Mi Loco Amor...

Capítulo 4*

Definitivamente, la citas a ciegas no son para mí. La verdad me decepcionó dicha agencia para citas y me pregunto, sí rectifican la información de los ¿participantes?... ¿O los que envían las hojas para las citas? Bueno, para mí quedó vetado, ya que parecen las compras por internet, que  pides una cosa y te llega de diferente modelo o talla y a veces diferente producto. En fin, me tuve que regresar sola a la casa de mi amiga, por el hecho de que ella si resultó con una cita,  así que sé que no llegará a dormir y pasaré la noche sola. Me desvestí y me coloqué mi pijama para luego acomodarme en el sofá, no sin antes sacar un pote de helado con palomitas y poner una película de romance para soñar que algún día un amor como de esos llegará a mí, además soñar no cuesta nada ¿verdad?.

Con Lucke estuve conversando un rato más y tanto como para él y para mí resultó bastante incómodo que tuvimos que marcharnos cinco minutos después.

Ahora estoy llorando a moco tendido, ya que se murió,  la protagonista se murió,  yo creo que debo ver el final primero y evitarme tanta lloradera. O sea, se supone que es de romance, de amor, que deben terminar juntos y ¿por qué la matan? No, niego y sigo sollozando por el desastroso final. Mi teléfono suena y me levanto arrastrando mis pies, me siento tan mal.

Veo el identificador de llamadas y es mi amiga ¿Qué querrá?.

—Aló. —contesto sonándome la nariz, si, lo sé nada femenino.

—Pau, ¿Qué pasó amiga? —cuestiona ella preocupada.

Niego recordando el final y quiero nuevamente volver a sollozar.

—Es que..., se murió. — sollozo de nuevo al recordar el final y ella suelta un jadeo.

¡Odio al director de la película!.

—¿Quieres que vaya al departamento? — inquiere y escucho la música que va disipándose. Me imagino qué está caminando.

—No, tranquila, estoy bien, ella estaba enferma y no pudieron hacer nada.

—Lo siento mucho, amiga. — se lamenta.

—Yo igual. — me sueno más mocos—. ¿Y para qué me llamabas, Vicky?— cuestiono, apagando el televisor y llevando la basura a su lugar.

l—Oh, sí, es verdad. Te llamaba para invitarte a un bar que me vine con el chico del restaurante. Él trajo a un amigo, pero como estás de luto creo que iré contigo para hacerte compañía.

Fruncí  el ceño, ¿De luto?, observo el teléfono como si pudiera mirar a mi amiga a través de él.

—¿Yo?— me señalo.

—Sí, no dijiste qué se murió y que no podían hacer nada.

—Ah, de la película es que te estaba hablando, loquita, ¿y quieres que vaya dices? — cambio de conversación pensando que no puede ser mala idea ir a distraerme un rato.

—Sí, mira, yo te mando la dirección del bar en el que estamos y a lo que llegues me mandas un mensaje para salir a buscarte ¿Sí?. 

Asiento con la cabeza en respuesta. 

—Sí, ya me arreglo y voy hacia allá nos vemos amiga.

Cuelgo para ir hacia el cuarto y sacar de mi maleta un vestido hasta mis rodillas de brillos y la espalda descubierta con los mismos tacones de hace un momento. También saco mi bolso de mano y meto mi celular con dinero, los reservo para llevarlas. Voy hacia el espejo para cepillarme el cabello, para seguidamente maquillarme con sombras obscuras y un poco de rímel. Me coloco un poco de perfume, ya que tengo que cuidarlo, pues ya se me acaba y la economía no está para desperdiciar nada. Tomo mi cartera y salgo para llamar a mi amigo taxista recordando mi desastrosa economía. Mientras bajo a la primera planta voy colocándome un brillo de labios.

Cuando estoy en primera planta salgo a la calle y me abrazo a mí misma reprendiéndome al no tomar una chaqueta, pienso si subir nuevamente para tomar una, pero, niego ya que no es ninguna opción, por el hecho de que me demoraría más, así que me tengo que aguantar el frío que tengo. Para mi suerte mi amigo que me olvide preguntarme su nombre llega rápido, me apresuro a subir en asiento el copiloto para saludar a mi amigo con un abrazo.

El transcurso del camino Octavio me va hablando de su familia, yo le cuento las desastrosas citas que tuve hoy.

—No sales de una y entras en otra jovencita. — responde él negando con una sonrisa ante mi desastre de vida—. ¿Y hoy sales nuevamente?, espero y esta noche sea de provecho hija. — musita cuando llegamos y estaciona fuera del bar.

Le pregunto cuanto es y nuevamente me deja gratis, yo por mi parte me abrazo a él agradeciendo por todo, me cae tan bien el abuelo Octavio, bueno no está tan mayor como para ser abuelo, pero para mí lo es así.

A lo que estoy frente al bar me asombro por la cantidad de gente, procedo a mandar un mensaje a mi amiga, luego timbro para que vea el mensaje y en minutos sale sonriendo. 

—Qué bueno, qué llegas amiga, ven vamos adentro. — dice, colgándose de mi brazo.

Cuando nos adentramos al bar, la gente está que desborda todo el lugar, desde ya estoy que me sofoco al mirar el lugar lleno.

—¿Por qué hay tanta gente?— cuestiono, mirando a mi alrededor.

—Es la inauguración y dicen que el dueño es un extranjero que se vino a vivir a esta ciudad con su padre y que es un Adonis según las malas lenguas.




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