"Creo que puedo arreglarlo..." pensaba mientras mis pensamientos se entrelazaban con las dudas que me atormentaban. "Iremos a su manada, sé que lo más probable es que él esté ahí." Pero a pesar de la determinación que trataba de transmitir, el miedo se colaba en mi mente.
"No sé qué esperar de todo esto... Tengo miedo de que les pase algo..." Mi respiración se aceleraba al pensar en todas las posibles amenazas que podrían surgir. Después de todo lo que había sucedido, no podía evitar sentirme vulnerable, desbordada por la incertidumbre.
Salí del cuarto con pasos lentos, cada uno pesado, como si mi propio cuerpo estuviera resentido de la tensión que me rodeaba. Me dirigí hacia Matías, con la intención de disculparme. Sabía que él no tenía la culpa de lo que estaba pasando, pero el peso de las decisiones y de las emociones no me dejaba en paz. Al verlo, me sentí culpable por no haber manejado mejor la situación, por no haberle dado el espacio que necesitaba.
"Voy a cambiarme a mi casa..." Pensé mientras me preparaba mentalmente para lo que venía. "Iré con Dereck a su manada, y por un tiempo, aún no me presentará como luna porque yo se lo pedí... Por ahora ya no quiero poner en riesgo a nadie más." La última parte resonó en mí como una orden que me había impuesto para proteger a quienes más quería. No quería ser la causa de más sufrimiento, no ahora, no con todo lo que había sucedido.
"Sé que con Dereck, Matías y Elizeo saldré adelante y podré vencer todos esos obstáculos que mencionó la Diosa Luna para obtener la 'felicidad prometida'..." Me repetí a mí misma, tratando de encontrar consuelo en esas palabras. Suspiré pesadamente, sintiendo que la carga seguía presente, pero también esa pequeña chispa de esperanza que me empujaba a seguir adelante.
-Todo va a estar bien... -murmuré para mí, como si la frase pudiera alejar mis miedos, aunque aún me sentía pequeña y perdida en este camino incierto.
Asentí con una sonrisa forzada, consciente de lo que tenía que hacer. Dereck me esperaba afuera, y era hora de dar el siguiente paso.
Cuando llegué a mi casa, mi mente aún giraba en torno a lo que había dejado atrás. Me dirigí al armario, moví las perchas a un lado y abrí la pequeña abertura en la madera. Era como un refugio secreto, donde guardaba las cosas más importantes. Introduje la combinación en la caja secreta y saqué un sobre. Lo guardé rápidamente en mi maleta, asegurándome de que nadie lo viera. Luego, tomé una pulsera que pertenecía a mi madre. La mirada de mi madre me atravesó por un instante, y sentí una mezcla de tristeza y determinación. Me la coloqué en la muñeca, como si de alguna manera eso me conectara con mi pasado, con todo lo que había perdido.
Volví a cubrir la caja, asegurándome de que nadie la encontrara, antes de salir de la habitación. Dereck me esperaba, apoyado en su coche. Lo miré por un momento antes de devolverle una sonrisa, aunque esta vez fue de mala gana, casi como una reacción automática. Me acerqué, llevando mis dos maletas, y las dejó en el maletero con una sonrisa en el rostro. Como todo un caballero, me abrió la puerta del coche, y subí al asiento del copiloto. Me sentí extraña en el espacio, casi como si estuviera fuera de lugar, pero no podía dar marcha atrás.
Dereck rodeó el coche y subió, se colocó el cinturón de seguridad y lo seguí, haciendo lo mismo. En ese momento, me miró con una expresión de emoción, como si estuviera esperando algo más de mí.
-¿Y bien, lista? -preguntó con entusiasmo, aunque algo en su tono me hizo sentir incómoda.
-Supongo... -respondí de manera neutra, sin siquiera mirarlo, evitando así la intensidad de sus ojos. Mi interior seguía dividido, y las emociones que no quería enfrentar se acumulaban.
-No seas así, lo he extrañado demasiado para que vengas y me lo trates así... -la voz de mi loba, llena de reproche, me hizo suspirar profundamente. Mi cabeza daba vueltas, y un peso extra caía sobre mis hombros. No quería que Dereck lo entendiera de esa manera, no quería que pensara que lo estaba alejando.
-No estoy acostumbrada a esto... -dije, en defensa de mis propios sentimientos. Me recosté contra el cabecero del asiento y miré hacia fuera de la ventana, tratando de evadir el contacto visual con él. Era como si todo el afecto que Dereck me ofrecía me resultara extraño, incluso doloroso.
-Lo siento... -de repente, esas palabras salieron de mis labios, y cuando vi la mirada confundida de Dereck, sentí el sonrojo invadir mi rostro. -No estoy acostumbrada a dar afecto... Supongo que me acostumbré a ser fría y alejar a todos. Solo dame tiempo... -las palabras fueron débiles, pero sinceras. Me sentí ridícula, pero tenía que ser honesta, aunque fuera conmigo misma. Me sonrojé aún más, avergonzada por mostrarme tan vulnerable.
-No te preocupes... -dijo, arrancando el coche y sonriendo. -Lo entiendo completamente, no te forzaré a nada. Tengo tiempo de sobra para esperarte. -añadió, tomando mi mano izquierda con una ternura que me desconcertó. No estaba acostumbrada a que alguien se preocupara por mí de esa manera.
-Solo quiero aclarar una cosa... -dije, volviendo mi rostro hacia la ventana, aunque el sonrojo no se disipaba. Mis palabras estaban atrapadas entre la incomodidad y la necesidad de ser clara. -Que no te diga "te quiero" no significa que no lo haga... -volteé a mirarlo nuevamente, sintiendo el peso de mis palabras, y mi mirada se encontró con la suya. -¿Bien? -pregunté, buscando entender si él lo aceptaría, si lo entendería.
-Bien... -respondió con una sonrisa genuina, y en ese momento sentí que, por fin, algo se soltaba dentro de mí. Nos pusimos en marcha, y mientras el coche avanzaba, sentí que una pequeña parte de mí comenzaba a cambiar, a sanar. Todo estaría bien. Al menos, eso era lo que quería creer.
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Editado: 03.06.2025