Mi Luna De Plata (primera Temporada)

Capítulo 27: Visitas inesperadas

Lucy W.

Bajo las escaleras y al final de estas me espera Tino quien luce preocupado mientras sostiene su teléfono, me dice que debe irse, pero no me explica los motivos, quizá su familia lo esté buscando ya que prácticamente se la había pasado aquí desde ayer, lo acompaño hasta afuera y se despide de mi dándome un delicado beso.

-      Quiero pedirte disculpas por lo que paso ayer, con la historia que nos narró mi abuela ya no tuvimos tiempo de conversar tú y yo, se lo que debes estar pensando de mí y no tengo justificación para eso, Liz también debe de odiarme al casi revelar lo que ella siente, intentare llamarla más tarde, solo espero que quiera hablar conmigo – digo acongojándome por la tontería que estuve a punto de hacer.

-      Ya te dije que eso no importa, no debes preocuparte más, ya quedo atrás, ahora solo quiero que confíes en mi por favor – dice el mirándome directamente a los ojos - ¿no hay nada más que quieras contarme? – interviene con tono sospechoso logrando que me debata con aquella pregunta entre si debía mencionarle lo que vi en aquel tipo o tal vez fue mi imaginación la que me jugo una mala pasada, debe ser lo segundo ya que hubiesen detectado su presencia en la fiesta me digo a mí misma.

-      No, nada – niego sintiéndome mal por ello, no quiero que piense que soy una loca que busca problemas, ya suficiente tenía que cargar con lo mal que me porte con todos, no tenía ánimos ni valor de siquiera verlos a la cara.

-      ¿Segura? – vuelve a replicar y yo asiento naturalmente para que no se preocupe, me abraza y me quedo junto a él sintiendo su calor, recorro sus labios con la yema de mis dedos y al sentir mi contacto me sonríe de lado con esa forma única que tiene él, nos besamos apasionadamente y ambos correspondemos con la misma intensidad.  

Después de lo de anoche me siento extraña al volver a besarlo así, temo por que algo malo vuelva a apoderarse de mí y termine de malograr todo de nuevo. Me separo y tomo distancia al recordar lo de ayer, soy en verdad una tonta por portarme de esa manera.

-      Lo siento es que… no puedo perdón – no quiero que estos hechos repercutan por el resto de mi vida.

-      Descuida – un reconfortante abrazo me llena de seguridad – sé que vas a superarlo muy pronto.

-      Creo que lo mejor será encerrarme como monja de claustro, así no dañaría a nadie con mi comportamiento – digo con tristeza.

-      ¡Ni lo digas por favor! – bromea respecto al tema.

Se despide y avanza hacia el camino perdiéndose entre la vegetación en tan solo escasos segundos. Will y Olivia se quedan a cenar junto a nosotras, escucho sonar el teléfono de la cabaña y corro a contestar, son mis padres, converso con ellos por un largo tiempo, los extrañaba mucho a pesar de que seguía sin comprender sus razones al enviarme aquí pero ya había dejado eso atrás. Al terminar de hablar de doy cuenta que ellos ya se han ido, veo a mi abuela recostada sobre el sofá quien está sumergida en sus sueños, me siento sigilosamente frente a ella y recuerdo toda su historia, ni tan siquiera me imaginaba todo lo que había sufrido, solo me consolaba el hecho de que logro ser feliz a pesar de las circunstancias y los años.

Salgo hacia la puerta trasera y la abro para salir de la casa, camino unos pasos y me siento sobre un columpio sujetado de las ramas de un fuerte roble. En mi mente se refleja la imagen de un acantilado y una llamativa voz se confunde con el susurro del viento, esta me dice que debo ir ahí, me veo caminando por este lugar hasta llegar a la zona más boscosa que en ella se refleja, hacia el final del camino me doy cuenta de que pocos metros me separan del abismo, miro hacia abajo y en este solo hay oscuridad, es una enorme fosa digna de las más temibles pesadillas.

Hay una mujer junto a mí, no puedo ver su rostro completamente, pero hay unos vendajes en sus muñecas.

-      ¿Margaret? – pregunto inquieta al recordar las características mencionadas por mi abuela, no voltea, pero si llego a distinguir como emite un leve susurro.

-      ¡Ayúdala! – pide en su suplicio.

-      ¿A quién? – giro para intentar verle el rostro.

Mi abuela me despierta de inmediato cubriéndome con una manta para el frio, había caído en una especie de profundo sueño junto al columpio, ni siquiera recuerdo como sucedió ni como llegue para acá si estaba en mi cama antes de esto, mi cuerpo está casi congelado después de haberme expuesto de esta manera. Al llegar de nuevo a mi habitación una sensación de confusión y temor se impregnan de mi ser preguntándome constantemente porque esto me pasaba a mí, ¿qué error habia cometido para merecer esta clase de sucesos?

Bebo una taza de chocolate caliente para abrigarme antes de volver a entrar a la cama, necesito descansar para mañana y todos los partidos que se vienen la siguiente semana. Logro conciliar el sueño por momentos ya que siempre hay algo que me tiene alerta, antes de que suene la alarma ya estoy despierta, me veo al espejo y ahora mis ojeras están más marcadas que nunca, agrego a mi mochila lo que necesito para ir al instituto.

Gracias a nuestro excelente desempeño logramos pasar a semifinales y jugaremos con un equipo visitante para definir nuestra siguiente ronda. Ha pasado ya más de una semana entre entrenamientos e idas y venidas, y aunque nos hemos visto con regularidad extraño a Valentino, suele venir cerca del atardecer y se queda junto a mi hasta casi entrada la noche, la última vez fuimos a cenar sushi, verlo jugar y hacer locuras con los palillos me hizo reír hasta que me doliera el estómago. A pesar de la felicidad que siento cuando estoy junto a él no logró zafarme de la extraña actitud que se apodera aun de mi, a pesar de todos mis intentos para controlarme termino realizando hirientes comentarios hacia las personas que quiero como mis amigos y familia, siento que poco a poco los iba alejando y eso me tiene algo deprimida.




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