Paulina...
—¿Crees que salga positivo? —inquiero nerviosa mirando las tres muestras de embarazo que tengo en mi mano.
Hace dos días tenía que bajarme la menstruación y pues, no me bajó, y yo soy muy puntual con mi menstruación, sin embargo, este mes no fue así y me entraron las dudas, así que llamé a mi amiga, ya que no podía esperar hasta el domingo que es mi día libre para hacerme el test, con mi amiga nos fuimos comprar una cantidad extrema de pruebas y ahora estamos esperando a que termine el tiempo para ver los resultados.
Aún no se lo comento a Íker, puesto que estos últimos días ha estado superestresado con algo que no me ha querido decir, sin embargo, supongo que se trata de trabajo, ya que se la ha pasado durante esta última semana metido más en los sus hoteles. Cuando me enteré de que era el dueño del bar junto a Leo, donde nos encontramos la segunda vez, no lo podía creer, incluso me enojé, aunque el enojo no duró mucho cuando empezó a realizarme más de las cenas románticas como la vez que acepté ser su novia.
Con la ex, la convivencia es mínima, pues desde aquella vez qué la muy descarada se atrevió a insultarme y tratarme de una arribista e incluso de insinuar que Íker, mi Íker, era propiedad suya, cada vez que la veía yo la corría como la peste, aunque trataba de alejarme lo más que podía, ella de igual manera, juzgo intentaba lo mismo, ya que salía casi todos los días temprano en la mañana y regresaba en la noche. Ya una semana pasó desde aquel día y para mí, mientras más lejos, ella esté de Íker y de todos, mejor. El trabajo siguió normal y Giuseppe ya está caminando con un bastón, pero solo avanza por diez o quince minutos y luego regresa a la silla, sin embargo, es un avance supergigante el que hemos tenido con él y pues yo realmente estoy muy satisfecha con su rápida recuperación y movilidad que tuvimos.
—No sé, ya vez que incluso yo me realice la prueba para acompañarte como la buena amiga que soy. —responde mi amiga sonriendo y guiñándome un ojo.
Yo me sentía sin ánimos y me negaba hacerme el test, ya que estaba acobardada, incluso no sé si esa palabra existe. En fin, el caso es que mi amiga, para darme apoyo, dijo que de igual manera procedería a hacerse el test junto conmigo y aquí estamos, yo con tres test de embarazo y ella igual, aunque a decir verdad no sé por qué ella se hizo tres, con uno creo que era suficiente, puesto que ella no sospecha de un embarazo. Revisamos las indicaciones de las pruebas y explica como funcionan. Es la primera vez que me pasa esto, siempre que lo hacíamos con Agustín, bueno cuando lo hacíamos, ya que eran contadas las veces que pasaba y siempre se cuidó, pero ahora aquí estoy con tres pruebas y con los nervios de punta.
—¿Qué significan dos rayitas, Pau? — me pregunta Viky mirando sus pruebas y comiendo papitas con la boca abierta.
Reviso las indicaciones y dice:
Dos rayitas= positivo.
Una rayita=negativo.
Repito lo que dice en la hoja y escucho un chillido ahogado por parte de Viky quién sostiene sus pruebas y las verifica todas una y otra vez negando repetidas veces.
—Esto no puede estar pasando. — murmura arrojando la bolsa de papas al suelo.
—¿Qué pasa, Viky? — inquiero preocupada por ver a mi amiga que palidece para luego negar tapándose la boca soltando lágrimas. —.¿Qué pasa?— insisto y tomo las pruebas de Viky que están todas con dos rayitas, las suelto como si quemaran y así como lo hizo ella de igual manera me cubro la boca por la impresión.
No puedes ser.
Mi amiga está…
—Viky, amiga. — la abrazo fuerte, sintiéndola temblar, solloza correspondiéndome el abrazo.
—Tranquila amiga, no pasa nada. — intento calmarla, aunque creo que no existen palabras para tranquilizar a una persona que se entera de que tendrá un hijo y que no estaba en sus planes.
En mi caso, si estuviera embarazada, Íker dijo que estaría conmigo y se pondría feliz de que fuéramos padres.
—No puedo creer que haya pasado. —musita negando con su cabeza—. No puedo tenerlo, Pau, yo, yo no puedo simplemente.
—Es de... Leo, ¿verdad? —inquiero y asiente.
—Si, claro que es de Leonardo.
—Tal vez y se ponga feliz de saber que será padre, amiga, ¿no crees? — cuestiono, pero ella niega.
—Él no quiere tener hijos, tiene traumas y algo que oculta, ama a sus sobrinos, me lo ha repetido una infinidad de veces y siempre repite que adora a Isis y a sus demás sobrinos, sin embargo, hijos no quiere tener, no sé que es lo que lo atormenta, pero más que todo tiene miedo. —suspira.
—Miedo. —inquiero curiosa.
Ella asiente con la cabeza.
—Entonces, ¿por qué no se cuidó?, si no quiere hijos, debía usar un maldito condón, ¿acaso no sabe que si mete su .. Ya sabes sin gorrito, puede pasar esto? — inquiero irónica.
—Yo le mentí. — confiesa —. Él supone que yo me cuido y le pedí que no utilizara nada.
—¡Qué! — me exalto—. ¿Y por qué hiciste eso? ¿Acaso querías embarazarte? — cuestiono, incrédula.