Mi Loco Amor...

Capítulo 10*

Iker...

Salgo a toda prisa diciendo un escueto hasta mañana. No puedo creer que nuevamente haya caído ante los encantos de la mujer que destrozó mi auto y qué todavía aún no me entregan y que extraño demasiado. En fin, lo que decía es qué de verdad que su presencia es alucinante para mí, considerar qué si su amiga y mi nana no nos hubieran interrumpido, de seguro que en la tarde la hubiese besado y hace un momento la hubiera hecho mía nuevamente. Aún recuerdo su cuerpo tibio y sensual debajo del mío, hizo desearla y tenerla nuevamente, pero sé que eso no va a pasar por más que lo desee. Subo las escaleras sacudiendo mi cabeza intentando desaparecer esas escenas, para cuando llego a mi habitación entro y me deshago de mi ropa para ducharme con agua fría y así poder deshacerme de mis bajos deseos, quizás la falta de mujer hizo que la desease tanto y más aún con esa ropita tan diminuta, desde que encontré a mi exesposa en nuestra propia cama con el hombre que decía ser mi amigo en Italia, no había vuelto a estar con otra mujer, claro hasta Paulina y eso fue hace seis meses que llegamos aquí. Mi separación con Franchezca fue todo un calvario y creo que su engaño me dejó muy mal porque desconfío mucho de las mujeres, yo creo que lo único bueno de aquel matrimonio es mi hija Isis de tres años. Mi pequeña princesa, la amo tanto que no cabe en mi pecho, sonrío al recordarla. Termino de bañarme y me coloco simplemente el pantalón de pijama y me recuesto a intentar dormir, aunque no me resulta fácil, a la cansada lo hago teniendo sueños extraños con ella, definitivamente voy a volverme loco.

Temprano en la mañana, me despierto y me coloco el traje de trabajo. Voy a ir al hotel, ya que soy el dueño de ese y de otros más de la ciudad, el bar es como un entretenimiento, puesto que es con asociación de mi amigo Leonardo. Bajo las escaleras y en el jardín están desayunando todos, me sorprendo ver a mi padre comer la fruta, por el hecho de que es un goloso sin remedio.

—Buenos días a todos. — llego saludando y sentándome a lado de Paulina, pues solo a su lado hay un asiento.

Carajo.

—Buenos días, señor. — responde, ella esquivándome la mirada.

Parece enojada, ¿Será que se quedó con ganas? 

Pues claro, tonto al igual que tú, me contesto a mi mismo.

—Hijo, ¿Para dónde vas?.— cuestiona mi padre tomando de su jugo.

—Al hotel padre— respondo sonriendo a Antonella, quién me sirve mi plato de huevos con jamón—. Gracias nana.

—Come hijo. — contesta ella sirviéndome jugo a mí también—. ¿A qué hora llegaste anoche? — pregunta y Paulina se atraganta llamando la atención de mi nana quien le da golpecitos en su espalda.

—¿Estás bien? —le cuestiona.

Ella asiente con una sonrisa.

—Gracias, sí. — responde ella mirando a mi nana quién asiente.

 Yo carraspeo y hablo.

—Temprano nana. — contesto mirando de reojo a Paulina que está toda colorada—¿Por qué?— inquiero.

—Escuché ruidos y fui a despertar a la pobre Paulina.  Por cierto, disculpa hija— se disculpa avergonzada.

Ella niega quitándole importancia.

—Tranquila, no pasa nada, además estaba despierta, ya sabe tomando leche.

—Oh, cierto, la leche. —musita y continúa comiendo.

Se sumergen en una conversación de lo que rehabilitación ayer a mi papá, quién poco a poco va a ir mejorando su movilidad y me atrae esa manera tan segura que habla sobre su trabajo, parece que a mi padre le cayó bien, ya que no le ha hecho ninguna de sus acostumbrados berrinches y eso me alegra, sin embargo, también me atormenta que en algún momento yo ceda ante mis bajas pasiones y mi deseo hacia ella.

Niego, no debo atormentarme de antemano.

Salgo despidiéndome de todos, incluso dándole una mirada sugerente a ella, quien agacha la mirada cohibida.

Entro al hotel y saludo a la recepcionista quién coquetea descaradamente conmigo. Después voy a la gerencia a pedir los documentos, ya que sospecho que me están robando. Los negocios de aquí los atendía desde Italia y con el personal de mi entera confianza, sin embargo, el Gerente en quién yo confiaba está hospitalizado y la verdad no confío en el que se quedó, así que el gerente encargado llega temblando de nervios y trayéndome los libros de cuentas. También llamo al contador del bar para que venga a darme revisando porque es poco lo que entiendo sobre cuentas. El día la pasamos corrigiendo y en la tarde voy hacia el bar donde está mi amigo personalizado, él en todo lo relacionado con todo, de mí necesitan solo la firma, mi amigo me codea haciendo que salga de mi estupor.

—¿Por qué tan pensativo? — me pregunta sirviéndose un trago y otro para mí, sé que es temprano todavía, pero me lo bebo de un solo golpe.

—Estoy la cabeza hecha un lío, amigo. — contesto sirviéndole una copa y bebiéndola de golpe nuevamente.

—Hey, espera Íker y mejor cuéntame ¿quién es la mujer que te trae así?. 

Empiezo a narrarle desde un principio, desde el destrozo de mi auto hasta la noche anterior y lo frustrado que me sentí y el alocado sueño, ya que soñé que Paulina se escabullía hasta mi habitación y me hacía un baile erótico para después asomamos aquí en el bar, pero posteriormente ella bailaba para todos. Mi amigo se carcajea a más no poder yo ruedo los ojos ante las burlas de mi Leonardo.




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