Mi Luna De Plata (primera Temporada)

Capítulo 18: Amores Prohibidos

Tino D.

Mi indiscreción pasó factura al estado anímico de Lucille, es lógico que no quiera ni verme después de esto, pero la euforia del momento hizo que soltara todas mis sospechas. Ahora estas estaban completamente despejadas y confirmadas, me temo porque aquello repercuta en mi futuro con ella, es increíble como todo se conectaba, es como si un hilo nos envolviese a todos atrapándonos en la misma historia, aun desconozco los motivos de su separación, pero puedo afirmar que mi abuelo no hubiese cometido jamás ningún acto de cobardía.

Quedo a solas con Jane quien muestra en su mirada cierto indicio de molestia y como no hacerlo si acababa de embarrarla frente a ellas.

-      Soy un idiota por naturaleza, Jane lo siento en verdad – insisto en disculparme.

Camina pensativa alrededor de la pieza buscando tal vez las palabras correctas para mandarme al demonio.

-      ¿Tu padre sabe de esto? – cruza los brazos y aprieta los labios un tanto preocupada.

-      No – niego con firmeza, ni siquiera me imagino a Max reaccionando ante la noticia de que tenía un hermano mayor eso sí que le daría en lo más bajo ya que estaba acostumbrado a ser el mandamás de la familia.

-      Sé que todo esto es demasiado raro, pero jamás calcule o trace ningún tipo de plan malévolo, tuve una pequeña curiosidad en cuanto vi el anillo de Lucille aquella noche en que nos vimos, hice unas averiguaciones por mi parte y fue ahí cuando uní pistas, después supe que ese artículo te perteneció y más aún cuando vine a parar a este lugar tuve todo lo que necesite para darme cuenta, lo único que no entiendo es porque no le hiciste saber que tuvieron un hijo, ¿o es que acaso no quisiste a mi abuelo de verdad? – tal vez una decepción amorosa fue lo que lo orillo a no volver jamás por aquí.

-      A pesar de mis posibilidades busque la manera de hacerlo, lamentablemente hubo alguien que se interpuso entre los dos.

No me esperaba eso.

-      Ya veo, te enamoraste de tu difunto esposo – hace un gesto de absoluta negación.

-       No, las cosas no ocurrieron así, Maurizio, él jugó una sucia trampa contra nosotros.

Con razón ellos jamás volvieron a entablar ningún tipo de relación, ni siquiera en nuestra propia familia podemos evitar una traición, las puñaladas pueden venir de quien menos te lo esperas incluso entre hermanos.

-      No vale la pena seguir hablando de aquello, a fin de cuentas, ninguno de ellos se encuentra ya en este mundo – respira profundo para no quebrarse frente a mí, el manto húmedo que cubre sus ojos la delata.

Me acerco lo suficiente como para consolarla y así logre desahogarse, estalla en llanto en cuanto siente mi cercanía, dejo que saque todo lo que tiene atorado en su interior, sé que no debe haber sido fácil superar todos aquellos trances en su vida, la comprendo perfectamente.

-      Sabes algo, aun a pesar de las fallas en su memoria él siempre te recordó – una media sonrisa se esboza en su rostro y agradece que le brinde estas palabras de consuelo.

-      Necesito me jures que esto no volverá a salir de aquí, mucho menos debe enterarse nadie de tu familia quiero evitar visitas inesperadas.

Acepto su trato, ya mucho había ocasionado con mis indiscreciones.

-      Por lo que respecta a Liz yo me encargare de que guarde absoluto silencio, de mi cuenta corre que así sea – debía arreglar ese tema con urgencia.

-      Sé que es una buena amiga de Lucy, no me preocupa, además ella y yo tuvimos ya una pequeña charla donde pudimos aclarar algunos aspectos.

Puedo darme cuenta que hay algo que arrastra Jane hacia Elizabeth, desde el primer momento lo note entre ambas, primero con la negación de ella al venir para acá y después con el trato brindado por Jane, decido no indagar más en el asunto ya que no es de mi incumbencia, ahora más que nunca era mi momento para abogar por Lucille y nuestro amor.

-      Lo que me pides es demasiado, no puedo arriesgarme a tanto – queda derrotada en el sillón ante mi insistencia.

-      Yo la amo en verdad y lo único que quiero es tu permiso para frecuentar este lugar, necesito verla por favor, es lo único que te pido, te juro que mis intenciones son las mejores.

Quizá mis suplicas ayuden a ablandar el corazón de esta mujer, si alguna vez amo como yo en estos momentos posiblemente llegara a entenderlo.

-      Tengo motivos de peso para no dejar que te asomes por aquí – baja la cabeza meditabunda – desde el primer momento en que apareciste debí alejarte de este territorio.

No sé cuáles sean esos motivos, pero es ilógico que cosas del pasado arrastren y ensucien nuestros sentimientos.

-      Aceptare esto con varias condiciones de por medio.

No puedo evitar soltar un grito ganador al conocer su aprobación.

-      ¡Jane eres una santa! – le doy un beso en la mejilla rebozando de felicidad.

-      Nada de eso, no lo soy, de hecho, hay cosas de las cuales no me siento orgullosa, quiero decirte que si cualquier cosa llegara a suceder con esta decisión seas tú quien ponga a resguardo a mi familia.

¡Guau!, que tal seriedad utiliza al hacer esa aclaración, de todas formas, no creo que sea nada malvado e imperdonable.

-      ¿De qué cosas estamos hablando? – pregunto mientras ella piensa y me observa con actitud vivaz.

-      Te lo diré después, primero deberás demostrarme tu lealtad, pero hay algo que si voy a hacer en estos momentos – se levanta del sofá y camina hasta la chimenea, sopla la punta del atizador dejando la punta de este al rojo vivo – es ya un tradición en esta manada que cada visitante reciba una muestra de nuestro aprecio - abro completamente los ojos como signo de alteración al imaginarme lo que está a punto de hacer.

Al verme estupefacto por lo que creía que ocurriría suelta en risa y me invita a marcharme por la puerta no sin antes intimidarme de nuevo con su amenaza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.