Mi Loco Amor...

Capítulo 14*

Franchezca está esperando a que yo caiga ante sus encantos y estoy muy tentado a decir verdad porque debo reconocer que es una mujer hermosa de quien estaba realmente enamorado y pienso que si sería una buena idea acostarme con ella para ver si de una vez por todas me quito de la cabeza a Paulina, pero pienso en que pasará después de hacerlo con ella y definitivamente la respuesta es no, no quiero que se confundan las cosas entre nosotros y empiece a conjeturar cosas que no volverán a pasar. Me acerco para agacharse a tomar su vestido y pasárselo para que se vista, ya que no pienso acostarme con ella nunca más.  Sigo subiendo las escaleras para la segunda planta y escucho como se carcajea a más no poder y no hago caso a lo que grita.

Entro en la ducha y dejo que el agua recorra cada centímetro de mi piel y me desetrece de todo el revoltijo de pensamientos que atormentan en mi cabeza. Verla, ignorarme no me sentó bien y sé que eso yo le pedí, mantener nuestras distancias, sin embargo, debo aceptar y meterme en la cabeza que es lo mejor.

Termino mi ducha y me coloco un pantalón de pijama sin camisa para luego recostarme e intentar dormir. Siento unos besitos en mi mejilla y sonrío porque esa manera de despertar la extrañaba y no lo sabía hasta estos momentos.

—Despiértate papito. — la voz de mi hija de bebé en mi oído y sus bracitos rodeándome mi cuello me hacen abrir mis ojos.

Me siento y la abrazo tan fuerte que se queja.

—Ay papi.

—Buenos días, mi amor. —saludo— ¿Ya tienes hambre? — le pregunto, pero es Franchezca la que responde. 

—Quería venir a saludarte primero. — informa ella acercándose y tomando en brazos a Isis, quien se deja cargar—. Te esperamos abajo, querido. — responde saliendo con su caminar elegante.

Me levanto para lavarme los dientes y bajo colocándome una camisa mientras camino, llego al jardín y ya está sentada Franchezca sirviéndose café que está en la mesa, yo llego y tomo a mi hija en brazos mientras me sirve una taza a mí también, se sienta para acariciar mi cabello de una manera cariñosa que me recuerdan el pasado, sigo bebiendo mi café y veo como vienen mi papá muy sonriente llama a Franchezca para saludarla y ver a Paulina con una expresión neutra, me desconcierta porque no puedo identificar nada en su rostro, lo coloca a un costado de Franchezca quien lo saluda igual efusiva, luego Antonella llega junto con Ámbar con las charolas de comida, inevitablemente veo como Paulina se marcha y regresa después con fruta para mi padre, yo estaba esperando que se sentase junto a nosotros como siempre, pero es algo que no ocurre y se marcha nuevamente.

—¿Por qué no se sentó Paulina con nosotros? — suelto la pregunta sin darme cuenta, ganándome miradas por parte de todos, excepto mi hija que come sus wafles muy emocionada.

—Tal vez porque sabe que debe comer con la servidumbre, querido. — contesta Franchezca osca.

—No es del servicio Franchezca, es la enfermera de Giuseppe, y desde que está ella él ha ido mejorando y pronto quizás ya camine. — responde Antonella, a ella desde que supo el motivo de mi separación no le cae muy bien que digamos mi ex, sin embargo, comparte con ella por mi hija.

En el desayuno mi padre y Franchezca se la pasaron conversando hasta que la figura de Paulina aparece ante nosotros preguntándole si ya había terminado y la voz desdeñosa de Franchezca hace que yo empiece hablar y defender a Paulina, sin embargo, nos dejó con la boca callada, ya que no necesitó que nadie la defendiese, yo estaba aturdido y encantado si se podría decir así, con la mujer frente a mí.  Después se llevó a mi papá a seguir realizando los ejercicios. Franchezca ofuscada reclamado del porqué no la defendí, más bien no hice caso a lo que ella me reclamaba.

Después de terminar de desayunar, me fui a bañar, había conversado con Leonardo de que no iría hoy al bar y tampoco iría al hotel, me quedé en la casa, puesto que mi hija estaba aquí y no sé por cuanto tiempo lo estará, aunque si por mí fuera yo me quedaría con ella toda mi vida. Por la ventana pude ver como mi padre ejecutaba los ejercicios y realmente se notaba la mejoría que había tenido hasta el momento, no me pasó desapercibido el traje de baño que inevitablemente hizo que pensamientos no aptos para menores se cruzaron por mi cabeza, bajé a la cocina a comer algo, mi hija y su madre se fueron para algún centro comercial, obviamente pedí a Antonella que las acompañase, aunque a regañadientes aceptó y por supuesto entregue una tarjeta de crédito para que le comprara algo a mi hija también para ella. Estaba bebiendo un vaso de agua y la presencia de Paulina me ha desubicado porque al verla de lejos estaba bien, sin embargo, tenerla así de cerca me puso mal, la boca se me secó y trague duro, pero ella de inmediato trató nuevamente de evitarme, se giró, pero la detuve sosteniendo su suave brazo y no sé por qué me dieron ganas de acariciarla.

—Espera. — hablé tan cerca que puedo sentir su fragancia en su cuello—. ¿Por qué quieres escapar de mí? — cuestiono subiendo y bajando mi mano por si brazo.

—No estoy queriendo escapar, señor. —responde, la suelto de inmediato y me pregunto ¿qué estoy haciendo de nuevo?.—. Estoy buscando a Ámbar, pero ya que usted está aquí, quiero que por favor me ayude a sacar a su padre de la piscina, ya terminamos los ejercicios.— pide mirándome a los ojos.

—Si, si bueno vamos. — susurro mirándola con ganas de explicarle que no pasó nada con Franchezca, ¿pero para qué?. 




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