Mi Luna De Plata (primera Temporada)

Capítulo 37: Planes Macabros

Tino D.

 Nos separamos de inmediato ya que un niño pequeño es el causante de nuestra interrupción, es el famoso Axel, este me mira de arriba abajo después de descubrirme en la habitación de su hermana.

-      ¿Quién es él? – pregunta con evidente curiosidad.

-      No es nadie – responde ella sin ninguna contemplación hacia mí, la miro de forma indiscreta y al menos llega a admitir que somos algo – bien, es solo un amigo… Axel, la próxima vez voy a suplicarte que toques antes de entrar.

-      ¿Lo dices porque estaban a punto de besarse?, no crean que no me di cuenta – sonríe de manera burlona evidenciando que se había visto en parte lo que ocurría hace instantes entre ella y yo.

-      Axel, ¡ya vete de aquí!, y por favor ninguna palabra de esto a nadie.

-      Lamento no complacerte hermanita, pero como tu único hermano estoy en mi deber de cuidar tu honor, ¡PAP…. – está a punto de gritar para llamar a David y en ello Lucille lo abraza por detrás y le tapa la boca con fuerza para que guarde silencio.

-      ¿Voy por la cuerda y un costal para llevárnoslo? – me rueda los ojos ante mi nefasta idea, lo suelta y le advierte de las consecuencias de su imprudencia.

-      Me vas a meter en un gran problema si no cierras la boca.

Ahora ella camina de un lado a otro preocupada de lo que él pueda contarle a su padre.

-      A ver niño, que necesitas para olvidar lo que acabas de ver – hace un gesto de que le interesa lo que digo.

-      Valentino, ni se te ocurra hacer lo que pienso que vas a hacer.

No había otra opción, debo actuar en este momento.

-      Descuida, se tratar con niños ratas.

-      ¿A quién le dijiste niño rata? – muestra indignación.

Observo alrededor y no encuentro a otro que no sea él.

-      Evidentemente hablo de ti – camino hasta él y nos sentamos en el borde de la cama para llegar a una conciliación.

Ella nos mira incrédula mientras tenemos nuestra pequeña platica.

-      Entonces… ¿si eres el novio de mi hermana o cómo? – pregunta confundido al hacerle una breve introducción del porqué de mi presencia en este lugar.

-      No, ya no lo soy gracias a que “alguien” no confía en mí y me detesta, así que esta será la primera y última vez que me veas por aquí, por ello me convertiré en tu genio de la lámpara y puedes pedirme tres deseos antes de que me marche.

La sonrisa del niño es descomunal al saber que cumpliré sus caprichos, sí que tiene gustos exquisitos ya que su lista está compuesta por artículos exclusivos y con la cara de ambicioso que se cargaba no era para menos.

-      No te preocupes, te enviare todo lo que pides en navidad, espéralo bajo tu árbol.

-      ¡Oye espera!, ese no era el trato, apenas estamos a primer día de diciembre, faltan muchos días para eso – cruza los brazos y me mira con enfado.

-      ¡Oye!, tampoco tengo poderes mágicos para hacer aparecer todo en este instante, así que tómalo o déjalo, además primero debes mostrarme tu lealtad – le extiendo la mano – tenemos un pacto de caballeros.

Me mira desconfiado, pero al final termina accediendo y lo sellamos con un buen apretón de manos mientras Lucille no termina de creérselo.

-      De acuerdo, los dejo para que sigan hablando sobre su complicada relación, le diré a papá que aún no terminas de arreglar tu habitación, y tu – me señala antes de salir por la puerta - más te vale cumplir tu palabra.

-      Ni siquiera lo dudes – se despide y cierra la puerta - Me agrada – digo en cuanto se va.

-      No debiste hacerlo, no sabes cómo es Axel – expresa disgustada y aun preocupada por lo que él pueda revelar.

Ahora discutimos sobre el asunto de Irina y en como haría para quitarle la pulsera que es de su propiedad, no sabía si con todo lo que ha sucedido accedería a que nos viésemos de nuevo.

-      Estoy segura de que le va a encantar saber que iras a buscarla de nuevo – le disgusta la idea de que lo haga, pero no había otra forma – siéntete feliz de que vas a verla de nuevo.

-      Sabes que no es por iniciativa propia – deseo abrazarla y huye de mis intentos por querer tener algún contacto con ella.

-      Aun te falta decirme donde estuviste todo ese tiempo que desapareciste, Lucille, no sabes cómo me tenías preocupado más aun con ese loco suelto – gracias a dios no había pasado nada más, al menos no apuntaba por el lado que me imaginaba.

-      Solo fui a caminar y a pensar por ahí, al regresar me caí de la moto y eso es todo si, ya deja de hacerme preguntas.

Baja al primer piso para comer junto a su familia, yo me quedo aguardando mientras envío algunos mensajes para posponer la reunión hasta el anochecer. Como no he pegado un solo ojo en todo el día el cansancio termina por vencerme y me acuesto en su cama quedándome dormido profundamente.

La escucho entrar de nuevo y viene a mi para cerciorarse de que sigo haciéndolo, no me levanto para no interrumpirla, se sienta a mi lado y me acaricia el rostro para decirme que siente mucho todo lo que está sucediendo entre nosotros, me da un beso en la frente y apoya su cabeza junto a mi pecho reconfortándose con mi calor

-      ¿Qué sucede? – pregunto despertando y viendo cómo se levanta con rapidez.

-      Te traje algo de comer – señala hacia la mesa junto al velador – regreso en cuanto termines.

-      No puedo, estoy en huelga de hambre hasta que regrese la Lucille que yo amo - frunce el ceño y niega ante mi absurda actitud infantil.

-      Déjate de tonterías y come algo – acerca la bandeja hacia mí y hace que la sostenga.

-      ¿Lo preparaste tu? – entrecierra los ojos y entiendo perfectamente lo que aquello significa – solo quiero asegurarme de que nadie le haya puesto veneno – sonrío con ironía y ella me corresponde de igual forma.




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