Mi Luz

6. La destrucción a mi alcance.

Yaroslav

"Querida tú:

Hoy se cumple año más de que te fuiste y de que yo me quedé aquí, tan solo y tan triste. Me siento estúpido al hacer esto, sin embargo, las brujas me recomendaron drenar mi dolor para que no me consuma, pero eso ya es tarde, porque me quedé fingiendo una sonrisa que no sentía, como aquellas que solo eran para ti.

Me quedé esperando a que volvieras a cruzar por ese maldito portal, todos los días me sentaba en frente de la puerta, aguardando a que volvieras y llenaras de nuevo mi vida de luz, como solo tú sabías hacerlo.

Me quedé esperándote, porque me dejaste con un inmenso amor que me desbordaba en el pecho, pero ya no había nadie que lo pudiera recibir porque era solo tuyo.

Me quedé esperando volver a ver tu rostro, porque si hubiera sabido que esa iba a ser la última vez contigo, créeme que jamás te habría soltado. Si fuera por mí estarías aquí, en nuestra casa.

Me dejaste solo pero aún así, hasta el día de hoy te sigo esperando, porque tengo la esperanza de que volverás a mi lado, que te encontraré y retomaremos la vida por donde la habíamos dejado.

Espérame donde quiera que estés, que yo iré a buscarte, porque descubrí que la vida no tiene sentido si no te tengo. Cruzaré los mundos solo por tenerte de nuevo, Adelaida y esa es una promesa que voy a cumplir aunque me cueste la vida, porque lo peor que puede pasar es cruzarte por el camino del diablo y no voy a permitir que nadie me impida buscarte.

Te amo, te amo con locura porque mi corazón volvió a palpitar por ti.

No pararé hasta encontrarte, con amor Yaroslav."

 

Moví mi cabeza de un lado hacia el otro con lentitud, estaba tratando de controlar mi pulso, que retumbaba detrás de mis oídos. Al mismo tiempo, el aire entraba con violencia a mis pulmones y mi pecho se cerraba cada vez más, haciéndome sentir encerrado en una pequeña burbuja. Pero a pesar de estar en medio de una crisis, mi puño se alzó en el aire y quedó a unos centímetros del rostro de Paris. Abrí mis ojos de golpe, no había notado el momento en el que los había cerrado, esos movimientos no eran míos.

Bajo mis dedos el poder cosquillaba, queriendo salir y arrasar con el mundo. No quería perder el control pero poco a poco sentía como me zambullía en un pozo y el poder tomaba mi lugar en el mundo real, aunque en este punto no sabía qué era real, sentía como flotaba en una nebulosa y como mi vista se tornaba borrosa, mientras una sonrisa se extendía por mi rostro de forma macabra.

Tomé el rostro de Paris entre mis garras y la acerqué a mí para poder olerla, ese aroma era igual a...

-Eres exquisita...- Impacté mi puño justo al lado de su cabeza y una risa retumbó por toda la habitación. ¿Era la mía?

Una fuerza empujó mi cuerpo, obligándome a soltar a Paris y dejándome tendido en el suelo. Me levanté divertido y observé a Matt, que ahora resguardaba a la mujer que yo tenía en mi poder.

-Auch... ¿La prefieres a ella antes que a tu mejor amigo?- Habló una voz distorsionada, ¿era la mía?

Hacía años que no perdía el control como ahora, las ganas de matar, destruir y torturar eran insaciables, sin dejar de lado que tenía el poder exacto para hacerlo, desgarrar un continente en dos. Sin embargo, no se me era permitido perder los estribos, lamentablemente eso rompería demasiados tratados de paz que llevan años entre nosotros, pero esto era mi naturaleza y se sentía tan malditamente bien.

Apoyé el pie en el sofá que se encontraba frente a Matt y lo empujé suavemente, al ser un demonio, mi fuerza era mayor a la de un vampiro, por lo que con solo ese esfuerzo logré inmovilizarlo. Paris logró correr a tiempo y se abrazó con Akira. El mueble le hacía presión en el cuello y con cada patada sentía como su cuello se estaba por partir al medio.

Un golpe más iba acabar con él pero una puntada en mi estómago me detuvo. Bajé un poco mi cabeza y observé con curiosidad como una mano traspasaba mi abdomen, alcé mi cabeza y posé mi vista en un Chad totalmente serio, era raro verlo sin una sonrisa burlona en su rostro. Dejé caer el sillón y a Matt, que se retorcía en el suelo, para acercarme lentamente a su hermano.

-¿Tú también quieres jugar conmigo?- Sonreí ampliamente cuando la preocupación surcó su rostro.- ¿Miedo?

Me acerqué lentamente, como un tigre acechando su presa, pero algo me distrajo... El espejo, el cual reflejaba una criatura atemorizante de piel grisácea, con dos protuberancias en forma de cuernos que emanaban de su cabeza, sus ojos eran dos pozos sin fin, donde la pupila no se podía distinguir, sus manos grotescas terminaban en unas largas garras, donde deberían estar sus dedos. ¿Ese era yo?

Miré a Chad con rencor, como si él fuera el culpable de que yo esté así pero a pesar de que quería volver a mi forma humana, no podía. Lo racional no cabía en mi cabeza, me manejaba a través de instintos, solo quería una sola cosa y no iba a detenerme hasta alcanzarlo. Un gruñido bestial brotó de mi garganta, provocando que la casa se tambaleara, todos dieron un paso hacia atrás con temor.

-¡Nadie me va alejar de ella!- Rugí con fuerza, doblegándome sobre mi mismo por el dolor de su perdida.

La casa se movía con violencia y las cosas se empezaron a caer mientras gritaba, a lo lejos escuchaba solo palabras inentendibles, estaba dejarme ir. El demonio que habitaba dentro de mi estaba ganando terreno, desgarrando mi interior y sepultando al Yaroslav que todos conocían. La sangre, el lazo más fuerza que nos ata. La sangre, que llama a nuestra naturaleza. La sangre, el caos, el terror, la muerte... Un grito desgarrador sacudió mi cuerpo, doblegándolo en contra de su voluntad, mis alas se liberaron y comenzaron a agitarse ímpetu.




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