Mi Loco Amor...

Capítulo 21*

Terminamos de desayunar entre miradas de coqueteo entre Paulina y yo que, evidentemente, mi nana lo notó. Si la conversación que tuvimos ayer en la mañana me confirma que está más que de acuerdo en que yo tenga algo más con Paulina porque me envió a buscarla y sonreía cada tanto mientras nosotros compartimos diálogos.

El hecho de que no había Guardado el número telefónico de Pau se debe a mí, mi mucha despistes, debo reconocer muy a mi pesar que soy una persona bastante despistada, sin embargo, también cuenta que la vez que llamé para solicitar la entrevista lo había hecho desde la casa y aunque no tiene mayor explicación razonable, lo primero que voy a hacer es ir agenda su número, pues evidentemente está en mi correo y gracias a eso perdí un punto y con justa razón. Ahora espero y se apiade de mí y me regale un besito tan siquiera.

Para nuestra suerte Franchezca durmió como la bella durmiente, ya que llegó aparecerse a las once de la mañana y salió sin decir nada, apenas terminó de desayunar. 

Nosotros, por nuestra parte, después de desayunar, procedimos a colocarnos nuestros trajes de baño y disfrutamos de la piscina junto a mi padre y Paulina, quién le estaba haciéndole realizar los ejercicios habituales, para mí fue un placer poder darle a mi pupila tremenda vista, pues realmente estaba hermosa con la parte superior de un biquini y que imaginarme lo que había debajo de ese short se me hacía agua la boca, pues ya sabía lo que había ahí y lo había disfrutado mucho a decir verdad.

Había olvidado lo realmente divertido que es relajarse sin estar pendiente de tantos problemas que la adultez acarrea, aunque necesaria, relajarse es a veces imposible, ya que los negocios y los problemas que se adjudican a cada uno de ellos, hacen que mi estrés crezca a manera estratosférica porque el desfalco en los hoteles han ido incrementando, pero por ahora quiero olvidarme de todo y deseo que mi pequeña aprenda a nadar, así qué sosteniéndola en mis brazos la estaba indicando a patalear y mover sus pequeños brazos. Ella estaba toda encantada, disfrutó de nuestra mañana juntos y sentí que de alguna manera redimí la desaparición del día de ayer.

Pero tampoco cambiaría nada, ya que lo disfrute con Pau…

La mañana fue muy provechosa, sin embargo, estaba pendiente en la más mínima oportunidad que Paulina fuera a la cocina o saliera para ir tras ella y mi espera acabó cuando salió para buscar una toalla para mi padre, así que excusándome con mi padre y dejando a mi hija comiendo los sándwiches y la limonada que nos trajo Ámbar, la recosté en la silla de tomar el sol y salí con la tonta escusa de ir al baño, la seguí escondiéndome para que no me vea y alcanzándola a lo que entró al cuarto de toallas entré junto a ella sin que se diera cuenta cerré la puerta hacienda exaltar.

—Hola bella dama.— hablé con tono francés que debo reconocer, me salió impecable.

Ella se exaltó y brincó en su sitio, llevándose una mano al pecho y maldiciendo por lo bajo.

—Íker, me haces asustar tonto. — espeto ella dándome golpecitos con una toalla pequeña que tenía en su mano.

—Au, au, au, ¿por qué me maltratas?, aún no empezamos la relación y hay maltrato intrafamiliar.— bromeé intentando hacerla sonreír lo cual no sucedió, pero que estaba por hacerlo, así que hice un puchero ridículo logrando que una sonrisa apareciera en sus deliciosos labios.

La abracé y en cuarto muy angosto que estábamos me permitió tenerla muy cerca de mí. 

—Hola. — dije tontamente. 

—Hola. — respondió ella y los dos nos carcajeamos y aprovechando su distracción la besé metiendo mi lengua saboreando cada recoveco de su boca. Me correspondió y luego de un minuto se alejó y supe que ahí empezaría mi penitencia por no haber tenido su número agendado. —¿Qué pasa? — pregunté sonriendo inocente y batiendo mis pestañas, esperaba que mis encantos lograra que me perdone, lo había visto en las películas hacer a las mujeres y esperaba que a mi igual me funcionase.

—No te va a funcionar eso Íker, así que deja de hacerlo. — dijo ella rompiendo mis ilusiones.

—¿Por qué estás enojada? — cuestioné intentando acercarme más, ya que no sé cómo lograba alejarse en un espacio muy reducido.

—¿Y todavía preguntas? — inquirió ella rodando los ojos.

Mierda.

—Si, no sé por qué estás enojada. — respondí esquivando su mirada.

—Cuando te enteres, me buscas, adiós. — intentó salir, sin embargo, yo la tome de la cintura y la abrace.

—Está bien, si, lo siento amore, solo que tengo mi justificación.

—¿Cuál será? —preguntó sonrojada.

Sonreí para mis adentros. 

—Yo te llamé de la casa y después mis preocupaciones y todo el revoltijo de nuestra situación, me olvidé de agendar tu número, pero te prometo que lo haré. —prometí, pero no le convenció porque en su rostro tenía una expresión neutra.

—¿O sea que aún no agendas mi número? — preguntó y negué.

—Pero es que quería estar con ustedes compartiendo en la piscina, pero te prometo que lo haré, lo juro.—me excusé de inmediato.

Asintió y sonrió.

—Por esta vez te paso ese pequeño error, pero que sea la última vez qué lo hagas, ¿si?.




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