—¿¡Cómo te atreves a encarcelar a mi hija!?, ¡Eres un malnacido!, ¡Desgraciado! —grita exaltado.
—Frankie. —trato de calmarlo separado el teléfono a una distancia de mi oído, a lo que mi ex suegro suelta su retahíla de palabras ante mí. —¿Sabes lo que hizo tu hija? — cuestiono—. Fui muy condescendiente con ella, debería hacerse cargo de sus errores. — respondo.
—Patrañas, tienes que retirar la denuncia, ahora. ¿Qué vas a decirle a tu hija cuando pregunte por su madre? — cuestiona y esa pregunta me la hago yo a cada momento.
—No lo sé, pero ella en algún momento cuando crezca entenderá que lo que hice, lo hice porque ella falló.
—No lo puedo creer Íker, ahora que estás con esa pobretona dejas a mi hija atrás.
—Tú sabes todo lo que pasó que yo no he fallado nunca cuando estuve casado con tu hija y ahora yo soy libre y estoy en todo mi derecho de reiniciar mi vida, además esto no tiene nada que ver con el actuar de tu hija y no te permito que hables así de ella si lo la conoces. —me exalto.
No dejaré que nadie hable mal de mi mujer.
Paulina me observa interrogante, ya que sabe que hablé de ella y niego en respuesta. En cuanto llegue a la casa voy a hablar con ella.
—No necesito conocerla para saber que clase de mujer es, me imagino toda una arribista y una pu…
—¡Basta!.— me exalto nuevamente—. ¿Para qué me llamaste? — inquiero molesto ante las injurias sobre Paulina, a quien no conoce.
—Para que retires la denuncia, mi hija me llamó. Ella está muy deshecha Íker, tienes que retirar la denuncia, por favor no dejes a mi hija en la cárcel.
Niego como si me pudiera observar.
—Lo siento Frankie, pero ya está puesta la denuncia. —respondo viendo que Isis se remueve y sé que tengo que cortar—. Tengo que colgar, ahora solo tienen que contratar un abogado para reducir la pena, ya que participó de una estafa en mi hotel, por si no lo sabes. — explico con ironía y escucho como resopla—. Ahora tengo que colgar.
—No, espera Íker, hazlo por tu hija, por favor, si no piensas en la mujer que te dio a tu hija. Hazlo por Isis.
Hago oídos sordos, no quiero seguir escuchando eso que me atormentes ahora.
—Mira, ahora no puedo hablar. Cuando llegue a mi casa te llamo.
—Está bien, esperaré tu llamada.
Cuelgo y regreso la vista hacia Paulina quien mira a mi hija embobada, hago lo mismo y me doy cuenta lo hermosa que es. Me imagino que los hijos que tenga con Paulina en un futuro salgan así de preciosos, sonrío inconsciente y enciendo nuevamente el auto para manejar hacia mi casa nuevamente.
—Tranquilo amor, todo va a solucionarse. —escucho a Paulina decir y la miro por el espejo asintiendo—. ¿Qué vas a decirle a Isis a lo que pregunte por su madre? — cuestiona ella—. En cuanto despierte de seguro va a preguntar.
—Sí, lo sé, sé que va a preguntar.— acepto lo obvio—. No sé Pau, que le diré.—musito preocupado—. Y eso no me deja tranquilo. En el que quizás ella estese con intriga de todo lo que sucedió hoy, aunque es pequeña, es muy inteligente, pero no creo que entienda que a su mamá no la verá por mucho tiempo. Y esas dudas fueron la que impidieron en que la denunciara antes.
—¿Piensas retirar la denuncia? — inquiere curiosa—. Sabes lo que sucedería si lo haces, ¿verdad?.
—Claro, y obvio que no pienso retirar la denuncia, y sé que quizás ella se marche con mi hija si la dejo libre. — niego—. Ella cometió muchos errores Pau y ahora tiene que asumirlos.
Asiente y en el camino vamos en silencio, sigo notando en su mirada la tristeza en sus ojos y deseo preguntarle que le sucede nuevamente, sin embargo, temo que no responda argumentando que tengo problemas y es así, pero ella también es importante en la relación y así como ella me apoyo en este problema con Franchezca, así yo deseo de igual manera apoyarle en lo que sea que le suceda.
En cuanto llegamos a la casa, me bajo y me acerco a la puerta de atrás para abrir y tomar a mi hija en brazos y entrar a la casa. Mi nana está junto a mi papá esperándonos. Cuando entramos, se acercan y Paulina se acerca ayudar a mi padre a caminar, yo hago más fácil su recorrido y me acerco a que observe a mi hija quien duerme plácidamente.
—Me enteré de lo que pasó hijo, lo siento, no pensé que Franchezca sería capaz de todo lo que hizo.— dice mi padre palmeando mi hombro.
—Tranquilo papá, no es culpa de nadie las acciones y decisiones que tomó de ella.
Asiente y regresa a sentarse con la ayuda de Paulina y mi nana, me da un regocijo ver a mi padre de pie.
—Paulina nos llamó para tranquilizarnos de que Isis ya estaba contigo.—explica mi nana abrazando a Paulina quien le corresponde de inmediato y puedo ver como le susurra algo al oído de ella quien asiente lentamente.
—Voy a recostar a Isis en su cuarto. —aviso a lo que asienten. Subo las escaleras y camino meditando todo lo que pasó este día, miro a mi hija y reconozco que me dio mucho terror, suponer que ella iba a llevársela y que quizás no la hubiera visto por algún tiempo, o no sé que es lo que planeaba Franchezca en su retorcida mente, aunque de verdad me duele, debo dejar que ahora la justicia se encargue. Cuando entro, la recuesto para luego cobijarla dejando un beso en su frente enciendo el intercomunicador llevándome uno abajo.