Mi Loco Amor...

Capítulo final*

Íker la sacó del centro comercial tomando con su mano derecha la izquierda de ella y con la otra mano las bolsas de las compras que había hecho Paulina. Imaginando e ideado como castigarla. En el camino él estaba en silencio meditando las siguientes palabras que diría a continuación, sin embargo, su mujer lo ganó diciendo.

—Yo no sabía que ellos se acercarían a nosotras. — se excusó ella alzando sus hombros despreocupados. 

—Alguna vez tuviste algo con él. — inquirió Íker—. Yo te vi la vez que pasamos nuestra primera noche juntos con él, estaban muy… cariñosos. —recordó apretando el volante con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos y empezó a tomar respiraciones para fuertes para escuchar la respuesta que ella le daría. 

—¿Eh? — había contestado simplemente confundida por aquella pregunta de él.

¿A qué venía esa pregunta?.

—Contéstame Paulina. — insistió el ansioso. 

—No, ni siquiera lo conocía. — respondió, sin embargo, notó que su respuesta no le gustó para nada a si qué continuó—. Eran amigos de Viky, yo ese día los conocí, además no estábamos cariñosos. — refutó ella.

—Um, bueno, si dices que no estaban cariñosos, te creo. — dijo él ya no queriendo ahondar más en el tema, ahora ella era suya y no importaba nada más. — ¿Qué cosas compraste para nuestro hijo? — cuestionó cambiando de tema.

Ella empezó hablar sobre todo lo que había comprado y empezó a enumerar, juguetes, ropita de colores neutros, gorritas y en fin, un montón de cosas más. Él solo asentía de igual manera muy emocionada por la llegada del nuevo bebé.  A lo que llegaron a la casa Giuseppe los recibió ya caminando más mejor, las terapias con Paulina habían resultado muy bien porque ahora la silla de ruedas había quedado en el olvido. Para Giuseppe había sido un tanto melancólico dejar atrás un implemento que lo había acompañado por muchos años, pero también se sentía muy feliz, ya que podía caminar y realizar las cosas que no pudo hacer durante su estado de depresión y sus ánimos nuevos de querer caminar, incluso había llegado apreciar un poco las verduras. Agradecía a Paulina que con su paciencia logró sacarlo de ese hueco oscuro en el que se encontraba al demostrarle que si él ponía de parte lograría caminar. Todos los días que hizo terapia con ella supo que era una dulce mujer y se alegraba de que ahora era su nuera, además que llevara en su vientre a su otro nieto.

—Qué bueno que llegan. —saludó Giuseppe acercándose para abrazar a Paulina y palmera la espalda de su hijo.

—Sí que eres alto Giuseppe. — acotó ella cuando se separaron.

—¿A quién crees que salió mi hijo? —preguntó él, entrando nuevamente hacia el salón, donde Isis jugaba con Ámbar a las escondidas y Antonella servía galletas y leche para la pequeña y Giuseppe quien se sentó luego a comerlas.

—¿De dónde vienen? — cuestionó Antonella sorprendida que llegasen juntos ya qué habías salido separados y sonrió al comprender qué Íker estaba loquito por Paulina y no soportaba estar unos minutos sin ella.

—Compré algunas cosas para el bebé. — respondió Paulina indicando lo que había comprado y la pequeña Isis se acercó emocionada para ver las diminutas ropas que había llevado Paulina. 

Emocionados todos vieron las pequeñas prendas que sacaba Paulina de las fundas y la pequeña brindaba dela emoción al pensar que su hermanito sería muy chiquito y ella ya sería la mayor.

Ese día Íker, después de hacer dormir a Isis junto a Paulina, costumbre que habían tomado desde que apresaron a franchezca para que la pequeña no extrañarse mucho a su madre. Regresaron a su habitación y Paulina lloró de placer ante la forma en que Íker la había tomado esa noche, castigándola porque se había dejado besar la mejilla por otro.

—Si me castiga así, creo que voy a hacerte enojar más seguido. — susurró, ella adormitaba cansada y saciada a más no poder, sin embargo, una nalgada en su trasero desnudo la hizo despertarse de inmediato.

—Para otra que me hagas enojar, te castigaré sin sexo y no como hace un momento. — se defendió él acariciando la nalga que había masajeado antes.

—Eres malo. —aseveró ella sumiéndose en un sueño y ganándose que la mirada de un Íker embobado y totalmente ilusionado sonriera de una manera que no lo había hecho desde hace tiempos, y que también agradecía haberla conocido, con ese pensamiento se quedó dormido con ese recuerdo de aquel día.

 

 

*******

A la mañana siguiente, Íker había salido temprano para el apartamento de su amigo, ya que quería un consejo de como pedirle matrimonio a Paulina y estaba con la mente en blanco, por el hecho de que él era muy poco romántico y no sabía como impresionar a Paulina para que lo aceptase como esposo.

Simplemente, se tomó un zumo y salió donde Leo. A lo que llegó, timbró varias veces hasta que a la cansada abrió un Leo muy demacrado, nuevamente fue entonces que supo que no logró solucionar las cosas con Victoria. Él le hizo pasar, se sentó en el sofá recordando su cabeza en sus manos y prácticamente sintió mucha lástima por el mismo, ya que a veces cuando estamos enojados, nuestra lengua es nuestra peor enemiga y es el vivo retrato de que la suya le había jugado mal cuando había discutido con Victoria y dijo muchas cosas que la hirieron mucho y supo que necesitaba hacer todo lo posible para que regresara con él y ella lo perdonara, pues la quería y quería a su muñeca de regreso.




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