Mi Loco Amor...

Capítulo 19*

¡Qué cavernícola!.

Mira que darme nalgadas y aparte sacarme en hombros, pero ¿qué se ha creído el muy idiota?, y ahora estamos llegando a, no sé dónde, giro mi rostro y puedo notar cierto aire de burla en su rostro, ¿acaso se está burlando de mí?.

Sigo con mis brazos cruzados como una niña pequeña que no le dan su golosina.

Idiota.

—¿A dónde vamos? — inquiero hablando molesta—. Este no es el camino a tú casa —informo preocupada y él ni siquiera regresa a mirarme—. Hey, Íker, dime algo.

—Tranquila, falta una hora para llegar.

¿Llegar?, ¿llegar a dónde?.

—¿A dónde? — pregunto haciendo que mi pensamiento hable.

—Una sorpresa.

Estamos saliendo de la ciudad y vamos por un camino que no conozco, veo por la ventana y las casas se van transformando en árboles y empiezo a tener un mal presentimiento.

¿Acaso va a matarme y esconder mi cuerpo para que no lo encuentren?.

Tranquilízate Pau, respiro profundo y pienso, ¿qué daño provocaría botarme en un auto en movimiento?.

¿Y si escapo?, ¿dónde me escondo?.

—No tengas miedo, no soy un asesino, peor aún un secuestrador.—informa como si hubiera adivinado lo que mi loca mente estaba reflexionando—. ¿Qué? Me miras con miedo y supongo estás imaginando las peores cosas que reflexiono hacerte, ¿verdad?.

Niego y se carcajea.

—Incluso buscabas algo en el auto, quizás para golpearme y escapar.

—Buscaba algo de comer. — miento poniendo los ojos en blanco—. No dejaste que termine mi desayuno con Agustín.

Veo como aprieta el volante mientras maneja y sonrío para mis adentros.

—Hay. — digo suspirando—. Agustín es tan caballeroso, ¿sabes?, deberías aprender algo de eso, caballerosidad. En fin, eso no lo conoces tú, ¿verdad?, me sacaste como un quintal de papas y lo, pero es que me nalgueaste frente a mucha gente y los dueños que son mis amigos.

—No querías salir, ¿qué querías qué hiciera, eh? — pregunta sonriendo.

—¿Dejarme terminar mi desayuno?, por ejemplo. — respondo lo obvio.

—Ya no estés enojada, mira, ya llegamos. — dice estacionados en una especie de caballa campestre frente a una laguna.

—¡Wau, qué hermoso! — exclamo encantada, estaba tan ensimismada peleando con Íker que no vi el paisaje. Es una hermosa cabaña ubicada en medio de un lago, alrededor hay tres o cuatro cabañas más, pero lo que más abunda son los árboles frondosos y al bajarme del auto respiro aire puro—. ¿Es tuya? — inquiero encantada.

— Sí. — asiente—. La compré dos meses después de que llegué aquí, estaba buscando un lugar tranquilo para despejarme y me pareció el lugar adecuado. —contesta mirando hacia el lago que brilla ante los rayos del sol—. Hemos venido algunas veces con mi papá y Antonella un par de fines de semana, ¿Quieres entrar a ver la cabaña por dentro?— inquiere llamando mi atención y sonriendo asiento, tomó la mano que me tiende y de inmediato mi cuerpo se estremece.

Entramos y mi boca se abre de asombro, tiene una estructura muy rústica, con maderos grandes, también tiene lámparas grandes, hay una gigante en la entrada con sus focos redondeados, las paredes están adornadas con cuadros de paisajes, en definitiva muy hermosa, seguimos al salón y los sofás son sencillos de color beige con cojines de adorno negros, me jala para hacerme sentar en uno y es como si estuviese en una nube, sonrío por mi pensamiento.

—¿Te gusta? — inquiere mirándome a lo que asiento— Me alegro. —dice y lo noto nervioso.

— A que me trajiste aquí? —pregunto.

—¿Por qué no me dijiste que no tenías nada con mi amigo? — pregunta levantándose y caminando, al ver que no digo nada, vuelve hablar—. Sé que me comporte como todo un canalla y te pido disculpas, esa noche que tú y yo, pues… Ya sabes, yo me sentía muy confundido ante una clase de sensaciones que estaba experimentado. —vuelve a sentarse para luego tomarme de las manos y mirarme, haciéndome sentir una extraña sensación en mi estómago ante la intensidad de su mirada—. Tú de verdad me gustas Paulina, quizás desde el momento en qué destruiste mi auto, te odié, ya que es mi favorito y todavía siguen arreglando la pintura. — agacho mi cabeza, avergonzada—. También me cautivaste, no sé y cuando te hice mía la primera vez, me dejaste adicto a ti y esos deseos y ansias de estar contigo a cada momento me hicieron actuar de la manera incorrecta, aquella vez que te pedí alejarnos. — habla y niega para volver a pararse.

Yo por mi parte estoy estupefacta ante sus palabras y no sé qué decir.

—Fui un tonto de verdad, y cuando no me hacías caso y pasabas de mí como si no me conocieras, o cuando me respondías osca. — niega —. Peor aún cuando sonrías con Leo, quise regresar a mi amigo a Italia y quemar su pasaporte para que se quede allí. —explica negando—. Fueron muy crueles y tú una mentirosa, la pasé genial, Leo es un caballero, fuimos a cenar y luego. —imita en un tono de voz tan aguda y moviendo sus manos, haciendo que me ría de una manera nada femenina—. ¿Lo disfrutaste? ¿Disfrutaste ponerme celoso?.— inquiere levantándome para acercarme a él —.  ¿Disfrutaste volverme loco?—susurra agachándose para hablarme al oído, haciendo que mi cuerpo tiemble, asiento, haciéndolo reír.




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