Mi libertad.

V. Nabih.

V. Nabih.

 

 

 

***

 

 

 

Nabih.

Inhalé profundo, viendo el cielo azúl desde la entrada del aeropuerto. Hoy comenzaría con algo nuevo, sería un nuevo comienzo, conocería cosas nuevas.

— Hermano, vamos— me llamó Liam, mi hermano mayor—. Debemos desempacar— recordó, con ese característico tono monótono suyo.

Rodé los ojos, sonriendo divertido—. Vamos, viejo, siempre puedes divertirte de vez en cuando. Ya no estamos en casa, después de todo— lo abracé con un brazo por sus hombros, y me deleité al decir aquello. 

Al fin, al fin nos habíamos librado de las infinitas torturas que nuestros padres nos hacían pasar a diario.

— ¡Nabih tiene razón, Liam!— estuvo de acuerdo Nisam, nuestro hermano menor. Lo miramos sorprendidos.

— ¿Tengo razón?

— ¿Tiene razón?

Preguntamos al mismo tiempo, yo señalándome, y él también. Los tres reímos divertidos—. Por esta vez, si. ¿Cuántos años tuvimos que soportar a nuestros padres insultándonos, gritándonos, golpeándonos cuando los sueños de ellos se veían malogrados en nosotros? Es el comienzo de una nueva vida, Liam, Nabih. Y vamos a disfrutarlo—. Declaró Nisam, adoptando la posición de jarrita y mirando al cielo cual gran super héroe.

Liam y yo nos miramos, y luego a Nisam. Sonreímos y asentimos. Abrazamos entonces al pequeño Nisam, revolcamos sus cabellos rubios, y reímos, llamando la atención de las personas que salían y entraban del lugar.

— ¡Hola!— habló una chica, bastante linda, con otras dos chicas tras suyo. Habló en Italiano, por lo que ni Nisam ni yo entendimos, así que miramos a Liam.

— Nos acaba de saludar— dijo, hablando el idioma de nuestra madre; árabe—. Hola, ¿qué se les ofrece?— preguntó cortésmente, sonriéndoles. 

Las chicas al notar que no les entendíamos totalmente, observaron con detenimiento a mi hermano—. Los vimos apenas al salir del aeropuerto, y nos parecieron muy atractivos. Entonces queríamos preguntarles si nos podían dar su número de teléfono para seguir en contacto y, bueno, saber si les gustaría ir con nosotras a la celebración de esta noche...— habló pausadamente la chica, creo, con el objetivo de que mi hermano la entendiera. 

Él asintió—. Dice que si quieren darles su número para seguir en contacto y esas cosas. Oh, y que si quieren ir con ellas a la celebración de ésta noche— explicó Liam. 

Miré sorprendido a mi hermano, luego a las muchachas, y por último a Nisam, que estaba igual de sorprendido que yo. No esperábamos que sucediera esto en un nuevo lugar. Pero, dejando aquello de lado, sería bueno conocer nuevas personas acá en Rímini. Es un nuevo comienzo, después de todo, y no creo que esté mal entablar nuevas relaciones, ¿Verdad?

— Por mí está bien— me encogí de hombros.

— Por mí igual— dijo Nisam, sonriendo coquetamente hacia la chica más baja y tierna del grupo. Claro, a él siempre le han gustado las chicas tiernas y de apariencia frágil. La pequeña sonrió nerviosa.

— Okay, bien— inhaló profundo, para luego regresar su vista a la chica más arriesgada que se acercó a hablarnos. Miré a la otra muchacha, bastante seria, muy callada. No de mi tipo. Suspiré resignado y miré en otra dirección; qué aburrido— Dicen que están de acuerdo, pero me temo que tendrán que hablar en inglés porque ni ustedes entienden nuestra lengua, ni ellos la suya— sonrió apenado, pero viéndose algo forzado a la vez. Sonreí divertido, y rodé los ojos. Ninguna de estas chicas es de su tipo tampoco.

— Sólo diles que no estás interesado— me adelanté antes de que les diera su número de teléfono, ya había dado el de nosotros. Liam rió, negando con la cabeza, para finalmente darles su número. 

Yo negué con la cabeza, y rodé los ojos mientras sonreía. Nosotros siempre hemos respetado a las mujeres, demasiado, pero somos realmente honestos, y eso en ocasiones nos hace ver crueles. Liam es el menos despiadado, quiere y cuida a las mujeres como si fueran un hermoso y frágil tesoro, y le enoja verlas llorar por culpa de algún hombre. Aunque también es todo un don Juan. 

— Chao— dijo la muchacha, aunque no entendí completamente el significado de esa palabra. Creo que era una despedida...

— Bye-bye— si, era eso. Una despedida. O, bueno, un hasta pronto al menos. 

Reí nuevamente, y despeiné a mi hermano que no dejaba de ver el trasero de la chica pequeña. Nisam se quejó, pero me siguió el juego, y comenzamos a fingir pelear. Liam gruñó igualmente divertido, pero no se nos unió y, a cambio, detuvo un taxi. 

— Vamos, mocosos. Aún tenemos que llegar a nuestra nueva casa— recordó, metiendo sus maletas en el maletero del auto e incitándonos a hacer lo mismo.

— Agh, pero qué aburrido eres, hermano— se burló Nisam, siguiendo e imitando la acción de Liam, al igual que yo.

Los tres reímos, y finalmente subimos al taxi mientras que Liam se encargaba de hablar con el conductor en el asiento del copiloto. Nisam tecleaba en su celular, bastante inmerso en ese aparato, mientras que yo, simplemente, miraba a través de la ventana, a la expectativa de lo que podrá suceder.




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