Mi Loco Amor...

Capítulo 30*

Íker...

Siento unos brazos rodearme para que me refugie en ellos y llore todo lo que tenga que llorar, siento de inmediato el calor de los brazos de Paulina y su aroma inconfundible y me reconforta al saber que está aquí conmigo, a pesar de todo me siento bien en sus brazos. No entiendo como es que Franchezca haya sido capaz de volver a engañarme. Esa mujer sí que no tiene escrúpulos y lo siento por mi pequeña Isis por tener una madre de esa calaña, pero se dé inmediato lo que tengo qué hacer. Antes de esto yo estaba indeciso en sí acusarla o no, pero llevarse a mi hija lo cambió todo y sé que si la dejo como si nada no sé de lo que sería capaz de hacer. Paulina me abraza fuerte tratando de que me calme y pueda actuar de la manera correcta y claro está que su abrazo logró su objetivo. Me levanto y le tiendo la mano a Paulina quien la toma, ya estoy mejor como para volver a marcar el número de Franchezca, gruño al no recibir respuesta. 

—Nada, sigue apagado.—farfullo enojado mirándolas. Paulina me sonríe para luego limpiarme las lágrimas.

—¿Qué hacemos ahora? — inquiere Antonella visiblemente preocupada.

—No sé nana, no sé si llamar a la policía o llamar al investigador para que la encuentre.

—Yo creo que debemos llamar a la policía. — sugiere Pau—. De seguro ya sabe que la descubriste y se escapó. 

—Me imagino, yo ya hice la denuncia y de seguro ya apresaron a Dante, quizás él dio aviso a Franchezca sobre el descubrimiento—. Voy a llam…—.no termino de hablar, ya que suena mi teléfono y enseguida contesto.

—Aló. —respondo de inmediato y coloco en altavoz para que escuchemos todos.

—¿Señor, Santori? — inquiere una voz gruesa.

—Sí, soy yo. — respondo de inmediato. 

—Le hablamos de la estación de policía, usted puso una denuncia en contra del Señor Hurtado.— explicó la voz del otro lado. 

—Si, yo la puse, ¿Qué pasó? — inquiero.

—El señor Hurtado ha sido apresado y lo tenemos en la estación de policía. — explica aquella voz—. Le llamaba para informarle sobre el arresto del señor y que usted venga para que termine de llenar unos documentos para formalizar el arresto.

—Si, oficial, yo ya salgo para allá de inmediato. — respondo.

Cuelgo para incorporarme y mirar a mi nana y a Paulina que se encuentran expectantes a lo que voy a decir. Una esperanza se instala en mi pecho y voy a aferrarme a ella por más mínima que sea con tal de encontrar a mi pequeña.

—Tengo que ir a la estación de policías donde tienen a Dante y ojalá él sepa donde está Franchezca con mi hija.

—Yo te acompaño. — expresa Paulina segura—. Yo quiero estar contigo para apoyarte.

—Mi amor, gracias por estar conmigo.—susurro abrazando a Paulina, pero somos interrumpidos por el carraspeo de mi nana.

—Vayan rápido, después continúan con sus muestras de amor. —interviene ella mirándonos—. Yo me quedo con Giuseppe.

Asentimos saliendo tomados de la mano, Paulina parece estar más tranquila y no sé si es por el embarazo o por algo más, aunque siento ganas de preguntarle por qué la curiosidad es más, sé que este no es el momento adecuado para averiguar si es verdad que sospecha o ya sabe si está embarazada, sin embargo, esa idea me alegra de verdad.

Manejo y como ya es costumbre entre nosotros, abrochado su cinturón de seguridad y en el proceso darle un beso.

—Muy bello el auto. — se burla.

—Sí, está recién preparado. —informo encendiendo el motor—. Una loca me dio destrozando el auto, aunque debo reconocer que era muy hermosa, sin embargo, me costó mucho la reparación, ella me dijo que me pagaría, ojalá que si la encuentro en algún momento ella me paguen por los daños ocasionados.

—Ojalá y no la encuentres, tal vez debas resignarte a perder ese dinero, ¿Aún recuerdas su rostro? — cuestiona.

—No creo que pueda olvidarme de ella jamás, incluso y creo que me enamoré de ella desde ese instante. 

—Oh, debe ser muy linda entonces.

—Mucho. —aseguró.

Su sonrisa hace que me sienta mejor y me olvide por un instante que no sé donde está Franchezca con mi hija, aunque estoy seguro de que no le hará nada malo al fin y al cabo es su hija.

A lo que llego a la estación de policías bajé y posteriormente Paulina hace lo mismo. Tomo nuevamente su mano y entramos, busco con la mirada al comandante que entregue los papeles de la denuncia, cuando lo encuentro él está conversando con un policía, me acerco y él al darse cuenta de mi presencia despacha al oficial para luego mirarme sonriendo y recuerdo en poner la denuncia de la desaparición de mi hija y su madre.

—Buenas tardes, sígame por favor. — pide caminado hacia una oficina abriendo la puerta para que pasemos primero nosotros.

—Gracias, antes de nada quiero poner otra denuncia. —informo—. Mi exesposa se llevó a mi hija y de igual manera ella también está incrimina en la estafa de mi hotel.— explico. 

—A ver, ¿usted me está tratando de decir que su exesposa estaba incriminada al igual que el señor Hurtado y no la denunció? — inquiere y asiento.




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