Mi Loco Amor...

Capítulo 2*

Me carcajeo sosteniendo mi estómago, recibiendo miradas de los demás comensales del restaurante mientras Agustín se removía en su asiento visiblemente avergonzado. Me toma de la mano y la aprieta.

—Cálmate, por favor. —pide.

—Eres muy bromista Agus. — respondo quitando su mano de la mía, ya que su ajuste me está causando dolor.— Y el anillo inquiero.

—Para él. — contesta sin más. 

—A ver, me estás diciendo que estás enamorado de Juan, Juan, ¿el chiquito orejón de tu compañero? ¿Y qué le vas a dar un anillo de mil dólares? — inquiero aun sin poder creer que sea de verdad.

—Sí. — asiente —. Y por favor más respeto— pide sacando pecho.

—¿Y por qué, no pudiste decirme esto en casa y no aquí, en medio de tanta gente?— interrogp ya considerando que no es ninguna mentira.

—¿Por qué sé como es tu carácter y quizás aquí no armes ningún escándalo?— responde. 

—¿Y cuándo te diste cuenta de tus gustos, bastantes …, peculiares?.— pregunto, entrecerrando mis ojos.

— Pues, o sea, yo sospechaba... ya sabes además que nosotros no lo hacíamos pues... mucho y...

—¡Tuviste cuatro años de noviazgo en los que tres vivimos juntos para, darte cuenta de que no te gustan las vaginas, sino los penes! —escupo con rabia sin dejar terminar que siga hablando tantas estupideces que está diciendo—. Y cómo se ve que en todos estos años no me conociste lo suficiente para saber que ¡A Mí ME IMPORTA UN CARAJO QUE HAYA GENTE PARA ARMAR UN ESCÁNDALO!— chillé, furiosa y dolida ¿Acaso no soy suficiente mujer para él? —. Y para que veas que a mí no me importa lo que diga la gente, no me importa tampoco que— tomo su teléfono y lo meto en la jarra de agua que estaba en la mesa, escuchando jadeos de algún curioso—.  Y además— veo el plato de pasta con salsa de la mesa de a lado y me acerco tomado el plato quitándoselo a su dueño quien se esquiva y me acerco a mi ex y —. Te encanta la pasta con salsa querido. —digo, echándole encima para después tomar mi cartera y mirarlo—. Te debo el queso, ah, ya voy a sacar las cosas de tu departamento ahora mismo. — respondo para salir con mi cabeza gacha, recién naciendo la vergüenza que dije que no tenía.

Para mi suerte un taxi pasa,  lo veo como todo iluminado y todo, como mandado del cielo, lo hago parar para posteriormente dar la dirección del departamento de Agustín. En el camino voy llorando, el conductor me pasa unas toallitas, mientras maneja me pregunta que, que me pasaba, procedo a narrarle todo desde que me desperté sin omitir nada, rebaja la velocidad al acercarse mi destino para terminar de escuchar y cuando llegamos me aconseja que no me pelee con mi ex, ya que podría llegar a ser una buena amiga, haciéndome sacar una risita, le pregunto cuanto es, para mi sorpresa no me cobró nada, más bien me dio su número para que le llame cuando lo necesite. En fin, perdí un novio y gané un amigo taxista. Llego al departamento y empiezo a empacar mis cosas en mis maletas mientras sollozos salen de mi boca, cuando ya estoy por irme, doy una última mirada y reviso todo el departamento queriendo hacer algo para que siempre se acuerde de mí. Coloco mi dedo en mi mandíbula pensando y pensando, algo se me viene a la mente, así que voy hacia el cajón de su cómoda y regreso a su armario sacando todos sus trajes, empezando a recortar cada uno de ellos, a ver con que se va mañana al trabajo, ya una vez satisfecha compruebo mi travesura y salgo sollozando dejando mis recuerdos de cuatro años.

Salgo ya con mis maletas y pienso llamar a mi nuevo amigo, pero niego argumentándome a mí que sería un abuso llamarlo, si apenas se marchó. Lo que hago es parar a un taxi que pasa y me subo dándole la dirección de mi amiga, este a diferencia del mi amigo va en silencio sin siquiera mirarme. Cuando llegamos me ayuda a bajar mis maletas cancelando lo que pide. Camino dudosa si mi amiga estará, ya que no la llamé y me reprendo por eso. En fin, de todas maneras no tengo a donde ir. Así que jalando mis maletas, subo hacia el departamento, timbro a lo que llego, sin embargo,  no hay respuesta, decido que me quedaré esperándola en la puerta, procediendo a sentarme en el piso, espero a que llegue esa loca, pero de tanta espera, el sueño viene a mí y cierro los ojos entregándome al sueño.

—Pau, despiértate, linda. — escucho a lo lejos la voz de mi amiga y un movimiento en mi brazo, haciendo que mis ojos se abran, pero los cierro por la luz que emana la persona frente a mí.

—Viky, ¿amiga eres tú?— pregunto aún cerrada mis ojos.

—Pues, claro, du. — habla y me tiende la mano a lo que yo tomo levantándome.

—¿Por qué estás tan… resplandeciente?— inquiero.

—Hay amiga, no sabes lo maravilloso que estuvo el bar esta noche. —responde moviéndose de un lado a otro intentando abrir la puerta de su departamento. — Todo estaba así normal, ya sabes, y de repente empezaron a esparcir alguna especie de líquido y después quedé así. — se señala—. ¿No crees que es fantástico y que resalta mi piel?— Pregunta ya adentrándose al departamento, me mira a mí,  borrando su sonrisa y luego mira mis maletas. — ¿Pero, que te pasó Pau? ¿Y hoy no era la noche?.

Nuevamente, las lágrimas se acumulan en mis ojos y suelto un ruidoso sollozo, para luego sentir los brazos de mi brillante amiga envolverme.

—Ven, entra, entra amiga. — jala mi maleta para yo hacer con la otra—. A ver, cuéntame, ¿Qué pasó?.




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