—Adelante —le entregué su plato y él los miro detalladamente por unos segundos, luego suspiro agarrando el taco— Espera, quiero grabar tu reacción, seguro que a Isa le gustará verte.
Agarré mi celular y lo prendí, por la cámara vi que me estaba viendo mal
—No me mires así, sonríe te estoy grabando —le puse al botón rojo y él solo soltó una risita— Anda Daniel, muerde.
Sin más drama, me hizo caso y le mordió al taco. Sus ojos se abrieron de sorpresa cuando lo estaba masticando, era claro que le había gustado.
—¿Y? —se lo paso y me sonrió.
—Esto sabe muy bien —le dio otra mordida y yo reí
—Te dije que eran buenos.
—Perdón es que mi trauma no me ayuda del todo —expresó riendo y yo comencé a comer de mis tacos.
—Pues que paso, que fue lo que te hicieron esos pobres tacos.
—El señor que los vendía al parecer, nos dio la carne cruda y eso fue lo que nos hizo daño, por eso mismo no volví a comer eso y nunca creí volver a comerlos, pensaba que todos los tacos me iban a intoxicar, aparte la tortilla nada que ver.
—Cuando vayas a comer a un lugar, debes pedir siempre que doren la carne, puede hacerte mal y no sabe nada bien, he visto fotos de tacos de Estados Unidos y se ven horribles, no se antojan.
—Si la verdad que no saben bien, y creo que de ahora en adelante pediré todo súper cocido —reí.
—Exactamente —me pasé mi bocado— Es lo mejor que uno puede hacer si come en la calle —él asintió dándole otra mordida al taco— ¿No te pica?
—Algo —expresó riendo— Pero lo puedo soportar.
—Bien —lo miré con una sonrisa.
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Ya habíamos terminado de comer así que salimos del local, mientras íbamos caminando sin ningún rumbo, nos detuvieron dos chicas.
—Hola Daniel... nos podríamos tomar una foto... —mencionó tan nerviosa, me causo ternura.
—Por supuesto —ambas se tomaron una foto con Daniel y se alejaron con una gran sonrisa en su rostro, no me acostumbro a qué las personas se acerquen a pedirles fotos, es incómodo para mí, que nadie me pide nada— Que pensabas hacer después de clase —seguimos caminando.
—La verdad pensaba avanzar mis proyectos —y era verdad, no porque omití la parte de ir al parque con Max significaba que no avanzaría tarea.
—¿Aún te faltan muchos?
—Solo tres, ya es menos —suspiré, en realidad era un montón y odiaba pensar que no acabaría a tiempo.
—¿Quieres que te ayude? —lo mire.
—No... no hace falta, de hecho, creo que deberías ir con los chicos, yo mejor iré a mi casa —mencioné algo triste, la verdad si quería salir, pero me recordó de mi tarea y sé que debo acabarla ya, por qué falta menos tiempo.
—Has estado haciendo un montón de tarea estos días Dayana, déjame ayudarte.
—Pero y los chicos...
—Los veo diario, supongo que no verlos un día vaya a ser el fin del mundo.
—Es que seguro tienes mejores cosas que hacer...
—Dayana no tengo nada mejor que hacer, nada más puedo estar con ellos o estar en mi hotel.
Suspire, siendo honesta me falta demasiado, quería pensar que era poco, pero no era así y si no los entregaba en esta semana no tendría oportunidad de modificar nada si es que le encontraban algún error a mi trabajo.
—Está bien... pero, no sé si sea buena idea...
—Si la es, vamos.
Asentí y nos dirigimos al metro para ir a mi casa, no me gustaba que las personas me ayudarán con mis cosas, me hacía sentir tonta o una persona débil, sin embargo, necesitaba ayuda, solo espero que no diga nada al respecto, quiero seguir con mi reputación de la chica que es independiente.
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Llegamos a mi casa y no había nadie, no es nada raro así que subimos a mi cuarto, él estaba observando todo a su paso.
Entramos a mi habitación que estaba algo desordenada, que vergüenza, ahora entiendo a mamá cuando me dice que la mantenga ordenada, como nunca nadie venía a verme, no me preocupaba por tenerlo en buenas condiciones.
—Yo... ay no que pena, esto está hecho un desastre —fui a mi escritorio y agarré todos los papeles, basura y todo lo que estaba mal.
—Vaya —se detuvo en mi librero— Tienes bastantes libros.
—Si, como te mencioné me gusta mucho leer —seguí acomodando mi desastre.
—Que genial —agarró uno de los libros— Bueno disculpa, que tienes que hacer de tarea —dejo el libro y se sentó en mi cama— Deja de limpiar —soltó unas cuantas risas y yo me puse roja— No pasa nada.
—Es que... me da pena.
—Bien, entonces te ayudo a limpiar —se levantó y yo negué rápidamente.
—Creo ya está decente —suspire— Mira debo de hacer un plan de ventas...
Comencé a contarle lo que debía hacer en cada proyecto, él entendió después de dos explicaciones, nos dividimos los trabajos y proseguimos hacerlos, él hacia el de la computadora, para que no se notará la letra ni nada de eso.
Mientras que yo hacía lo que tenía que ver con hojas que era el plan de ventas, ese maestro era un anticuado.
Estaba todo tan perfecto, ya había acabado este proyecto y Daniel ya iba a acabar el otro, ahora estaba haciendo mi último trabajo y termino por fin todo esté estrés para así comenzar con los exámenes.
De vez en cuando miraba a Daniel, se veía tan lindo concentrado, este hombre solo le salía bien lucir tan bien en todo lo que hace, que envidia.
Nunca había visto a un chico así de lindo, al menos no tan cerca de mí, Daniel literal, estaba en mi habitación, un chico cómo él estaba en mi cuarto y me hablaba, nunca me pasaba algo así en mi vida, y la verdad eso me hacía sentir cierta emoción.