Había llegado algo tarde a mi casa, llegué como a las once y algo, exactamente la hora que mis padres me dijeron, incluso un poco antes, me habían dicho que llegara a las doce máximo o a la una más tarde iba a haber consecuencias, y como soy una buena niña, hice caso.
Pero después de que llegué a casa, no fui directo a dormir, si no que, a leer, y ahora estoy muriendo de sueño, son las nueve y media de la mañana y yo necesito seguir descansado pero mi mamá quería que ya bajara a desayunar.
Después de un gran pero gran esfuerzo me levanté y vi a mis papás desayunando, sin mí, que malos padres llegan hacer a veces.
Los saludé y solo proseguí a comer mi pan tostado con mi café, después de que terminé me subí nuevamente para poder dormir más tiempo, era fin de semana y debía de aprovecharlo, me lo tenía más que merecido.
Para mi gran suerte, pude volver a dormirme, a veces me costaba algo de trabajo, pero lo había logrado. Pero me levante otra vez, ya que mi madre me había interrumpido nuevamente mi sueño.
—¡Dayana! —di un pequeño brinco por el susto, rayos mamá que necesidad de estarme gritando— Cómo es posible que sigas durmiendo —me senté en la cama y me tallé mis ojos— Ven abajo hay un muchacho esperándote.
—¿Muchacho?
—Si, y si no bajas en 5 minutos lo dejaré subir, no me importa si no estas arreglada.
Y después de decir eso salió de mi habitación, no entiendo muy bien, que muchacho vendría aquí a buscarme, no tengo muchos amigos que les importe como para venir hasta mi casa, agarre mi celular y tenía varios mensajes de mis amigas, no les preste atención ya que nuevamente era un tema que no entendía.
Pero lo que si entendía eran los videos que me habían mandado, donde Daniel y yo bailábamos y cantábamos, una sonrisa se formó en mi rostro, era algo lindo vernos así de felices, esto seguro que me encantaría recordar toda mi vida, la primera vez que me divertí siendo yo misma con un chico.
No se solía ver mucho eso en mi vida.
No podía creer que me había atrevido a cantar frente a varias personas que, aunque no nos prestaban atención aún podían vernos y escucharnos, creo que incluso hubo personas que, si nos llegaron a ver, pero no me importo en ese momento.
Seguí viendo las fotos que mandaban, eran de ellas con sus conquistas. Se veían bien lindos juntos.
También vi algunos vídeos que mandaban lo cual me daban risa. Pero nuevamente me han interrumpido tocando la puerta. Maldición mamá, bueno, aunque ahora toco la puerta y no entro como si nada.
—¡YA VOY MAMÁ! —dije algo molesta ya levantándome de mi cama y frotándome mis ojos.
—Eh... no soy tu mamá —escuche del otro lado de la puerta, y si, esa no era la voz de mi mamá era de Daniel. Maldición, no era broma lo de los
cinco minutos.
Vale ahora que hago, sé que si no lo dejó pasar ahora mismo vendrá mamá y lo meterá a la fuerza, pero si lo dejo entrar me verá y estoy horrible, tengo mi cabello despeinado, el maquillaje hecho un desastre, ya que no me tome la molestia de desmaquillarme ayer.
—Este... —dije nerviosa, que hago ante una situación así.
—¿Puedo pasar? —ya no tengo tiempo de estar arreglándome, solo quería parecer una chica bien y no una chica que acababa de terminar de una fiesta, aunque si lo era, solo que había tenido tiempo y no lo aproveche, cinco minutos eran suficientes para no parecer un asco.
—Pasa... —dije yendo al baño, por lo menos debía de limpiarme mi cara—Iré a lavarme mi cara, pero entra.
Mientras yo cerraba la perta del baño, escuché que se abría y luego se cerraba mi puerta, comencé a mojarme mi cara para deshacerme de todo el residuo del poco maquillaje.
Agarré mi toalla y me la pasé por mi rostro para que no cayeran las gotas y ensuciara mi habitación.
Cuando salí del baño vi a Daniel sentado en mi cama con la mirada en sus manos, tal vez no conozca a Daniel de meses o incluso años, pero se ve que no está bien, algo dentro de mí me lo decía.
Me acerqué a dónde estaba y me senté frente a él.
—¿Pasa algo?
No hubo respuesta, era claro que sí pasaba algo.
—¿Quieres que te abracé?
No me juzguen ¿okey? No sé cómo lidiar con este tipo de situaciones, no sé si él quiera hablar de eso, así que creo lo mejor era abrazarlo, pero tampoco podía abrazarlo por qué capaz él no quería y sería muy incómodo si me separara.
Cuando le dije el asintió aún con su cabeza agachada, me acerqué más a él y lo rodeé con mis brazos. El paso sus manos en mi cintura y su rostro estaba en mi pecho, solo escuché que después de unos segundos ya había sollozos por su parte.
No sabía que hacer así que solo me límite a sobarle su espalda y su cabellera. Su cabello era muy suave, pero eso no tiene nada que ver. El chiste es que, ahora quiero llorar yo, no me gusta ver a las personas llorar sentía feo, tenía un corazón de pollo.
Algo que si sabía es que cuando una persona está mal no debemos presionarla, todo se dará en su debido tiempo, yo ahora mismo le estoy dando su tiempo para que se desahogue.
Luego trataré de decirle que me expliqué que pasa, vi en psicología que es bueno decirle a otra persona tus problemas así no cargas tú solo con eso.
Cuando vi que se calmó un poco se separó de mí, se comenzó a limpiar sus mejillas y yo solo me levanté para ir al baño y darle un poco de papel, bueno por poco me refiero a darle todo el rollo. Él lo acepto y yo solo me senté nuevamente a su lado, dejo el papel en mi mesa de noche y después de unos segundos en silencio comenzó a tronar sus dedos, odio ese sonido.
Apreté mis labios, es que de verdad no me gusta ver cómo la gente se truena los dedos, pero sé que no le debo decir nada, no ahora.
—Daniel... ¿Qué sucede? —no hubo ninguna respuesta de su parte, eso me hacía sentir una completa inútil— ¿Quieres hablar? —negó con la cabeza— Entiendo... —baje mi cabeza, ahora no sé qué hacer.