Mi Loco Amor...

Capítulo 22*

En cuanto llegamos al centro comercial, mi hija estaba encantada mirando con ojos de ilusión las tiendas de juguetes y por supuesto de golosinas que es a la que entramos para comprar los chocolates para Pau, decir que estoy sorprendido es poco, creo que estoy en la fábrica de chocolates Willie Wonka, hay tanta variedad de dulces y golosinas que incluso yo estoy que brinco de la emoción. 

—Oh, que linda niña. — la alaga la dependienta a mi hija que se nos acercó sonriendo de una manera escalofriante haciendo que mi hija esconda su rostro en mi cuello, incluso a mí me dio miedo—. ¿En qué les puedo ayudar? —cuestiona ella sin dejar de sonreír. 

—Este sí, queremos chocolates. —explico un tanto cohibido.

—Oh, chocolates, si, si, claro, vengan por acá, por favor, tengo unos que están de… li… cio… sos. — dice muy emocionada caminando hacia una área donde hay variedad de chocolates con relleno y sin relleno, amargo y dulce. Definitivamente, este es el lugar indicado para encontrar el perfecto para Paulina y también para comprar dulces para mi hija—. ¿Deseas algo en particular? — inquiere.

—Quiero unos de. — pienso lo que dijo Victoria, dijo alergia a la nuez o al maní. Sí, nombró algo de nuez.

Mierda, debí apuntar las alergias, pero nuez es lo que más me suena, entonces era alergia a la nuez, sí, eso debió ser, así que ya más seguro pido a la dependienta.

—Quiero chocolates que tengan maní, nada de nuez, mi chica tiene alergia a la nuez.

Sí, le va a encantar a Pau y quedará feliz conmigo.

—Enseguida, nada de nuez, solo maní, tengo unos chocolates con crema de maní, ummm, que de chuparse los dedos. —explica lamiendo sus dedos, esquivo la mirada negando.

Cuando ya no oigo nada, la observo con sus cejas alzadas, asiento dudoso y procedo a comprar dulces para mi hija y una vez que la dependienta trae mi pedido procedo a salir hacia una tienda de flores y hacer un pedido para que envíen a la casa en la noche. También compré algunos juguetes para mi hija y después de comer algo regresamos a la casa.

Llegamos y Franchezca ya estaba en la casa, no puedo preguntar que hacía hoy en el hotel y con el Gerente, primero voy a averiguar e investigar primero, después actuaré según lo que encuentre. Bajo a mi hija para que vaya donde su madre quien está en el sofá sentado mirando una revista.

—Mami, mamita, mi papi me compró golosinas. —explica mi hija dejándose cargar en las piernas, indicándole la funda.

—Me alegro hija, ahora ve donde Antonella que te dé algo de comer.

—Ya comimos, Franchezca deja que vayamos arriba. —intervengo caminando hacia mi habitación tomando la mano de hija para dejar las cosas que compré. 

—¿Y dónde estabas querido? — inquiere levantándose y caminando hacia mí.

—Salí a pasear con mi hija, o no puedo ¿y tú? — inquiero alejándome ya qué no quiero que Paulina me vea junto a ella y me quite otro punto—. ¿Dónde estabas? — insisto.

—Salí con una amiga a pasear. —miente sonriendo rara y acercándose más y yo alejándome también. 

—¿Amiga? — inquiero—. Tú no tienes amigas aquí por lo que sé.

—Este, sí, una amiga llamó y dijo que vino de Italia y nos encontramos en un café. — contesta ella nerviosa, regresando sus pasos nuevamente al salón para sentarse en el sofá—. No hay ningún problema en encontrarme con mi amiga, ¿verdad?.

—No, claro que no la hay. — contesto subiendo.

Llegamos a la habitación y dejo las cosas en la cama y tomando nuevamente en brazos a mi hija, salgo hacia el jardín donde mi padre está jugando cartas con Paulina y mientras nos acercamos, rato después llega mi nana y deja una charola con las galletas de mi padre con una jarra de leche y vasos.

—Buenas tardes.— saludo y me siento junto a mi padre para quedar frente a ella, siento a mi hija en mis piernas que continúa comiendo sus dulces que le quito y le doy una galleta y un vaso de leche.

—¿Cómo están? — inquiero sonriente. 

—¿Por qué estás tan sonriente? — cuestiona mi padre botando una carta—. Me das miedo. 

—Papá. — me quejo.

—¿Qué? Solo digo la verdad — dice alzando sus hombros. 

—Buenas tardes, Íker. —saluda Paulina mirándome de una manera que me intriga. 

—Hola Paulina, ¿Qué tal tú mañana? — inquiero.

—Estuvo bien, gracias, ¿y la tuya?.

—Bien, salí a pasear con mi hija y al centro comercial para comprar algunas cosas... ya sabes. — hablo sugerente esperando, me entienda que ya le compre su obsequio. 

Asiente y sonríe botando una carta y gritando.

—¡Ganeé! —. Soy la mejor, se levanta y empieza mover las caderas y las manos al mismo tiempo ganándose las sonrisas de mi hija, mías y de mi padre.

—Lo siento, me emocioné.

—Tranquila — digo encantado con la mujer frente a mí.

 

*******

Ya son las ocho y salí a recibir las flores, ya tenía la caja de chocolates en mis manos y voy hacia la habitación de Paulina por el jardín para hacerle más romántico, golpeo la ventana varias veces y al la cansada se abre mostrando a una Paulina extrañada.




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