Mi libertad.

II. Alas de libertad

II. Alas de libertad.

 

 

***

 

 

- Ugh…- me quejé, llevando una mano a mi cabeza, intentando apaciguar el dolor de esta con el frío casi congelador de mi mano, en vano. Miré a mí alrededor y me topé con varios cuerpos de hombres semidesnudos y de chicas en las mismas circunstancias. Instintivamente me fijé en mi porte;- Oh, gracias al cielo tengo ropa…- suspiré del alivio proporcionado al saber mi estado.

Pero había algo que no encajaba del todo bien en mi mente: el hecho de estar así, con más de diez chicos y chicas a mí alrededor roncando como morsas.

Escuché mi celular sonar, así que me levanté procurando no chocar contra ningún cuerpo, hasta llegar a mi bolsito de mano. Tenía 58 llamadas perdidas de mi madre. Todo dentro de mí se congeló, especialmente al notar la hora: 1:26 p.m. Sin hacer esperar más a mi progenitora, contesté, preparándome para un grito… algo que nunca llegó.

- Buenas tardes, cariño.- saludó ella primero.

Pasé saliva, notando cómo mi garganta quemaba.- Bue… buenos días, mami…- dije devuelta. Tanta calma… no es normal. Y mucho menos con casi 60 llamadas perdidas.

Sabes que todo va realmente mal, que ya te jodiste para toda la vida cuando ves tantas benditas llamadas de tu dadora de vida.

- ¿Puedo preguntar por qué no llegaste a la hora que acordamos?- continuó con esa nada confiable serenidad.

Dije lo primero y más creíble que se me vino a la cabeza, procurando sonar lo más creíble posible.- Iba a llamarte para decirte que me quedaría a dormir para ayudar a Ale y a Zi a hacer la limpieza. Ya sabes, vasos por aquí y por allá, condones sucios colgando por doquier, fluidos corpo- sin embargo, me cortó antes de yo seguir.

- Joder, hija. Qué asco.-se quejó, y casi la pude ver frunciendo el ceño y arrugando la nariz como hacía cada vez que algo le resultaba desagradable.- ¿Estás segura que es por eso, y que no es una de tus mentiras?- cuestionó, usando la típica voz de mando de mujer alfa que las madres poseían y que, increíblemente, funcionaba con nosotros los críos mentirosos.

Carraspeé antes de responder, procurando que mi voz no temblara.- Si, ma’. Esta vez sí te estoy diciendo la verdad…- mentí de nuevo.

Ella suspiró para luego asentir, dándome a entender que me creía. El alivio inevitablemente me llenó. En los siguientes segundos aparecieron mis dos mejores amigos, Zi con una camisa holgada de Ale, y éste último sonriendo como si hubiese tenido la mejor de las noches con muchísimos chupetones adornando su quesudo torso. Un interruptor se encendió en mi cabeza, comprendiendo; ellos compartieron cama.

Abrí con exageración y dramatismo la boca, provocando sus risas divertidas y cargadas de alegría, felicidad y todos sus sinónimos.- Escuchamos tu conversación, linda.- esquivó rápidamente el tema aquella con la que tanto he compartido.

Hice un mohín, fingiendo indignación.- Eso es demandable, y lo sabes.- solté con una pizca de enojo, pero agraciada.

Ale rio.- Arriba, nena. Te prestaré ropa para el aseo.- y antes de yo poder protestar o conjeturar protesta alguna, ellos ya se habían marchado, riendo como los tórtolos enamorados que son.

Son tan lindos, tan perfectos el uno para el otro; sus personalidades son tan distintas e iguales a la vez, que se complementan a  la perfección. Y, si soy honesta conmigo misma, a veces creo que el amor no es lo mío. No escojo bien, o siempre que lo hago, una máscara falsa se levanta ante mí, mostrándome algo que no es, y luego se quita el antifaz, dando a relucir lo que en verdad ocurre, la persona que en realidad es…

Y no es como si pudiese ignorar el hecho de que yo también hago algo así, pero al menos yo no daño a los demás; o eso quiero creer.

Siempre he opinado que la palabra “amor” abarca muchas situaciones, te embarca en problemas, te lleva con la marea a lo más profundo, hasta que tocas fondo, hasta que ya no respiras porque te ves agobiado y encerrado por los problemas, depresiones y momentos negativos que este puede traer. Estar “enamorado” es una decisión, una que puede ser tanto negativa como positiva. “Amar” tiene sus pros y sus contras, sus buenas oportunidades, y las malas también. Todo esto, conlleva una gran responsabilidad que no estoy dispuesta a tomar... Al menos, no otra vez.

Me parece que tener una relación cargando a mis espaldas es conflictivo, problemático, una total pérdida de tiempo, una simple actuación. Algo que me puede quitar las alas de la libertad que he construido durante tanto, tanto tiempo. Mi idea tampoco es morir sola, de hecho, le temo al pensamiento de morir sola, sin familia, ni hijos. Eso me aterra. Tanto como la idea de perder mi independencia, mi libertad.

Aunque… sé que, cuando llegue el momento y encuentre a la persona que tanto he querido y deseado, todo será diferente. Claro, no dejaré que alguien me imponga sus ideales, culturas, pensamientos o creencias. Pero podríamos llegar a acuerdos y cosas así. Podríamos ser unidos, diferentes e imperfectos… tal y como Zi y Ale.

Suspiré sonriendo con nostalgia, pensando en la persona que pueda llegar a robar mi corazón… cuando suceda, sé que seré la persona más feliz del mundo.

Tomé un silbato que había sobre la mesa de noche en aquél cuarto de invitados, y sin piedad ni de ellos ni de mí, lo hice sonar. Todos se levantaron sobresaltados, llevando una mano a sus cabezas casi de inmediato, casi como yo lo hice hace unos minutos. Gruñeron en cuanto sintieron sus cabezas palpitar –supongo- por la resaca y, al igual que yo, se asombraron al notar la poca ropa que llevaban.- Chicos, busquen sus ropas y vístanse, abajo estarán sus amigos y unos vasos con analgésicos para la resaca.- expliqué una vez dejaron de murmurar maldiciones a los cuatro vientos.




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