Al llegar a la puerta, saque la llave para poder abrirla, y al abrir la puerta, pude ver a Daniel con una gran sonrisa.
—¿Qué haces aquí?
—Ya te dije, te extrañaba mucho —me abrazo.
—Pero ya es tarde Daniel.
—Lamento la hora, pero no aguantaba verte hasta mañana.
Reí y le dije que no hiciera mucho ruido, por qué estaba mamá dormida al igual que Derek. Lo lleve al cuarto que estaba abajo, ahí se llegaba a dormir mi papá o algún invitado y en esa habitación no se escuchaba gran cosa.
Mire a Daniel que se veía tan bien, siempre se veía bien ese hombre. Me acerque a él y lo comencé a besar, nuevamente extrañe sus labios.
No sé si logre acostumbrarme a estar sin el mucho tiempo, pues con dos semanas ya lo extrañaba, odiaba las relaciones a distancia, no es que haya tenido una anteriormente, pero con él era así, a veces era a distancia y a veces no.
En conclusión, no me gustaba tener una relación a distancia con Daniel, pero creo debía de acostumbrarme a eso.
El agarro mi cintura y yo rodee con mis brazos su cuello, ahora mismo no estaba pensando muy bien, pues mis hormonas me estaban controlando, los demás días que hemos estado juntos después de cierto tiempo separados, para mí el ambiente se siente muy extraño, no sé si sea mutuo, pero ahora mismo yo quería experimentar otra cosa, pero no era ni lugar ni momento, aparte no sabía ni cómo hacerle ni si él quería.
De repente él y yo ya estábamos en la cama aun besándome, agarré su cuello y el me miro cuando se apartó de mí.
—Yana... —se escuchaba agitado, lo mire con una sonrisa— No quiero hacer nada que tú no quieras.
Entonces él quería hacer lo mismo que yo, sonreí aún más y le di un corto beso, tenía miedo de hacer algo que nunca había hecho, pero él tampoco había experimentado esto así que era la primera vez de ambos.
—Yo si quiero, ¿tú quieres?
—Si... —agarro un mechón de cabello que estaba en mi rostro y lo paso detrás de mi oreja, yo estaba encima de él.
No sabía que decirle o que hacer así que solo comencé a besarlo, el me agarró nuevamente mi cintura, se separó de mí y se detuvo, lo miré y quería el permiso de poder quitarme mi playera, asentí y le ayudé para quitarla, y él no se quedó atrás por qué también se quitó la suya.
Agradecía que estaba oscuro, por qué mi cuerpo no era lo más perfecto de este mundo, si estuviera a una luz, se me verían todas mis imperfecciones, mis estrías y mis kilos de más.
Mire A Daniel que me observaba con una sonrisa, yo iba a taparme, ya me estaba arrepintiendo, no entiendo por qué las personas cuando tienen relaciones en sus casas, la mayoría se quita la ropa, quedando completamente desnudos, preferiría estar con mi ropa.
Puse mis manos sobre mi estomago tapando mis lonjas, que a pesar de no verse mucho, luego luego se notaba que estaba pasada de peso, me sorprendió cuando él agarro mis manos y negó con la cabeza.
—Eres perfecta Yana —lo mire y luego mire mi cuerpo, que a pesar de lo oscuro se lograba ver a la perfección.
—Solo... no me veas tanto —mencione algo triste, no me gustaba mi cuerpo y que él lo viera me hacía sentir más insegura.
Si me veía con claridad, estaba segurisima que si una chica mucho más guapa y con mejor cuerpo que yo se le acercaba, me iba a cambiar por ella, nadie quiere a una chica como yo en sus vidas, maldita sociedad.
—Yana —agarro mi cuello— Como quisiera que pudieras verte desde mis ojos, para mi eres perfecta, se que tienes tus inseguridades, pero no me importa nada de eso, te quiero tal y como eres, para mí no tienes ningún defecto, eres perfecta y real —y volvió a besarme.
Esas últimas palabras, me sacaron una sonrisa, nadie me había dicho algo así, todo lo contrario, me decían que debía de bajar de peso si quería tener un novio, si no enflacaba me iba a quedar sola para siempre, pero estaban equivocados, Daniel me quería asi...
Ese comentario hizo que me olvidará un momento sobre mi cuerpo, creo que al final, si existe alguien como siempre soñé.
Quería encontrar a una persona que me quisiera tal y como era, que no me hiciera cambiar por cuestión de estética, estaba feliz de que Daniel sea de esa clase de chicos, que por cierto no hay muchos.
Seguimos besándonos y el ya estaba encima mío.
—Espera —lo detuve— ¿Condón?
—Mierda... No traigo.
Reí y negué con la cabeza, esto era algo riesgoso, pero debía de arriesgarme por qué ahora mismo no era solo yo quien pensaba si no también las hormonas y estaba dispuesta a correr aquel riesgo.
—Espera.
Me levanté de la cama y agarré una de las sábanas, me tapé y subí a mi habitación, mi mamá estaba dormida y mi sobrino igual.
Con mucho cuidado, fui a mi cajón y allí tenía una tira de condones de los que nos daban en la escuela. No sé por qué las guardo siendo sincera, pero ahora mismo me habían salvado.
Agarré la tira rápido y salí de mi cuarto de una manera tan sigilosa, baje rápido las escaleras y llegué con Daniel, el comenzó a reír por como entre en la habitación, le entregue los condones y el hizo su parte.
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—Mañana paso por ti —me levanté y lo miré confundida— Para la entrevista.
—Ah, sí claro —sonreí.
—Tengo que irme, seguro Abel se enojara.
—Si es mejor no hacer enojar al chico Haba
Se levantó y se comenzó a vestir, yo hice lo mismo, me puse nuevamente mi pijama. Lo acompañe a la puerta y le plantee un beso en sus labios.
—Te quiero Yana —dijo agarrando mi cuello.
—Yo también te quiero Dani —sonreímos y se acercó a mi para poder besarme.
—¡Por favor, ya! —sentí que alejaban a Daniel de mi lado— Que tengo sueño vámonos.
Pude ver a un Abel algo molestó y cansado.
—Mañana se verán, no será su último beso.
Se dio la vuelta y se fue a su carro, sí que estaba molesto, nunca lo había visto así.