Justo cuando mi cuerpo cayó al suelo, la burbuja que me mantenía atrapada explotó en un estallido de agua y aire. El golpe no llegó a ocurrir porque en ese preciso instante, unas manos fuertes y cálidas me rodearon con rapidez, evitando que mi caída fuera más dolorosa. Pero aunque mi cuerpo no tocó el suelo, sentí el peso de mi propio vacío interno. Cuando miré hacia arriba, la primera cara que vi fue la de Dereck.
Él estaba allí, sosteniéndome, pero lo que más me impactó fue la mirada que me dirigió. No era una mirada normal. Era una mirada llena de un dolor sutil, como si cada vez que me veía, su corazón se rompiera un poco más. En sus ojos había una mezcla de tristeza, preocupación y una impotencia tan desgarradora que me hizo sentir más pequeña que nunca. En ese momento, me di cuenta de que todo lo que había hecho hasta ahora, todas mis decisiones, lo había llevado a este momento de sufrimiento, y lo peor de todo era que no sabía cómo evitarlo.
-Estarás bien- dijo con una dulzura inusitada, acariciando mi mejilla con la yema de sus dedos. Sus palabras fueron suaves, pero su tono estaba impregnado de una mezcla de preocupación y amor que me hizo sentir un nudo en la garganta. Lo veía tan sincero, tan desinteresado, tan entregado a mi bienestar, que todo lo que sentía dentro de mí se revolvió.
¿Cómo podía él preocuparse por mí de esa manera? ¿Cómo podía ser tan generoso, tan... perfecto, cuando yo solo estaba a punto de romperle el corazón?
El dolor en mi pecho se intensificó al darme cuenta de lo que estaba a punto de hacer. Él no tenía idea de lo que estaba por suceder, de que lo iba a rechazar. El rechazo más doloroso que jamás había experimentado. Me sentía como si estuviera parándome en el filo de un abismo, a punto de saltar sin saber si habría alguien ahí para atraparme. Y lo peor de todo es que sabía que ese salto lo iba a arrastrar a él también.
Lágrimas de frustración comenzaron a deslizarse por mis mejillas. Me aferré con fuerza a su camisa, como si esa tela pudiera absorber todo el dolor y la culpa que me estaba ahogando. Pero no fue suficiente. Cada segundo que pasaba con su cuerpo cerca del mío, cada palabra que decía, hacía que el peso de mis decisiones se volviera más insoportable.
-Perdón- susurré, con la voz quebrada, apenas audible. Las palabras salieron de mi boca como un suspiro entrecortado, pero no eran suficientes. Ni cerca. No podía enmendar el daño que ya había causado, no podía quitarle el dolor que iba a sentir cuando todo esto terminara. Mi pecho estaba tan comprimido que sentía que no podía respirar, y las lágrimas solo servían para llenar el vacío creciente en mi interior.
Entonces, como si mi cuerpo no pudiera soportar más, sentí como mis fuerzas se desvanecían. El agotamiento, tanto físico como emocional, se apoderó de mí por completo. Mi visión se nubló y, aunque luché por mantenerme consciente, el cansancio pudo más. Los ojos me pesaban, mi cuerpo se tornaba cada vez más rígido, y las fuerzas que había estado luchando por controlar se desmoronaron por completo.
De repente, la oscuridad me envolvió. El ruido a mi alrededor se desvaneció y la confusión me arrastró hacia un lugar donde ya no tenía que enfrentar nada. Fue como si mi mente hubiera decidido desconectarse del mundo real, como si ya no tuviera fuerzas para afrontar lo que estaba por venir.
Pero, antes de caer por completo en la oscuridad, alcancé a escuchar la voz de la señora. Estaba hablando con alguien, pero las palabras no tenían sentido para mí, ya no podía procesarlas.
-Llévenla al cuarto- escuché que decía. Esas palabras eran como un eco distante en mi mente. Solo pude distinguirlas, como si estuviera atrapada en un sueño del que no podía despertar. No podía moverme, no podía reaccionar. Mi cuerpo ya no respondía a las órdenes que mi mente intentaba darle.
Sentí cómo me levantaban, pero mi cuerpo era un saco sin vida, completamente a merced de las personas que me rodeaban. Me sentía tan débil, tan vulnerable, que una ola de desesperación me recorrió de pies a cabeza. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué no podía ser más fuerte? ¿Por qué no podía soportarlo?
Mientras me llevaban, mi mente se llenaba de imágenes de Dereck. Su rostro lleno de preocupación, su sufrimiento, su entrega incondicional. Y lo peor era que, por más que tratara de huir de esa sensación, de bloquear todo lo que estaba sintiendo, no podía dejar de pensar en él. En lo que estaba a punto de hacerle. Mi corazón latía desbocado, no por miedo a lo que pasaría con él, sino por miedo a lo que pasaría conmigo misma si realmente lo rechazaba.
Me levanté lentamente, abriendo los ojos con dificultad, mi cabeza aún sentía el peso del cansancio y la confusión. Cuando mi vista se enfocó, allí estaba ella, la señora, observándome desde una distancia, con una calma que contrastaba totalmente con el torbellino emocional que me atormentaba.
-Tengo una solución mejor que el rechazo- dijo con voz grave, su tono era serio pero también reconfortante, como si estuviera trayendo la única esperanza que quedaba. Estaba de espaldas, apoyada contra una mesa antigua, y sobre ella descansaba una bola de cristal que parecía sacada de alguna película de magia antigua. Brillaba tenuemente, como si tuviera vida propia, pero no podía dejar de concentrarme en sus palabras.
-Podrá quitar su maldición, pero tiene que evitar el rechazo a toda costa para que eso ocurra...- me explicó. Su mirada, tan profunda y sabia, parecía atravesarme. No necesitaba más explicaciones, pero las palabras que ella había dicho comenzaron a resonar en mi mente, repetidas una y otra vez. -Quitar mi maldición-. Eso significaba que había esperanza. Podía tener una oportunidad de sanar, de estar con él sin que el miedo y el rechazo me destruyeran a mí misma y a Dereck.
La angustia que había sentido momentos antes, la culpa que me había consumido, comenzó a disiparse. Un peso comenzó a levantarse de mi pecho, pero no pude evitar la necesidad de desahogarme. Me levanté rápidamente, las emociones se desbordaron en mí de una manera que no pude controlar. Sin pensarlo, corrí hacia ella, y me lancé en sus brazos, aferrándome con fuerza, como si fuera la única persona que podría salvarme de mí misma.
#957 en Fantasía
#582 en Personajes sobrenaturales
recuerdos de un pasado doloroso, magia amor mitos, lobos luna azul y roja
Editado: 03.06.2025