Mi Luna Roja ( Mas Que Simples Mitos )

09 - Carolina

-Esta es mi oportunidad de ir a casa-, murmuré a la nada, observando la dirección por donde se había ido.

-Ve, ellos están en problemas -dijo Karla, con un tono preocupado que arruinó mis planes de paso.

-¿Cómo sabes? -pregunté, algo extrañada y hastiada.

-Solo ve, o morirán él y toda su manada -exigió en un gruñido, mostrando la urgencia en su voz. Rodé los ojos, sabiendo que no había tiempo para discutir más.

No lo pensé dos veces. Corrí en la dirección donde él se había ido. Cuando llegué, vi al grupo que estaba con él antes, peleando en forma lobuna contra unos hombres pálidos.

-Son vampiros -me aclaró rápido Karla, comprendiendo mi confusión.

-Perfecto, lo que me faltaba -dije sarcástica, sacudiendo mis manos al aire. No podía creer que, además de todo, ahora tenía que enfrentarme a vampiros. De repente, algo se desplomó sobre mí. Grité más por el susto que por el dolor al estrellarme contra la tierra. Miré hacia arriba y vi a Matías, que volteó a verme.

-¡¿Qué se supone que haces aquí?! -gritó, con dos hombres encima de él mientras trataba de quitárselos de encima. -¡Te dije que te quedaras allá! -me regañó, mostrando su frustración. Este día parecía no tener fin.

Di una vuelta en el suelo, quedando con uno de los tipos encima de mí. No me detuve a pensar, simplemente reaccioné. Lancé al hombre que estaba sobre mí con una patada fuerte en el estómago, enviándolo contra un árbol cercano. No sabía que tenía tanta fuerza, pero no era el momento de preguntarme por qué.

-¡Transfórmate! -le grité, ya sin la preocupación de mantener las apariencias de humana. Al final, de pequeña veía demasiado Sailor Moon, y, sinceramente, aún me gustaba.

-Qué cara... -dijo Matías, sorprendido. No terminó de hablar cuando ya me había transformado en mi loba. Salté hacia él, separando a uno de los hombres que estaba encima de Matías. Gruñí ferozmente, exigiéndole que se transformara. Me sentía tan bien en mi forma lobuna, como si llevara años sin hacerlo, pero a la vez sentía que siempre había estado en mi sangre, como algo natural. Todo esto de alguna forma tenía sentido para mí.

-Ya voy -se quejó él, levantando sus manos al aire en señal de rendición. Finalmente, se transformó en un hermoso lobo gris con ojos carmesí, que resplandecían con intensidad. Tras unos catorce minutos de pelea y caos, todos los vampiros estaban muertos. La amenaza había desaparecido. Me dirigí hacia Matías, viéndolo en el suelo, desnudo y con una herida profunda en sus costillas. El dolor era evidente en su rostro. Me acerqué a él en mi forma lobuna y, sin pensarlo demasiado, posé mi cara en su herida y la lamí con suavidad. Los otros lobos me gruñeron, pero los respondí con el mismo gruñido, apartándolos de mi camino cuando intentaron acercarse.

-De-déjenla -dijo él, con la voz entrecortada por el esfuerzo.

No quité la vista de su herida. La lamí una vez más, y cuando sentí que podía hacer más, me transformé nuevamente en humana. Sin dudarlo, como si fuera lo más normal y casual del universo, recité un hechizo:

-El dolor no está, la herida desapareció, regresarás a casa como un campeón.

Al terminar de hablar, su herida comenzó a sanarse poco a poco. Vi cómo la piel de Matías cerraba con rapidez, como si nunca hubiera estado herido. Su respiración se calmó y él, después de unos momentos, se sentó frente a mí, visiblemente aliviado.

-Gracias -dijo, finalmente, con una leve sonrisa. Luego, al notar que yo estaba desnuda, se apresuró a cubrirme con su cuerpo. Gruñó a los otros lobos que comenzaban a mirar y ellos apartaron la vista. Mis mejillas se sonrojaron por la incomodidad.

-Te daré una camisa y un pantalón mío -dijo, de forma amable, tratando de aliviar la situación.

Sin embargo, conjuré nuevamente lo que Karla me había dicho antes, y un conjunto de ropa apareció frente a mí. Sonreí, sincera y agradecida, al ver que había resuelto el pequeño inconveniente.

-Gracias, pero me pondré esto -dije, mirando la ropa que había aparecido ante mí. Me levanté del suelo y comencé a vestirme rápidamente.

-¿Cómo puedes hacer eso? ¿Y tu loba es roja? Además, no se siente tu aroma de loba... Y si es roja, es de los lobos rojos -divagaba rápidamente, como si estuviera abrumado por tantas preguntas sin respuesta. Lo interrumpí con un ademán.

-Sé que tienes miles de preguntas, pero... -pausé, quedándome pensativa por un momento. -¿Karla, puedo responderle? -le pregunté por conexión, manteniendo mi voz en un susurro.

-Bien, pero dile todo junto, la maldición y demás. No quiero cargos de conciencia luego -dijo Karla con un suspiro derrotado, como si ya supiera lo que vendría.

-Claro -accedí a ella sin pensarlo demasiado.

Miré a Matías, que seguía esperando mis palabras. Tomé aire, decidida.

-¿Puedo ir a tu manada? Aquí no me siento cómoda hablando de ese tema y prometo responder todas tus preguntas -dije, mirando sus ojos con seriedad.

-Claro, sígueme -accedió él, sonriendo levemente. Asentí y comencé a caminar a su lado, sin saber qué esperar de lo que vendría, pero confiada de que la verdad tendría que salir a la luz.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.