Mi Loco Amor...

Capítulo 24*

Íker...

Es increíble la manera en que pude dormir tranquilamente a su lado. La paz que me transmite con el solo hecho de escuchar su lenta respiración y sus suspiros que de repente suelta me hace sonreír. Llevó cómo cinco minutos mirándola dormir y sin ánimos de levantarme o tan siquiera hacer algún movimiento que pueda despertarla, muy a mi pesar, debo aceptar que, inevitablemente, me he enamorado de ella.

Verla ayer ahogarse e incluso ponerse morada, un aguijonazo de culpa se instaló en mi pecho, evidentemente quise golpearme por ser tan descuidado, me pregunté y me recriminé al no haber anotado las alergias que Paulina tenía y nos hubiéramos evitado todo lo que sucedió, también hubiéramos evitado que ese medicucho de quinta haya puesto sus ojos en Paulina, ya que era evidente que quedó encantado y quién no, si es preciosa. Cuando dijo que éramos novios quise saltar de emoción, sin embargo, cuando luego me aclaró que no era cierto lo que dijo, esa burbuja de emoción se explotó de la misma manera que se infló, exacto, en segundos. Sonrío al ver como un rastro de saliva cae por su labio, despacio me levanto para no hacerla despertar. Tomo mis zapatos en mis manos para luego salir espacio dejándola descansar. Este día voy a dejar que descanse y se lo haré saber a mi padre y mi nana, aunque no sé cuáles serían las escusas o los motivos para justificar que no trabaje este día, aunque ya conociendo su carácter creo que no me obedecerá. 

Subo las escaleras hacia mi cuarto y me llevo una mano al pecho del susto, pues mi nana está bajando haciendo que nos encontremos en medio camino.

—¿De dónde vienes jovencito? — Cuestiona cruzada de brazos.

—Hola nana, disculpa, pero ya estoy muy crecido para dar información de mi vida perso, au, au, au. — me quejo sosteniendo mi oreja que anteriormente mi nana la había jalado—. Nana, y eso ¿por qué fue?. — inquirí quedándome.

—Por hablarme así, recuerda que yo limpié tu trasero lleno de...

—Ya sé, nana, lo siento. —me disculpo alzando mis manos en son de paz, pero mi acción hace que alce las cejas y me mire con los ojos abiertos, pues estoy con mis zapatos en mis manos.

—Ya te dije Íker, no quiero que juegues con Paulina, si la quieres de verdad sabes que te apoyamos, pero no a escondidas, ¿vienes de ahí, verdad? — insiste y asiento.

—No juego nana, lo juro.

Tomo su mano y la llevo para sentarnos en el sofá del salón y procedo luego hablarle sobre la noche alocada de ayer, ella por su parte niega mirándome y me avergüenzo más de mi mismo si eso es posible. 

—¿Y cómo está ahora? — cuestiona visiblemente recuperada.

—Ya está mejor, gracias nana.

—Si querido estoy de acuerdo contigo, este día que descanse, ya para mañana que continúe las terapias con Giuseppe. 

Asiento de acuerdo con ella. Sin embargo, su voz nos hace girar y mirarla.

—Buenos días.

 Está ya bañada y lista según la veo, deduzco que va a querer trabajar este día, a no, este día tendrá que descansar y de eso me encargo yo.

—Buenos días, picolina. —salida mi nana levantándose para acercarse a ella y abrazarla—. Ya Íker me habló de lo sucedido en la noche, ¿ya estás mejor?.—inquiere separándose y tomando las manos de Pau, quién asiente efusiva.

—Si, ya estoy mejor, gracias Antonella. 

—Me alegro, pero este día tendrás libre para que descanses.

Niega y me mira como queriéndome matar, mientras yo bajo la mirada viendo mis zapatos en mis manos.

—No es necesario. —habla de inmediato—. Yo ya estoy bien, no fue la gran cosa.

Niega.

—De todas maneras vas a descansar, y no está en discusión. — sentencia.

—Pero.

—Y nada de peros, señorita. — insiste—. Ahora ve a tu habitación, ya te envió el desayuno con Ámbar.

Niega y se endereza.

—No, eso sí que no. — refuta—. Si no quieren que trabaje, acepto, pero no voy a estar en mi habitación, voy a ver a Giuseppe, tomaré su presión y lo ayudaré a bañar, acepto, no haremos su rehabilitación... por hoy, pero estaré con él y no hay discusión. — cruza miradas con mi nana quién al final se rinde y Paulina sonríe victoriosa, me da una última mirada de triunfo para después subir las escaleras como toda una ganadora.

Mierda lo que me espera.

—Hay hijo, espero y te vaya bien con ella, aunque ya voy viendo quien va a llevar los pantalones.—se burla y se marcha dejándome con una disyuntiva instalada en mi pecho, suspiro, resignado ya que así quiera ya no puedo ni quiero alejarme de ella.

Salí de mi casa después de ducharme y arreglarme, no sin antes recomendar a mi nana que no la dejase hacer más nada a Pau, quién rodando los ojos aceptó. 

Franchezca salió temprano en la mañana y cada vez me parece más sospechosa esa actitud, más aún cuando sé que está en conversaciones con el Gerente que está reemplazando al anterior, así que a lo que llego al bar voy directo marcar el número del investigador privado que un amigo solicitó para encontrar a su esposa, así que procedo a llamarlo y de paso saludo con él.




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