Mi Loco Amor...

Capítulo 23*

Paulina..

Empiezo a sentir una opresión en el pecho y un ahogo que reconozco de inmediato, ¿pero, qué me comí?, según Íker, sabía mis alergias y no había nada que pudiese hacerme daño.

Mierda me ahogo, necesito epinefrina de urgencia.

Puedo ver el terror en los ojos de Íker al mirarme, quizás y ya estoy morada o con ronchas. De inmediato me toma en brazos y me saca de la casa, yo estoy, ya que veo a San Pedro, incluso estoy viendo mi niñez, creo que hasta aquí llegué nah mentira. Lo siento por él que ya se había ganado su punto extra por toda esa parafernalia que hizo para conquistarme y resulta que me envenenó el muy despistado, o incluso si el plan era hacerse el salvador lo está logrando, ya que debo reconocer que llegó tan pronto al hospital y de igual manera me colocaron la epinefrina que necesitaba, pues de inmediato hizo efecto en estabilizar y abrir mis vías respiratorias.

Me colocan un suero que me hace sentir un poco adormilada y muy cansada que me gana y me duermo por un momento, sin embargo, una suave caricia hace que abra mis ojos lentamente para encontrarme con unos ojos miel que miran con ¿culpa?, así que deduzco que se siente culpable por todo lo sucedido hace unos minutos. Le sonrío tranquilizadora para que vea que no estoy enojada con él y por lo sucedido que tenga experiencia, que lo que sea que me haya dado no lo vuelva hacer.

—¿Cómo te sientes? — inquiere acariciando mi mano donde está el hombre suero.

Sonrío condescendiente.

—Mejor gracias.

Niega y agacha la mirada.

—Yo, yo lo siento, nunca quise que esto pasara Pau, mira como estás y por mi culpa. — se lamenta.

Me encojo de hombros restándole importancia.

—Tranquilo. — sonrío—. ¿No dijiste que sabías lo que me hace daño?.— inquiero alzando una ceja.

Asiente y niega a la vez. 

—O sea, creí que si sabía, pero me confundí muchísimo. — habla avergonzado y niega—. Mira, yo pregunté a tu amiga sobre que es lo que te gustaba y empezó hablar y a nombrar varias cosas y después mencionó sobre tus alergias, posteriormente nombramos la nuez y el maní, sin embargo, yo estaba un poco aturdido y al final las confundí, ya que terminé comprando los chocolates con maní. 

Abro los ojos desmesuradamente, ¿maní? ¿En qué estaba maní?

—¿En qué estaba maní? — cuestiono confundida.

—En el chocolate, pues, ahí estaba con maní, aunque debo reconocer que no se sentía su sabor. —explica.

—Oh, aunque muy delicioso, debo reconocer para mi pesar.

—¿Me disculpas?.

Asiento y con la mano que no tiene la vía y lo jalo hacia mí para que me bese. Él encantado lo hace metiendo su lengua, pero el sonido de la puerta nos hace separar.

—Disculpen por la interrupción. — expresa el médico entrando con unas hojas—. Vengo a revisarla y si ya está apta para darle el alta.

Íker se separa de mí y el doctor que debo decir está muy guapo haciendo que Íker gruña por lo bajo cuando el doctor empieza a verificar mi respiración con el estetoscopio y posa sus manos en mi pecho, ya que estoy con la pijama de short y la blusa de tiras que, obviamente estoy sin brasier. Ahora carraspea, pero dejo de un lado sus celos, por el hecho de que el ahogo empieza a volver y miro al doctor con miedo, puesto que otra vez estoy con la crisis, escucho como Íker pregunta que, que estoy, el médico por su parte aplasta un botón rojo e inmediatamente entra la enfermera a esperar órdenes del médico guapo.

—Epinefrina, cinco miligramos. — indica y la enfermera se acerca a colocarme la medicina que de inmediato hace resultado.

—¿Qué fue lo que le pasó nuevamente? — cuestiona Íker al médico que está con el ceño fruncido.

—No lo sé, ya estaba estable y no debía volver a pasar, ya que no ha vuelto a ingerir nada para provocarle la crisis alérgica. — me mira y pregunta—. ¿Qué hizo momentos antes de que le diera nuevamente la crisis?.

—Nada extraño, solo …

—Nos besábamos. — me interrumpe Íker acercándose a mí—. Nos estábamos besando y usted entró a interrumpirnos.— responde altanero ganándose una mirada asesina por mi parte.

—Disculpe ¿qué es usted para la paciente? — inquiere el doctor mirándolo fijamente.

—Bueno yo…

—Es mi novio doctor. —respondo tomando aire y puedo ver una sonrisa impregnada en los labios de Íker.

—Si, su novio. — repite Íker inflando el pecho, yo contengo una risa.

—Bueno, creo que usted es la causa del anafilaxis de la señorita.

—¡Qué! — se exalta Íker intentando acercarse al guapo médico, quien no se mueve de su puesto y permanece quieto mientras yo sostengo a Íker de su camisa para que no haga tonterías.—¿Cómo que soy la causa? ¿Acaso yo soy el maní que le provoca eso afilaxis o lo que dijo? — inquiere molesto. 

—Anafilaxis, señor, y no digo eso, sino que por algún motivo. — hace silencio y supongo que está pensando algo—. ¿Usted también ingirió lo mismo que la señorita?.




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