Me quede pensando un poco en lo que me dijo, no era nadie para Daniel... él se podía encontrar a cualquier chica mucho más hermosa que yo, alguien de su nivel.
Mi vista se dirigió a Daniel, que me veía tan enfadado, nunca lo había visto así.
—Dani... —dije casi en un susurro el agarro su celular
—¿Por qué hiciste eso? —su voz sonaba fría y firme, nunca me había hablado de ese modo.
—Yo, no se... solo paso —lo mire, pero él no me veía, sentía horrible, trate de agarrar su mano, pero se alejó— Dani... no, no te molestes conmigo —mi voz se comenzó a cortar, una sensación horrible me invadió.
—No debiste hablar con mi mamá Dayana.
—Lo sé, lo lamento, pero no iba a quedarme en silencio...
—Por eso no quería contarte, por eso y más.
—Dani quedamos que estábamos juntos en esto.
—Pues me equivoqué, Dayana ella te amenazó...
—No me amenazo...
—Si lo hizo, tu cara lo dice.
—Dani por favor —mis ojos se cristalizaron, no me gustaba cuando la gente me trataba así, de distante, pero me dolía más que Daniel me lo hiciera.
—Dayana no quiero que vuelvas hacer eso, son mis asuntos, mi madre es...
—¡No me pidas eso! Daniel yo... —debo admitir que se me salió eso, y el tono ni se diga, le había alzado la voz, estaba cansada de que no quisiera que yo estuviera en sus "asuntos".
—¡Dayana no puedes estar gritándome! —cerré mis ojos, jamás me había gritado, no conocía a este Daniel— No Dayana... lo que hiciste estuvo mal, ahora sí te comienzan a atacar será mi culpa, mi maldita culpa esta mierda es horrible por eso no quería... —lo interrumpí.
—Daniel, se te está olvidando que yo era la única que le importaba la gente...
—¡Lo sé! Pero estaba bien con que hablarán de nosotros, que hicieran sus estúpidas teorías, pero no soportare si alguien te dice algo... por mí, sé que mi mamá hará todo lo posible por que vean tu rostro Dayana, yo lo sé.
—No me grites Daniel... por favor —dije viendo mis manos, la verdad me dolía y quería llorar cuando me comenzó a alzar la voz.
—Lo lamento —vi como apretó sus labios y sus puños.
Siempre que se enojaba hacia eso para calmarse, trate de acercarme a él, la diferencia de este día a los otros que he presenciado siempre me acercaba y lo abrazaba, el lloraba para poder calmarse, pero ahora no sé qué hacer, llevo dos intentos fallidos en los cuales me ha evitado y no quiero uno tercero.
—Dani... —agarre su mano, pero la alejo, otra vez, maldición.
—Aun estás a tiempo Dayana —dijo mirándome por fin, sus ojos estaban rojos y seguro los míos también lo estaban. Lo mire con demasiada confusión no entendía a qué se refería— De alejarte de toda ésto, de alejarte de mí.
No supe que decir, acaso el ¿estaba dejándome? Pero no éramos nada así que, no había nada que dejar.
—De que hablas Daniel. Yo no... yo no quiero alejarme... —dije como toda una estúpida sin saber que decir. Estaba confundida y me dolía lo que me había dicho.
—Dayana no quiero que te sientas mal, aún podemos simplemente dejarnos de...
—Daniel... si esto es una estúpida excusa para dejarme de hablar solo dímelo, no me andes diciendo cuentos y mejor se directo.
Ya había pasado muchas veces ese tipo de acciones.
—Yo no quiero...
—No diré nada yo Daniel, mejor tu decide eso.
—No lo hagas más difícil por favor...
—Daniel por favor, ¿no te la pasas bien conmigo? ¿todo ha sido una mentira? Dime por qué yo sí que me ilusione con tus estúpidas palabras. Si solo era para un rato me lo hubieras dicho.
—No digas eso Dayana —se levantó molesto— Sabes muy bien que nunca te mentí, todo esto fue...
—¡Entonces por qué quieres alejarte de mí! —no pude más y estallé en llanto, no quería alejarme de él, estábamos tan bien, pero para él alejarse era lo que quería, quería simplemente huir.
Me levanté como pude para poder mirarlo a los ojos directamente, y ahora entendía por qué se dice que los ojos hablan más.
—Dayana yo no quiero... —mire como unas lágrimas salían de sus ojos.
—Por esta ocasión Daniel, no huyas, no seas un cobarde como me dijiste que eras, no puede solo venir, hacerte el lindo conmigo, besarme, tratarme como una maldita princesa y hacer que yo me enamorara de ti.
» Maldición es que no puedes Daniel, y todo para que un día solo me digas que estuvo mal lo que hice, me grites y me digas que aún estoy a tiempo de alejarme de ti. No puedes ser un idiota Daniel.
»Solo hable con tu madre por qué me importas, no quería que tuvieras que sufrirlo solo, por eso me hice responsable, por qué también fue mi culpa.
Daniel no dijo nada, yo ya estaba echando humo por mis orejas, estaba realmente molesta, y cuando me molestaba no podía controlar nada de lo que salía de mi boca, pero es que yo no iba a pasar nuevamente por está estupidez de que me estén echando un estúpido cuento y no me digan la verdad.
—¿Estás enamorada de mí?
Mierda ¿dije eso? Por qué dije eso, no lo puedo creer, ni yo sabía que sentía
—Que importa ahora —me cruce de brazos evitando su mirada, no quería hablar de eso ahora mismo, ya que del chico que me gusta no era ese.
—Yana... por favor dime si eso es verdad.
Lo mire de reojo, parecía que se había calmado, pero aun así no estaba lista para confesar lo que sentía, menos cuando ni yo sabía que es lo que sentía con exactitud.
Sabía que me gustaba estar con él, que me daba una gran alegría cada que venía a verme, cuando se acercaba a mi sentía una paz y a la vez unos nervios que no podía controlar cuando me tocaba mi mano o me besaba.
No sé si esto sea amor, nunca lo experimenté, tal vez solo sea cariño y no deba preocuparme por eso ahora mismo.
Estar enamorado sonaba algo tan difícil, no se por qué, pero me daba miedo.