Mi Loco Amor...

Capítulo 7*

Entramos a la habitación y rápidamente nos deshacemos de nuestras prendas. Yo aprovecho para pasar mis manos por su cuerpo tonificado y él hace mismo, cuando empieza a masajear mis nalgas inevitablemente hace que de mis labios salga un gemido de placer, creo que eso lo excita más, ya que me recuesta en la cama, empieza a besarme y acariciarme donde Agustín jamás lo hizo y ahora comprendo, pues yo no le gustaba. 

Él, por el hecho de que no sé su nombre, se quita de sobre mí y va hacia su pantalón que reposa en el suelo y de ahí saca un sobre plateado para luego colocarse y regresar hacia mí, sin quitar su mirada de mis ojos de un solo movimiento me penetra haciéndome soltar un gemido de placer. Empieza sus movimientos y yo lo acompaño con mi cuerpo, nuestra sincronía es sorprendente, como si toda una vida lo hubiésemos hecho, la habitación se llena de jadeos ahogados por los besos que nos damos, seguimos moviéndonos acelerando las caderas cuando evidentemente estamos llegando a la cúspide del placer, él cae sobre mí sin aplastarme.  Cierro mis ojos intentando calmar mi respiración, quedándome inevitablemente dormida.

A la mañana siguiente, a lo que me despierto, mi cabeza duele y otras partes de mi cuerpo igual, abro mis ojos y busco donde estoy, un chillido ahogado sale de mis labios que cubro con mi mano ante mi espanto de no reconocer el lugar. Me paso mi mano por el rostro y vuelvo a ahogar un chillido cuando escucho un gruñido, inmediatamente giro mi rostro encontrándome con un hombre y no cualquiera sino al que hombre que dañé el auto el otro día. Imágenes de la noche anterior vienen a mi mente y tengo ganas de llorar, no recuerdo todo y lo que recuerdo, son recuerdos borrosos.

¡Mierda!.

¿Qué hice anoche?.

Me levanto y me horrorizo al verme toda chupeteada, ¿Acaso fue tan loca la noche, para terminar así?. En fin, ahora necesito salir de aquí lo más pronto posible, busco mi ropa y vuelvo ahogar un chillido ante la prenda tan pequeña que estaba usando ayer.

¿En qué estaba pensando?.

Me termino de vestir y salgo tomando mi cartera y acomodándome el cabello porque debe estar hecho un nido de pájaros. Voy al elevador para bajar a planta baja y para mi suerte a lo que salgo un taxi pasa así qué lo tomo para irme donde mi amiga.

En el camino voy cerrada los ojos, ya que un repentino dolor de cabeza apareció y está que me quiere matar. A lo que llegamos al edificio de mi amiga, el chófer me hace despertar con suaves movimientos en mi brazo, al parecer en el camino me había dormido. Me bajo del taxi cancelando de la carrera. Camino a paso lento, llego donde el portero Don Luca, lo saludo y el muy educadamente igual lo hace, entro con la cabeza gacha, ya que no quiero que vean mi estado desastroso y mi vestimenta no muy adecuada para la mañana. En cuanto llego al departamento de mi amiga sonrío al ver que ella está con una bolsa de hielo en su cabeza y con cara de zombi, me imagino yo debo estar igual o pero.

—¿Está tú amigo aquí? — pregunto a lo que entro llamando su atención. 

Ella alza su mirada y niega al mirarme.

—¿Hola? — dice irónica—. Nunca más volveré a beber una sola gota de alcohol.

—¿Sabes qué eso es una mentira y ni tú te la crees? — hablo sentándome a su lado y dándole un beso en la mejilla.

Dejar el alcohol es como dejar al novio tóxico que juras y prometes que nunca volverás con él, sin embargo, al final terminas cediendo y cayendo a él nuevamente.

—¿Qué tal tu noche? —cuestiona ella bebiendo un vaso de una agua de una qué está en la mesita del salón, me levanto para ir habla cocina por un vaso y a acercarme nuevamente donde Viky para sacarme agua para mí también.

—Digamos que bien porque no recuerdo casi nada, considero que bebí más de lo que pensé. — contesto bebiendo el delicioso líquido vital que está frío. —¿Y la tuya?.

—Bien, después que te fuiste, salimos y me peleé con una mujer y luego trajimos a Santiago aquí y hoy en la mañana se marcharon juntos, hace un momento se fueron — dice haciendo un ademán con la mano. 

—¿Con quién peleaste?.

—Con una mujer, no me haga caso.

Asiento y recuesto mi cabeza en el sofá para cerrar los ojos, quedándome dormida nuevamente.

—Despiértate Pau. — susurra Viky moviendo mi hombro—. Tu teléfono está sonando.

Abro mis ojos y no sé cuánto tiempo pasó, pero extiendo mi mano para que por favor me pase el teléfono y sin mirar quién es lo contesto.

—¿Señorita Paulina Pérez? — preguntan del otro lado de la línea. 

—Sí, con ella. — me aclaro la garganta —¿Con quién hablo?.

—Buenas tardes, está hablando con Íker Santori y le llamaba para saber si podría solicitar sus servicios de enfermera.

Me levanto de un brinco haciendo un baile ridículo ganándome una mirada interrogante de mi amiga.

—¿Señorita? — pregunta de nuevo esa voz que se me hace tan conocida, ¿y no sé de qué?.

—Oh, sí, sí, claro, yo acepto el trabajo, gracias.

— Me alegro, señorita, porque fue recomendada por el director del Hospital y necesito de urgencia sus servicios.— informa y escucho un alivio en su voz ¿cuándo podré conocerla para finiquitar su trabajo?.




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