Iker..
Cuando salí de la habitación de Paulina, me sentí como el peor hombre de este planeta y no distaba mucho de serlo.
¿Quién le dice a una chica después de tener sexo que deben mantener distancia?
Exacto, si, yo.
Y sé que lo hice todo mal, muy mal, sin embargo, creo que es lo mejor, mantener distancia y estar alejados el uno al otro es algo necesario, aunque sé que va a ser un tanto difícil, ya que estar en su interior se sentía tan bien y sentir su entrega hacia mí me hizo un adicto a su cuerpo a sus labios a toda ella, suspiro apesadumbrado, pero esta vez intentaré hacer mi mejor esfuerzo para lograrlo y mantener distancia. Fui hacia la cocina y me llevé una mano al pecho ante el gran susto que me hizo tener mi nana que estaba sentada en una banca tomando algo en una taza y de inmediato mi cuerpo se tensó y me pregunté desde qué horas estaba ahí, así que para salir de dudas le pregunté.
—¿Qué haces a esta hora aquí nana? — pregunté acercándome a ella y dándole un beso en su mejilla.
—No podía dormir y también te estaba esperando.—respondió sugerentemente.
—¿Sí? ¿Y eso? — le pregunté sentándome a su lado, ella me comentó que Fanchezca había llamado en la tarde y que mañana les esperara en el aeropuerto, sentía emoción al volver a ver a mi hija, sin embargo, sabía que tenía que ver a la madre también y es no me parecía buena idea.
—¿Todavía la quieres? — me preguntó ella y no tenía que mencionar su nombre, ya que lo sabía, incluso yo me pregunté lo mismo.
¿Todavía la quería?.
Por supuesto que no, definitivamente no la quería, su engaño evidentemente destruyó todo lo que mi corazón albergaba hacia ella, aunque obviamente lo sufrí mucho mientras la sacaba del corazón, sin embargo, lo logré y hoy en día solo queda el agradecimiento de que gracias a ella tengo al lo más preciado en mi vida que es mi hija Isis.
—No. — contesté seguro de mis sentimientos.
— Me alegro hijo, pero recuerda que no es bueno jugar con los sentimientos de otras personas.— bebe un sorbo de su taza, yo la miro sin saber qué decir—. Y Paulina no parece de esas mujeres, solamente te digo que tengas cuidado con lo que haces. — se levanta para ir hacia el lavabo, luego se termina el contenido de la taza y lo lava para dejarla en la mesada—. Descansa hijo y piensa lo que te dije.
Asentí con mi cabeza.
—Adiós nana. — me despido tomándome el rostro con mis manos, si ella sabe más de lo que quiere y debe, y de lo que yo quisiera, así que le levanto y voy a mi habitación a ducharme y ojalá poder intentar dormir.
A la mañana siguiente me desperté lo más pronto posible y fui hacia la habitación de mi padre para avisarle que mi hija y Franchezca vendrían hoy de Italia. Como era de esperarse se emocionó en sobremanera, me despedí y salí antes que alguien más me viera, argumente que adelantaría trabajo para ir a buscarla.
Cuando llegué al bar me debatía si hablarle sobre la noche que pase con ella a mi amigo, pero de inmediato me arrepentí y desistí de esa idea, más bien le hablé sobre la llegada de mi hija y su madre. Recordé que aún no llamo para averiguar sobre la llegada de su vuelo, sin más procedo a hacerlo sin perder tiempo, saco mi teléfono bajo la atenta mirada de mi amigo y cuando contesto la sonrisa de mi amigo se expande.
—Hola princesa, si mi pequeña, sí, sí, está bien y ahora mi amor pásame a tu mami y luego hablamos tú y yo. — hablo a mi hija quién apenas contesté, soltó un chillido emocionado y me preguntó si estaba contento de volver a verla, incluso me pidió que la llevara a comer una hamburguesa gigante, como amo a mi pequeña, pero a los segundos mi sonrisa se borra al escuchar a mi exesposa en la línea.
—Querido, ¿Me has extrañado? — inquirió la muy descarada hacienda que ruede los ojos.
— Si, no te imaginas cuanto. — contesto irónico y escucho como se carcajea y esa carcajada en antaño me habría desarmado, pero ahora me parece tan vulgar y desagradable—. Franchezca, te llamaba para preguntarte a qué hora llega tu vuelo.
Silencio, no dice nada por un buen tiempo y pienso que ya cortó, reviso mi teléfono y aún continúa la llamada.
—Perdón querido, pero fui a comprobar los boletos y llego a las seis, ¿ya estás ansioso para volver a verme? — inquiere ella hablando despacio y me imagino queriendo ser sensual.
—Mira Franchezca, deja ya de incordiar. —farfullo irritado —. Yo les estaré esperando en el aeropuerto y pásame a mi hija nuevamente, por favor — pido.
—Papii. — escucho nuevamente su voz.
—Mi amor, yo voy a estar esperando por ustedes en el aeropuerto, hija, si amor te quiero mucho, adiós.
Me despido de mi pequeña y suspiro, emocionado.
—La pequeña Isis te tiene agarrado las bolas del pequeño dedo meñique de su pequeña mano. —se burla mi amigo sonriendo.
Asiento de acuerdo con él.
—La amo, Leo, la amo más que a mi vida.
—Y quién no, si es una niña adorable.
Sonrío encantado y empiezo a revisar los papeles de las compras de los vinos y demás productos del bar. En la tarde fuimos a comer algo al restaurante favorito de los dos. Nos pusimos a conversar sobre cosas vanas hasta que llegó la hora de ir a buscar a mi hija y a mi ex. Leonardo me acompañó y después de darle su hamburguesa gigante a mi hija fuimos a la casa. En cuanto entramos, ellos ya estaban cenando y nunca pensé que llegaría sentir tanta furia y arrepentimiento de invitar a mi amigo a la casa, ya que Paulina lo miraba como si mirara a un artista de cine y a mí apenas me dirigió una mirada, y lo que más me molestó fueron las palabras de mi nana al insinuar que Leonardo le había gustado a ella y quise pararme frente a ella para me mirase a mí, tal y como lo hacía con él.