Mi libertad.

I. Celebración "Pre- Notte Rosa"

I. Celebración “Pre-Notte Rosa”.

 

* * *

 

- ¡Akali, apúrate! – ordenó mi mejor amiga, tan apurada y emocionada como siempre, con esa típica y natural sonrisa en su rostro; esa sonrisa que te puede hacer cambiar tu mal humor en menos de dos segundos.

Con un suspiro rendido, asentí con suavidad.- Si, sí. Espera un segundo…- dije, alargando un poco la “u”.

Ella bufó, divertida.- Chica, así estás bien. Estás hermosa… ¡así que vámonos ya! – chilló.

En medio de una suave risa terminé de aplicar el labial morado mate para la fiesta pre-Notte Rosa que haría Alessandro, mi mejor amigo, un chico de hermoso cabello negro y ojos ámbar, tan sobreprotector como mi padre, el alcalde de mi bella ciudad.- Ya está. Vámonos, Zi.- dije, sonriendo con dulzura.

Con una sonrisa como el gato de Alicia, ella emprendió una carrera escaleras abajo, llevándome a rastras tras ella. Entre tropezones y risas ahogadas, llegamos a la sala para las visitas, donde se encontraba mi madre.- ¿A dónde se supone que vas, Akali? – intervino ella antes de lograr siquiera poner un pie en el umbral de la puerta.

Reí nerviosa.- A la fiesta de Alessandro, mami…- contesté.

Sus facciones se relajaron y, con una corta sonrisa, me lanzó las llaves de su maserati ghibli rojo. El aire faltó en mis pulmones.- Vuelve antes de las 2.- ordenó con voz suave, a lo que asentí varias veces. Sus finos tacones de cuero gris resonaron por el gran salón, hasta detenerse en las escaleras que daban a la parte superior de mi casa.- No quiero pleitos ni quejas, Akali. Estás advertida.- y con esto dicho, comenzó a subir.

Zinerva, mi amiga, y yo nos miramos divertidas y sin perder más tiempo salimos en busca del auto. Subimos a este, yo de piloto y ella a mi lado; encendí el coche, inserté el cambio y aceleré hasta salir del enorme parqueadero con el que mi casa contaba.

Esta iba a ser una de las mejores fiestas hechas por Ale, el ¿por qué? es simple, iban a haber carreras de autos y juegos de shots. Sus padres estaban de viaje en el extranjero, y su hermano (también mi amigo) los había acompañado, después de todo él sería el heredero de la empresa del señor y la señora Valentini.

- Akali…- llamó Zi, jugando con sus dedos, evidentemente nerviosa.

- ¿Mm?- pronuncié, echándole una mirada rápida.

- ¿Me podrías…? Tú sabes. Emm… ayudar con… si, bueno, tú entiendes, ¿no?- tartamudeó, rindiéndose al final.

Boté una risotada cargada de diversión.- Pero si sabes que Ale está enamorado de ti, tonta. Sólo es cuestión de que dejes tu cobardía y te acerques a él. No te va a morder… al menos no aún…- murmuré esto último, recibiendo un golpe nada femenino en mi brazo.- ¡Auch!- me quejé, aun riendo.

Frené en cuanto noté un semáforo cambiar a rojo.- ¡Eres una puerca, A!- exclamó.

Iba a contestarle algo, pero mi celular sonó entonces, así que lo tomé y contesté, sin fijarme de quién se trataba.- Aló…

- ¡Llevas una hora de retraso, Akali! ¡UNA. JODIDA. HORA!- vociferó Ale, por lo que tuve que apartar el celular de mi oído.

Zi rio.- Ya, ya. En poco estaré- pero no me dejó terminar. Estaba enojado. Odiaba que no fuese puntual. Pero, en mi defensa, quería verme bien para sus invitados…

Bah, ¿a quién engaño? Solo quería molestarlo un poco.

- Más te vale llegar pronto, roja. O le diré a mi hermano lo de tu espalda.- y colgó.

Ahogué un grito indignado y alarmado. Si él llegase a decirle a Leo sobre mi tatuaje antes de que yo lo hiciera, estoy segura que en ese instante moriría. Lo curioso es que ya casi cumplo un mes desde que me hice el tatuaje a escondidas de todos, excepto de Ale y Zi, claro.

- No quiero decir te lo dije, pero…- hizo una pausa, mirándome con reproche.

Hice un puchero.- ¿De qué lado estás?- gruñí, apretando el volante, esperando la señal del semáforo para poder avanzar lo más rápido posible.

- Del mío, claro.- contestó, para luego sacarme la lengua en un gesto nada maduro.

Bufé y, en cuestión de segundos, el semáforo al fin cambió a verde. Sin pensarlo mucho aceleré, como si de ello dependiese mi vida. Zi iba entre aterrada y emocionada, puesto que hace mucho no manejaba así, al estilo de rápidos y furiosos. Llegamos y estacioné el auto. Al bajar, los invitados que estaban esparcidos por el enorme patio delantero de la casa de Ale, conservaron sus miradas sobre nosotras. Entre ellas logré visualizar a una chica que, para ser honesta, no era de mi total agrado, ni yo el de ella.

Pasamos por entre el medio de la multitud caminando con elegancia, provocando que mi falda se moviese conforme mis pasos. Entramos en la casa, la cual vibraba por la potente música electrónica resonando. El Dj de éste año está fenomenal. ¿Quién será?

A lo lejos vislumbré a un enojadísimo Alessandro conversando con uno de nuestros amigos.- ¡Ya ví a Ale! ¡Vamos!- me vi forzada a gritar en el oído de mi mejor amiga debido al ruido.

Ella asintió, como buscándolo con la mirada. Reí y comencé a caminar, arrastrándola en el proceso.- ¡Hermano!- volví a gritar.




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