, solo le regale una sonrisa tímida—. Bueno par de tórtolos les dejo solos que tengo que terminar con la cocina; Marcos y Natalia ya deben venir en camino.
Antes de terminar de procesar todo la madre de Ángel se fue a la cocina y yo miro a mi Mate.
—¿Quién es Natalia? —Le pregunto, sin embargo su mirada no está puesta en mí, se le nota distante, como pensando en otra cosa.
—¿Por qué no nos está poniendo atención? —Se queja mi loba.
—Oye Ángel —Le llamo y su atención se posa en mí, haciendo que mi loba se calme un poco— ¿Quién es el hombre que está detrás de ti en esta foto? —Señalo la foto y me acerque con Ángel detrás de mí.
—Ese hombre es mi padre —contesta con un poco de amargura en su voz, me quedo callada unos segundos.
—¿Qué paso con él? —Pregunto con curiosidad por saber la verdadera historia de mi padre adoptivo, aunque con anterioridad Ángel me había comentado un poco.
—Hace unos veinte años, cuando tenía quince, mi padre abandono el puesto de líder de la manada para criar a una humana —La frialdad y odio en su voz me hizo helar la sangre al empezar a unir cabos.
Mi padre en realidad era el Alfa de esta manada, y la abandono para criarme a mí, pero entonces…
¿Quiénes son mis verdaderos padres?
¿Serán también de está manada?
¿Seguirán vivos?
¿Por qué mi padre adoptivo me crio como humana?
Miro a Ángel y otra vez se encuentra distante, mi loba está furiosa y preocupada por eso. Una idea fugaz paso por mi mente, una que no desaproveche.
—¿Todo bien Alfa? —Pregunto incitándolo con el nombre por el que le llame, inmediatamente sus ojos se posaron en mi logrando enviar ese placer que siento al ser mirada por él.
—Te gusta llamarme así ¿Cierto? —Sus manos viajan posesivamente a mis caderas y me acerca a su cuerpo bruscamente, sonrío ya que mi cuerpo reacciona a sus toques sin siquiera autorizarlo, mis manos rodean su cuello.
—Para que mentirte —Me acerco a su oído y susurre con la voz más sensual que pude hacer— Mi Alfa.
Un gruñido ronco brota de su garganta y me toma con fuerza por la nuca para luego besarme de forma ruda; sus labios se mueven sobre los míos y yo no tardo en corresponder, es un beso lleno de pasión, pero también hay algo que no puedo descifrar; la forma en la que me besa, es como si me quisiera decir algo.
El beso es interrumpido abruptamente por Ángel, quien se separa de mi con un poco de brusquedad, me fijo en sus ojos y están bicolores, uno amarillo y el otro con el color natural, tiene una lucha interna con su lobo, de eso estoy segura.
—¡Layla! —Mi loba me llama histérica— Algo ocurre, su lobo se intenta comunicar conmigo, pero hay algo que se lo impide.
Mi ceño se frunce y tomo a Ángel de los hombros, el intenta apartarme, pero no le dejare hacerlo. Lo jamaqueo con un poco de fuerza para ver si reacciona.
—¡Ángel! —Le llamo y el solo intenta apartarme— ¡Ángel mírame! —Tomo su rostro entre sus manos y le obligo a mirarme fijo a los ojos, siento la presencia de su madre que se ha acercado.
Sus ojos cambian de color varias veces y le doy el control de mi cuerpo a mi loba, en ese instante sus ojos se quedan amarillentos y sé que es gracias a Riana. Sin musitar palabra alguna me abraza y se entierra en mi cuello absorbiendo mi olor, al despegarse de mi sus ojos siguen amarillos.
—No te alejes nunca de mi —Trago duro al escuchar que quien habla no es Ángel, si no su lobo, se separa un poco, pero sigue sosteniéndome la cintura con uno de sus brazos.
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Editado: 13.09.2022